martes, 21 de julio de 2015

21 julio: A los 12 años

En el Templo
          Oración preparatoria
Historia: Lc 2, 41-50
Composición de lugar. El Templo, bien sea el atrio de los hombres, bien la ancha explanada de la entrada.
También puede ser cómo disponerse internamente el ejercitante a dejarse impactar por el tema que contempla.
PETICIÓN: conocimiento interno…
PUNTO PRIMERO
El Niño subió con sus padres a Jerusalén a la edad de doce años. CONTEMPLAR viendo, oyendo y observando el largo viaje de Nazaret a Jerusalén. Las emociones del Niño, las idas y venidas a través del camino, con toda la vitalidad de esa edad. Las preguntas, las emociones, la ilusión sobre aquello que tanto esperaba con la curiosidad de un niño. Y a la vez con el sentido religioso recibido en su casa, y que le llevaba ahora a entrar por primera vez en la casa de Dios.
Cercanos a la Ciudad, descubrimiento de las bóvedas doradas del Templo, brillando al sol poniente, que emocionan a todos y dejan embobado al adolescente Jesús. Ya esa tarde no pudieron ir al Templo porque llegaron tarde a la Ciudad Santa. Pero sí al día siguiente. Y entonces preparar lo necesario para inmolar el cordero, reunirse con otra familia, para poder consumirlo entero, como mandaba la Ley.
Sensaciones de Jesús ante todo aquello… Conocedor de la Escritura, le era fácil recordar las maravillas de Dios en la primera pascua… Y así transcurrió el tiempo de la Fiesta.
PUNTO SEGUNDO
Acabadas las celebraciones, las caravanas se disponen a emprender el camino de regreso. Cristo nuestro Señor se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Así lo enuncia San Ignacio tomándolo de Lc 2, 43. Es difícil hacerse cargo de la situación real. Ni José y María se descuidaron tanto, ni un niño se pierde del grupo fácilmente sin que lo advierta nadie. Así lo describe Lucas, así se nos trasmite. Queda  que VER, OÍR Y OBSERVAR los hechos, los movimientos de unos y otros, y que finalmente parte la caravana sin el niño, porque Jesús se ha quedado en Jerusalén. Con toda idea San Ignacio ha hablado ahí de “Cristo nuestro Señor” saliéndose de la historia del “Niño”. En la petición se habla de “conocimiento interno del SEÑOR”, y ahí hay que apuntar. No se trata ya de un hecho de un niño sino de un hecho “del Señor”. Aquí hay mucha más enjundia que el quedarse el niño. Lo mismo que hay más enjundia en eso de no encontrarlo “hasta el  tercer día”
PUNTO TERCERO
Pasados tres días le hallaron disputando en el templo, sentado entre los doctores y al preguntarle sus padres dónde había estado, respondió: “¿No sabéis que me conviene estar en las cosas de mi Padre? Así sintetiza Ignacio la historia.
Lo de “disputando” no está en el evangelio: el niño no disputaba nada. Preguntaba, como niño y como interesado en saber cosas de Dios. VERLO. OÍRLO. Se iba llenando de sabiduría.
Al tercer día han llegado sus padres angustiados y lo ven allí. Cuando pueden hacerse ver, el niño acude a ellos con toda la lozanía de su alma alegre. María y José no están alegres. Y María pregunta con responsabilidad de madre: Por qué lo hiciste así con nosotros. La respuesta de Jesús les dejó perplejos: ni la esperaban ni la entendían: ¿No sabíais que yo debía estar en casa de mi Padre? Es muy claro que no lo sabían. OBSERVAR. No es fácil entender esta escena. Pero el ejercitante observa y se deja coger por ella: por la respuesta de Jesús, por la perplejidad de los padres, por el sentimiento de José (más directamente afectado), por la humilde actitud silenciosa de María (que guarda en su corazón lo que no puede entender), y por la siguiente reacción del niño que se va con sus padres a Nazaret en plena obediencia a ellos, y creciendo en conocimientos, estatura y gracia de Dios.
COLOQUIO

Hay mucho que dialogar en intimidad con unos y otros. María y José tienen mucho que decirnos. Han sufrido una sensación de muerte ante el niño perdido, y una alegría de “resurrección” al tercer día… Coloquio con Jesús, a ver si podemos entrar en su interior… Hay mucha tela que cortar.

4 comentarios:

  1. Liturgia
    Hoy damos de lleno con el acontecimiento más decisivo de la historia del pueblo de Dios; tan decisivo que constituyó por los siglos la celebración más solemne, y de la que nosotros seguimos participando en la sublimidad de una PACUA superior.
    Se trata del paso (pascua) del Mar Rojo (Ex 14, 21-15, 1) momento en que el pueblo de Dios se encuentra ante una serie de sucesos prodigiosos y providenciales a través de los cuales ese pueblo atraviesa el Mar por un vado seco en ese instante, mientras que los egipcios perseguidores quedan envueltos en la subida de la marea que les traba las ruedas de los carros y acaban pereciendo ahogados por las aguas.
    Es un hecho maravilloso que muestra la providencia de Dios y esa voluntad de Dios que salva a su pueblo y lo deja liberado al otro lado, mientras puede observar a sus perseguidores derrotados. Es la clara expresión de la liberación que hace Dios de su pueblo (que simboliza al bien) y la derrota de los enemigos que simbolizan el mal.
    El evangelio (Mt 12, 46-50) es una realidad práctica de aquel primer mandamiento que nosotros formulamos como amarás a Dios sobre todas las cosas, Sobre TODAS.
    Jesús está haciendo su labor, su misión. Está dando catequesis a un grupo de personas que le han venido deseosas de escuchar la Palabra de Dios. Los familiares –que traen a María, la madre de Jesús- le avisan que están allí “su madre y sus deudos”. Y Jesús levanta los ojos hacia aquellos que le están escuchando sus enseñanzas y responde con el primer mandamiento por delante: “¿quiénes son mi madre y mi familia? Estos son mi madre y mi familia: los que cumplen la voluntad de mi Padre del Cielo”. Es evidente que María era reconocida como la persona ejemplar que cumple la voluntad del Padre, como es evidente que ahora está Jesús en otra cosa, y eso lo entiende perfectamente su Madre, aunque no lo entendieran los familiares recelosos. Jesús puso por delante la misión que tenía de parte de Dios, y siguió haciéndola por encima de los lazos de afecto humanos. Tiempo habría para ello, pero no interrumpiendo la labor que ahora está haciendo, que es la que tiene que hacer. Dios, sobre todas las cosas.

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  2. Ana ciudad5:37 p. m.

    Nos enseña el Señor que por encargo de cualquier vínculo y autoridad humana, está el deber de cumplir la voluntad de Dios, en la vocación que El ha dado a cada hombre y a cada mujer.Esto nos lleva a compartir su vida hasta tal punto de intimidad que constituye un vínculo más fuerte que el familiar.¡ Qué alegría pertenecer con estos lazos tan fuentes a esta nueva familia de Jesús!

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  3. Ana Ciudad5:44 p. m.

    Donde pongo " encargo" quiero decir " encima".Son fallos del móvil. Perdón.

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  4. Cuando seguimos a Cristo se originan unos lazos , más estrechos que los de la sangre.El Evangelio de la Misa nos sitúa ante Jesús predicando. Se encuentra en una "casa" llena de gente, llena de seguidores...Sus parientes no pueden llegar hasta Él...tal vez no estén bautizados; le envían un recado: "Mira que tu Madre y tus hermanos están fuera intentando hablarte.."Y Él, señalando a los discípulos, les dijo:"Todos estos son mi madre y mis hermanos" Pues todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi Madre.

    Cierta mujer del pueblo, entusiasmada al escuchar las palabras de Jresús, exclamó:¡ Bienaventurado el vientre que te albergó y los pechos que te amamantaron!. También en este caso prefirió rechazar el requiebro de aquella mujer y le contestó: "Bienaventurados más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan.

    Estas dos escenas pueden relacionarse con aquella respuesta que Jesús dió a sus padres cuando lo encontraron en Jerusalén, después de una búsqueda de tres días: ¿Por qué me buscábais?¿ No sabíais que es necesario que Yo me ocupe de las cosas de mi Padre? Es decir; para Jesús, la fraternidad y la maternidad en esta dimensión nueva, adquieren un significado diverso, más íntimo, mucho más profundo; un vínculo más fuerte que el de la carne.Ninguna rrelación humana es comparable a nuestra relación con Jesús y con quienes siguen a Jesús.

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