sábado, 4 de julio de 2015

4 julio: Comienza "Primera Semana"

Los Ejercicios de San Ignacio
          El PRINCIPIO Y FUNDAMENTO es el fondo sobre el que se van a extender los diferentes momentos y modos de oración.
          Los Ejercicios se dividen en 4 “Semanas”.
          Cada rato de oración está “presidido” por una Oración preparatoria, que viene a ser una síntesis del Principio y Fundamento que va enmarcando todo lo que debe ser la vida de la persona: que todas mis intenciones (mi futuro), mis acciones (mi presente) y mis operaciones (mi pasado) vayan puramente ordenados en servicio y alabanza de su Divina Majestad. O sea: que mi vida sea la de alabar, hacer reverencia y servicio a Dios, puramente, desde la postura “indiferente” que no quiere inclinarse a nada antes de conocer la voluntad de Dios.
          Esa oración –repito- irá delante de cada meditación o contemplación, como poniendo al alma en plena libertad. Porque no pretende la persona cosa alguna, y llega al rato de esa oración en abandono total.

          La PRIMERA SEMANA es de purificación. Es mirar la vida en el espejo del Principio y Fundamento. Y contrastar con él…: con ese fin para el que el hombre es creado y para el que las cosas son creadas.
          San Ignacio presenta un Primer ejercicio. Se trata de toparse con lo que es la RUPTURA del Principio y Fundamento.
La historia que se propone como materia de la oración está expuesta en tres escenarios. Pero previo a entrar en materia, nos propone una imagen, que es la propia imagen de mí mismo en su realidad más profunda: mi alma está encarcelada en el cuerpo, y toda la persona está como desterrada entre las pasiones que dominan brutalmente.
Es una imagen que hay que verificarla en oración: tengo unas ilusiones, deseos, aspiraciones… Me comería el mundo. Pero luego resulta que este cuerpo…, estas tendencias mías me son una rémora tremenda. No soy lo que deseo; no hago lo que quiero; llego a no querer lo que no quiero y a no querer lo que quiero. No soy libre, con aquella libertad que pedía el Principio y fundamento. Mis pasiones me agarrotan, me inclinan, me tumban… Me siento desterrado cono entre animales salvajes que me dominan. ¿O no? O somos capaces de adentrarnos en el fondo de uno mismo o nos estamos quedando superficiales.
A esta sincerización va dirigida la imagen que nos propone este primer ejercicio.

Y en consecuencia, me encuentro tan retratado en esa situación que me tengo que echar en el Corazón de Dios con una PETICIÓN: necesito experimentar vergüenza de mí mismo, porque mi imagen es penosa. Y porque otros no pudieron siquiera pararse a ver su imagen porque no llegaron a vivir para verla: se perdieron antes… Y me siento confundido… Y me detengo en esta mirada, en esta visión… Es menester empaparse de la realidad porque una de los “brutos animales” que hay en mí, esclavizándome, es la tentación de huir de la mirada de frente a mi propia realidad. Debo empaparme, y nunca seguir adelante como quien se quita el problema de delante. El gran fruto de la oración es mascar la realidad, tragar…, a sabiendas de que todo esto lo estoy haciendo en la presencia de Dios. Y por tanto en las mejores condiciones para ser sincero, y poder abordar mi realidad durante el ejercicio que va a venir.

2 comentarios:

  1. LITURGIA DEL DÍA
    San Agustín leía este relato (Gn 27, 1-5, 15-29) y concluía que lo que hace Jacob por manipulación de Rebeca, su madre, “no es una mentira sino un misterio”. Y aparte de que es una mentira como la copa de un pino la suplantación de la personalidad que lleva a cabo Jacob haciéndose pasar por Esaú, hay un evidente MISTERIO. Y el misterio es el de una historia que Dios va entresacando de entre la realidad humana, para hacer Dios su propia historia de salvación.
    Dios tiene elegido a Jacob. Como eligió a David de entre todos los hermanos, y no era el más importante. Y esa elección de Dios está pasando por el tejemaneje de Rebeca, quien actúa por su mera preferencia de Jacob. Una preferencia muy humana, que le lleva a engañar al marido y a quitarle la primogenitura a Esaú. Realmente es MISTERIO. Pero un misterio en la mente de Dios que va por otro camino y se va adaptando a las historias humanas. También Tamar, la prostituta está en la línea ascendente de Cristo, y no le quita a Cristo nada de su santidad. Lo humano estuvo en ella. Lo divino en el proyecto de Dios que va mucho más allá y sobrepasa las cosas humanas.
    Cuando Jesús es preguntado (Mt 9, 14-17) por qué sus discípulos no siguen el ritual del ayuno. Y Jesús dice que porque están con Él. Y con Él las cosas externas pierden valor; tiempo habrá. Pero en el fondo hay algo tan serio como la diferencia entre esas prácticas externas que tanto se vivían en el período anterior, y lo interior profundo con lo que Jesús define su vida y su obra. Él trae un vino nuevo, una realidad nueva, un mundo interior profundo que atañe a la persona total. Y eso no se resuelve con prácticas exteriores. Requiere un “odre nuevo”, un corazón nuevo, una disposición nueva. El NUEVO TESTAMENTO es ya otra cosa y hay que disponerse a vivirlo desde una novedad del corazón, unas disposiciones nuevas.
    De ahí lo mucho que hay que preguntarse sobre nuestro modo de estar viviendo nuestra vida y la verdad de nuestra fe.

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  2. “Operaciones”
    San Ignacio utiliza esta palabra en diversos contextos y no se ciñe el vocablo a una sola acepción. Propiamente sería aplicable a “actuaciones”, “trabajos”, “labores”. Y San Ignacio pediría que todo ese mundo activo de la persona (que expresa una realidad de obras) sea ordenada a la gloria de Dios.
    Ahora bien: en la ORACIÓN PREPARATORIA ya ha nombrado las “acciones”. No parece lógico –en el modo detalloso de Ignacio- que incurra en la repetición: acciones y “operaciones”=acciones.
    Esto me lleva a ver que Ignacio pretende abarcar en esa Oración preparatoria la vida entera del sujeto que ora: las intenciones (que miran al futuro), las acciones (que son la realidad presente). ¿No es coherente que “operaciones” esté –en este contexto- mirando al pasado de la persona? Tanto más cuanto que esta oración preparatoria pretende dejar el alma de la persona orante en un estadio de paz para abordar su oración sin que queden rémoras que pudieran alterar el proceso de la meditación/contemplación que se va a hacer.

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