sábado, 11 de julio de 2015

11 jul_Acentos útiles

AÑADIDOS CONVENIENTES
Los “ejercicios de 1ª semana que San Ignacio desarrolla están concentrados en los 5 “ejercicios” que han quedado expuestos. Como de lo que se trata es que el ejercitante se adentre en sus pliegues interiores, ya he dicho que se prolonga su meditación hasta que haya empapado el alma. Al menos son 5 días en tales ejercicios, hasta logar el ABORRECIMIENTO de pecados, desórdenes y criterios del mundo. Es evidente que son cosas tan importantes que requieren meterse de lleno en uno mismo y en esas experiencias profundas por medio de la oración.
Los Directorios de Ejercicios añaden que para ayudar al ejercitante a alcanzar ese fruto, se pueden añadir meditaciones de la Muerte, del Juicio. Por supuesto no con el modo tremendista que se empleó en un tiempo del siglo XX, porque no se trata de “impresionar” ni infundir terror al alma, sino de ayudarse a través de las postrimerías.
La MUERTE es el momento de la verdad de cada persona. Se afronta sola, con el solo bagaje de las obras que se han hecho o se han dejado de hacer. No hace falta hacer invenciones de cómo muere una persona ni de los sentimientos de sus deudos. Se trata de que esa persona, en ese instante de lucidez, sabe que lleva en sus manos lo que lleva. Y que puede entonces experimentar el dolor de lo que dejó perder entre sus dedos. Y ya no hay tiempo para rehacer. De donde se sigue que el ejercitante debe contrastar “su verdad” de este momento con la verdad sin subterfugios que desearía tener en este momento, si fuera en este momento cuando Dios lo llama. Todo es “en este momento”. Porque no vale dejar las cosas para otro. Lo que haya que arreglar, hay que arreglarlo ahora. Y para eso están los Ejercicios.
El Juicio es un momento de encuentro con la verdad de uno mismo, sin devociones de “abogados defensores” sino la visión objetiva y sin engaños que se puede obtener cuando uno se enfrente a esa realidad del encuentro definitivo con Jesucristo, cuando él mismo describe que hay benditos de mi Padre y malditos al fuego eterno. Nos gustará o no, lo interpretaremos como lo interpretemos; será a la vista de todos o no. Lo importante es ese instante en que la persona expira y se encuentra de frente con su eternidad.
¿Qué eternidad se desea? Pues eso es lo que HOY, en este momento, hay que enderezar, de modo que si HOY me encontrara cara a cara con Jesucristo, lo hiciera con su rostro gozoso que me recibe como bendito del Padre.
En todo caso hay un punto de referencia esencial: ¿muero con la paz de haber alabado a Dios y haberlo obedecido, y haber dignificado así el alma? Las cosas y personas que me rodearon, ¿fueron para mí instrumento para ir a Dios? ¿Supe “usar” o “prescindir” ordenadamente de esas “cosas”? Porque esto es lo que voy a sentir en el momento de mi muerte, o lo que va a ser la base del juicio que voy a vivir.

Las “adiciones”
          San Ignacio cuida los menores detalles: que al acostarme me vaya con la idea de la meditación del día siguiente para que, al levantarme, sea mi primer pensamiento.
          Que al ponerme a orar lo haga con el respeto con que me presentaría a un señor de la tierra.
          Que cuide hacerme consciente de que estoy ante Dios. Y hacer un acto de reverencia y humildad.
          Que utilice la postura que más me ayude.
          Que al acabar el Ejercicios haga el Examen de la Oración.
          Que en la 1ª semana no use de pensamientos alegres que me saquen de “ambiente”, ni de cosas que me muevan a risa.
          Que me ayude –en 1ª semana- de un ambiente de menor luminosidad.

          Que aplique posibles modos de penitencia, según conveniencia. Un desolado deberá buscar un cambio exterior a ver si –por la penitencia- se cambia su desconsuelo.

2 comentarios:

  1. Liturgia del día
    En realidad las lecturas de hoy corresponden a San Benito, Patrón de Europa. Pero yo voy a seguir el ritmo de la lectura continuada porque no me gusta dejar las cosas cortadas. Y la historia de José tiene en la lectura de hoy su conclusión.
    Una frase de esta lectura (Gn 49, 29-33; 50, 15-24) vale por toda la historia de José. La pronuncia el mismo José ante sus hermanos, recelosos de que –a la muerte de su padre, que ya se ha producido- José saque a relucir una actitud de venganza o represalia. José les dice: no tengáis miedo. Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien para dar vida a un pueblo numeroso. Clara aplicación de nuestro refrán: “Dios escribe derecho con los renglones torcidos de los hombres”.
    Jacob-Israel les pide a sus hijos que su cadáver no quede en Egipto porque quiere reposar junto a sus padres. José también les pide a sus hermanos que el día que regresen a su patria, lleven consigo sus huesos.
    El Evangelio (Mt 10, 24-33) continúa la enseñanza de Jesús a sus discípulos. Y va en la misma línea de lo anterior: el reino no está hecho para los tranquilos que no quieren complicaciones. El discípulo no es más que su Maestro, ni el esclavo más que su amo. Por donde Maestro y amo pasan, por ahí ha de ir el discípulo y siervo. Y al Maestro y amo le han tachado de demonio. No les tengáis miedo a los enemigos, que matan el cuerpo pero no pueden dañar el alma. A lo que hay que tener miedo es a los que dañan el alma o lo que es causa de daño. Eso sí que puede destruir la fe del discípulo.
    Sin embargo, para que no se viva en angustia pensad en Dios que ya tiene cuidado de los gorriones y de los mismos cabellos de vuestra cabeza, que no caerán sin la autorización del Padre del Cielo.
    Hay, pues, doble enseñanza: la vida cristiana no es fácil, porque es seguir a Cristo. Pero vamos protegidos por la mano de un Padre providente. Demos, pues, testimonio de nuestra fe, y pongámonos de parte de Jesús. Él se pondrá de nuestra parte.

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  2. Los muertos, en realidad, sobreviven;la Muerte significa el fin de la vida del hombre pero no necesariamenre la cesación de toda forma de existencia. A mí me gusta interpretar las palabras de los grandes moribundos: Moisés, Samuel y David. Se van con sus padres. (Gn,15). Se reúnen con el pueblo,(Gn,35)Es decir: los muertos continúan viviendo de alguna manera con el pueblo de la Alianza.La muerte era un acontecimiento normal y natural.

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