martes, 5 de mayo de 2015

5 mayo: LA PAZ

La paz os dejo
          Pablo estaba en Listra (Hech 14, 18-27) actuando como apóstol de Jesucristo, en el clima favorable de acogida tras la curación de aquel hombre lisiado. Unos judíos vienen de fuera y predisponen a la gente contra Pablo, de modo que acaban sacándolo a las afueras y llegando al ataque físico contra él, al que apalean despiadadamente. Los discípulos lo recogen, lo llevan a la ciudad y al día siguiente se marchan a Derbe.
          Pablo no se ha amilanado y allí predica nuevamente el Evangelio. Y todavía regresa a Listra, expresando que hay que pasar muchas contradicciones para entrar en el Reino de Dios. Nos parece estar oyendo al propio Jesús cuando hablaba con los de Emaús o luego en el Cenáculo con los discípulos reunidos. El Reino de Dios padece violencia, y sólo lo alcanzan los valientes. También fueron palabras de Jesús en otra ocasión. Lo cual nos interpela a los que vivimos una fe plácida, o nos hace volver el rostro a esos hermanos nuestros que desenvuelven hoy su vida cristiana entre la persecución abierta y violenta en lugares diversos de África. Y nos debe hacer pensar si estamos siendo esforzados en nuestra experiencia de fe, o nos dejamos llevar de “tranquilidades” que nos dejen libres de complicaciones por causa de nuestra fe. Algo que contradice ese planteamiento mismo de Jesús, repetido por Pablo: hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios.
          En Juan 14 (27-31) Jesús dice a sus apóstoles: La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. La paz que trae Jesucristo como signo seguro de su presencia y acción es una paz profunda en el fondo del alma, que no se contradice con esa realidad de la contradicción de que hemos hablado antes. La paz que trae Jesús es una paz que supone una lucha establecida como estado permanente, porque el Reino de Dios “sufre violencia y sólo lo alcanzan los esforzados”. La paz de Cristo no es la paz boba del mundo, que escurre el hombro ante la dificultad o se procura el placer de la pasividad de quien no se mete en nada, ni quiere saber nada que le complique. El mundo alcanza esa falsa paz a base de huir del compromiso, de la exigencia, de la continuidad. Busca la “tranquilidad” que huye de toda complicación; vive el momento presente sin querer saber más. Es el comamos y bebamos que mañana moriremos…, aunque se vive como si no fuera a morir nunca, y bebiendo ansiosamente el goce presente.
          Jesús dice previniendo a sus discípulos de la dificultad que habrá de venir: Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde; me voy y vuelvo a vosotros. El príncipe de este mundo se acerca, pero yo hago lo que el Padre me manda. Es que estaba Jesús hablando en la sobremesa de la santa Cena, y se le echaba encima la muerte. Pues ni aún así debe perderse la paz ni ganar terreno el temor. Nos toca vivir la paz de Jesús, al modo mismo de Jesús.


          A María Santísima se le invoca como Reina de la paz. Precisamente de esa paz que es la de Cristo. La que Ella vivió y no precisamente sobre plumas y comodidades. La paz que da el estar abandonada en el Corazón de Dios, y vivir el momento con el ojo puesto en lo que agrada a Dios. La paz de la lucha, de pasar por contradicciones y no rehuir el golpe de la realidad misma, a la que hay que afrontar con la mirada puesta siempre en Dios. Estaba EN PIE junto a la cruz de su Hijo. Firme. ¡Esa fue su PAZ!

2 comentarios:

  1. Ana Cuidad11:44 a. m.

    Cristo es nuestra paz. Desde hace veinte siglos nos repite "la paz os dejo, mi paz os doy".Nos lo dice a cada uno para que con nuestra vida lo pregonemos por todo el mundo,por este mundo tan deshumanizado y tan falto de paz en el que se desenvuelve nuestra existencia.
    La paz verdadera es la " tranquilidad en el orden" , orden entre Dios y nosotros, orden entre nosotros y los demás. Si mantenemos ese orden tendremos paz y podremos comunicarla.
    El orden con Dios supone el deseo firme de desterrar de nuestra vida todo pecado ,y el de poner a Cristo como centro de nuestra existencia.
    Invocamos a María "REINA DE LA PAZ´, RUEGA POR NOSOTROS "

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  2. "YO ESTOY CON VOSOTROS HASTA EL FIN DEL MUNDO. Nosotros tenemos que descubrirlo y amarlo tanto como nos sea posible; si cumplimos los mandamientos bien, sin perdernos en teorías, ya lo estamos amando como Él quiere; entonces se producirá una simbiosis mutua que nos reportará una gran Paz, no como la que dan los políticos, una Paz que es un Don porque el Señor mora en los corazones que lo aman y que acogen su Palabra.Y es amando cuando somos presencia real de Dios en el mundo. Y amando a Dios y a los hermanos habrá Paz y Justicia en el mundo.
    La Virgen es buena intercesora, invoquémosla y pidámosle la Paz que da Cristo, el Señor.

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