Jesucristo, Sumo y eterno Sacerdote
Oh, Sacerdote:
Tú no eres tú, porque
eres Dios.
Tú no te perteneces
porque eres siervo y ministro de Cristo.
Tú no eres tuyo, porque
eres Esposo de la Iglesia.
Tú no eres para ti,
porque eres mediador entre Dios y los hombres.
Tú no eres el centro,
porque eres pecador.
Tú no eres por ti mismo,
porque eres nada.
Tú, ¿quién eres?, ¡oh
Sacerdote! NADA y TODO.
¡Oh Sacerdote!: cuídate
que puedan decirte lo que le dijeron a Cristo en la cruz: “A otros salvó; a sí
mismo no puede salvarse”. (San
Norberto)
NADA y TODO. Quizás la gran respuesta. Nada porque cuanto
llevo en mi sacerdocio no es mío. Se me ha dado, y se me ha dado para los
demás. Y porque humanamente soy sólo un pobre hombre; ni siquiera el más inteligente,
el más santo, el más fuerte. ¿Qué digo? Ni inteligente, ni santo ni fuerte.
Como la persona que soy, soy uno del montón.
Y sin embargo, TENGO TODO EN MÍ. Soy instrumento de Dios
para perdonar. Soy un encargado que hace bajar a Jesús al Altar. Soy un profeta
que está puesto para trasmitir la palabra de Dios. Soy un testigo de la Iglesia
que bendice el amor de una pareja que se une ante Dios. Abro la puerta de la fe
por el Bautismo y despido al creyente hacia su última morada. Soy nada y soy un
enorme instrumento que se escogió el Señor para continuar su presencia en la
tierra. A MÍ MISMO NO ME PUEDO PERDONAR LOS PECADOS Y ¡sólo Dios sabe las
cargas que pude levantar de quienes acudieron a mí para pedir el perdón a Dios!
Y sólo Dios sabe las veces que ayudé, aun sin saber yo mismo lo que hacía y sin
ser yo mismo la persona que podía curar aquellas heridas. ¡Y sin embargo, fue
así una realidad de la Gracia de Dios para otros!
Siempre fui “devoto” de la burra de Balám porque, aunque jumento, fue clave para que el
profeta hiciera la obra de Dios. O esa oración
del borrico, que estuvo de moda un tiempo, en la que borrico y todo, se
congratulaba de haber podido estar presente en Belén.
Soy Sacerdote… Soy nada y soy todo. Cuando muchas veces me
han preguntado de dónde saqué alguna palabra, alguna solución, alguna
descripción…, mi respuesta muy sincera es: Yo
no lo sé. ¡Es que no lo sé! Aunque comprendo que aquello lo dije yo, o lo
escribí yo, o fui yo el que puse mi atención en comprender alguna pena. Pero
soy yo, el SACERDOTE, el que fue levantado del estiércol y puesto en el lugar
de Jesús para abrir la luz a los demás. Ojalá que no tenga que acabar como la
oración de San Norberto: A otros salvó y
a sí mismo no se sabe salvar. Hoy estoy seguro que muchos pediréis por mí y
me ayudaréis a ser de verdad SACERDOTE, el que está ordenado según
el rito de Melquisedec, en la línea del sacerdocio eterno de Jesús.
EL PRÓXIMO VIERNES día 29
se tendrá en la Iglesia del Sagrado Corazón (de Málaga), a
las 20’30,
un acto especial preparatorio a la Procesión (del día 14),
con motivo de cumplirse los 100 años de haberla sacado el P.
Arnaiz (hoy en proceso de beatificación)
Humilde comentario .Yo quiero hacer otro.Gracias, padre , por haber tenido un gran "sacerdote"que ha sabido enseñarnos a conocer, a querer,a sentir el Corazón de Cristo, a través de sus sabias enseñanzas del Evangelio.Todos los que hemos tenido la suerte de conocerle no podemos más que pedir por usted para que el Señor prolongue su vida y pueda seguir realizando el bien que todos recibimos y que usted nos da tan gratuitamente.
ResponderEliminarExcelente, maravillosa la descripción del sacerdote, que Dios te conserve en ese espíritu, y como te conozco se que ha presidido toda tu vida, nosotros tenemos el deber de pedir a Dios que sean muchos mejor todos los sacerdotes los que estén llenos del espíritu que describe San Norberto.
ResponderEliminarSencillamente...GRACIAS P. Cantero.
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