jueves, 26 de marzo de 2015

26 marzo: Pasión según San Juan, 3

LA PASIÓN, en San Juan  (3)
El 4º evangelio  nos dice que fue llevado primero a casa de Anás, que era el suegro del pontífice de aquel año, que era Caifás. Ya quedó citado ayer el interrogatorio, y la bofetada del criado. ¿Bofetada o golpe de puño cerrado desde atrás, desde donde vigilaba el criado? Que Jesús reaccionara ante aquello era una “doble pregunta”: a Anás –que estaba haciendo de juez- y al criado que se había tomado la justicia por su mano. Y digo que la pregunta iba a Anás porque ¿cómo permitía el “juez” semejante desmán de un criado a un preso al que estaba interrogando el propio Anás?
Anás se hizo el ciego y lo envió atado a Caifás. [Caifás era el que ya hacía tiempo había dado este consejo: Es mejor que un solo hombre muera por el pueblo. Consideraba que Jesús era una amenaza para la paz del pueblo, si el tema llegaba a los romanos. En realidad había hecho de profeta porque esa es la redención: que un solo hombre muere por el bien de todo un pueblo, la humanidad] ¡Éste iba a ser el “juez oficial” para juzgar a Jesús!
Llevan, pues, a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era temprano. Y ellos no entraron para no mancharse y poder comer la Pascua. ¡El contraste! Todo el odio acumulado contra Jesús y “el escrúpulo” de no contaminarse pisando terreno pagano…
Tenemos ya a Jesús ante Pilato, quien empieza debidamente preguntando ¿qué acusación traéis contra este hombre? Y como quien se siente picado en el amor propio y en la dignidad judía, responden de mala manera: si no fuera un malhechor, no te lo habríamos traído. Es un pique entre autoridades, y si mal respondieron los judíos, no es menor la patada que les da Pilato: Tomadlo vosotros y juzgadle conforme a vuestra ley. Si vuestra ley permite juzgar sin saber la causa, arreglaos. Y si no, ¿para qué lo traéis? La respuesta es de escalofrío porque prejuzga la sentencia: Nosotros no tenemos poder para matar a nadie. Y el evangelista apostilla: Para que se cumpliese lo que Jesús había dicho indicando de qué muerte había que morir.
Tengo que reconocer que me dejó un tanto extrañado el comentario de Benedicto XVI que dice que los judíos no querían la crucifixión. Sin embargo llevarlo a los romanos como malhechor –y para “dar muerte”- está abocando a la crucifixión, que es la muerte que Jesús había indicado de cómo iba a morir.

Pilato entro en el Pretorio y llamó a Jesús. Debía estar impresionado. No presentaba Jesús signos de malhechor. No había tenido jamás una denuncia o queja sobre Jesús. Los judíos vienen a por todas… Y optó por preguntarle a Jesús. Lo curioso es que en este evangelio no aparece una previa acusación de pretender hacerse “rey de los judíos”, pero puede darse por hecho que la hubo, porque la pregunta de Pilato es precisamente esa: ¿Eres tú el rey de los judíos? Suena a broma en la boca del gobernador, teniendo delante a un hombre traído atado de mala manera. Caía por su peso la contrapregunta de Jesús: ¿Dices eso por lo que tú sabes por ti mismo o por lo que otros han dicho de mí? Pilato debió sentirse mal y cortó la conversación: ¿Qué has hecho? Yo no soy judío y no entiendo vuestras cosas. Cuando te han traído será por algo. Y Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo. ¡Más intriga todavía…] Luego, ¿tú eres rey? Ahora sí que está perdido Pilato. Y por si faltaba poco…: Sí, soy rey. He venido a este mundo para dar testimonio de la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!