martes, 17 de marzo de 2015

17 marzo: La Pasión en San Lucas

La Pasión en San Lucas
El tercer evangelista tiene ya una solemne introducción a la Pasión. Recostados ya para iniciar la Cena, Jesús adquiere un tono profundo y le dice a los Doce: “He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de padecer, pues ya no la comeré hasta que se cumpla el reino de Dios”. Es realmente un anuncio de lo que empieza en este momento: “antes de padecer”. Y ya no volverá a comerla. Porque ya en el Reino de Dios será todo muy distinto. Y toma una copa y brinda con sus apóstoles, volviendo a repetir que ya no la volverá Él a tomar en esta vida.
Sigue el anuncio del traidor. Y la Institución de la Eucaristía, en paralelo con los otros sinópticos, al igual que el anuncio de las negaciones de Pedro, con la particularidad de dirigirse directamente a Pedro con una doble llamada de atención: “Simón, Simón: mira que Satanás ha logrado cribaros como el trigo. Yo he pedido por ti al Padre para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. No es sólo un anuncio; es a la vez aviso y encargo, intercesión por el que se va a tambalear y en quien seguirá Jesús poniendo su confianza. Y Simón acabará siendo el que ponga en pie a los otros escandalizados apóstoles.
Y pregunta Jesús a todos ellos, queriéndolos preparar para la lucha: “Cuando os envié sin bolsa ni alforja ni sandalias. ¿os faltó algo?  Responden: -No. Pues ahora, el que tenga bolsa o alforja o manto, que lo tome. O que venda el manto para comprar espada, porque os digo que está escrito de mí: ‘será contado entre los malhechores’. Porque lo que se refiere a mí, toca a su fin”. Ahora hay que pertrecharse para la batalla. Yo voy a mi final y como malhechor. Vosotros lo vais a pasar mal y tenéis que prepararos. Y con esas expresiones extremas de Jesús, llega a decirles que más van a necesitar de fuerza que de manto. Y lo hace con esa comparación de la espada. Simón mira a la pared y halla la solución: Señor: aquí hay dos espadas. Dos adornos de la “sala amueblada”. Y queda en evidencia: no ha entendido nada. Por eso Jesús corta por lo sano y como queriendo hacerles despertar de aquel error, pronuncia un “¡Basta!” muy seco. Realmente no lo han entendido en algo tan serio como quería trasmitirles.
Y de ahí, al Huerto, donde san Lucas aporta detalles peculiares: señala la distancia a la que se sitúa para orar: un tiro de piedra, unos 30 metros. De rodillas, aunque otras traducciones lo expresan “postrado”, aplastado sobre el suelo, lo cual es propio del abatimiento de los momentos finales “en agonía”, “en sudor copioso como de gotas de sangre que caían hasta el suelo”. No se puede perder de vista la expresión: “como de” gotas de sangre… Ha hecho correr mucha tinta porque no dice expresamente que sudó sangre. Sí dice que corría el sudor como corre la sangre de una herida, de modo que caía hasta el suelo.

            Otro detalle típico de Lucas es “el ángel del cielo que se le apareció para confortarle”. Teniendo en cuenta que la escritura bíblica habla frecuentemente del “ángel de Dios” para expresar al mismo Dios, es una muy interesante referencia a esa presencia de LA FE INCONDICIONAL de quien está agonizando en medio de un terrible sufrimiento que le ahoga, pero en esa misma realidad está viviendo su fe inquebrantable. Es su gran ángel, su gran fuerza para seguir hasta el final, y ser Él mismo quien despierta a los suyos para llamarles la atención sobre el traidor que llega.

1 comentario:

  1. Liturgia del día
    Los textos de hoy mantienen y elevan la tónica que se comenzó el domingo. Entonces se nos invitada a vivir una Cuaresma festiva y gozosa. El lunes se insiste en ello, porque lo antiguo ha pasado y no se recordará más; hago un cielo nuevo y una tierra nueva”. Hoy se expande la idea con dos textos gozosos: Ez 47, 1, 9-12 y Jn 5. Del Santuario brota el agua que va haciéndose más copiosa y va cubriendo cada vez más hasta no poder vadearse. Agua que purifica las aguas podridas, y que fecunda de tal manera que los frutales dan doble cosecha y las márgenes del torrente tienen arboleda abundante.
    Ésta es la razón de la Cuaresma (que hoy hace referencia expresa a un aspecto básico: el bautismo, su fuerza transformadora y vivificadora. EL AGUA, elemento primordial de la vida en todas las culturas y que constituye toda un vida cuando “fluye del Santuario”.
    Juan nos traerá otro episodio de agua, un agua muy peculiar que se remueve de vez en cuando por “un ángel”, y que quien entra primero queda curado de su enfermedad. A la vera del agua un paralítico que siempre llega tarde (porque él no puede apenas moverse, y no tiene a nadie que le eche al agua).
    Surge Jesús que es el verdadero ángel, y que acaba siendo “el alguien” que intervenga para la sanación del tullido. Y más allá que el agua en sí, viene el gran poder de Jesús que manda al hombre ponerse en pie y tomar su camilla y echar a andar.
    Sería el gran símbolo de la verdadera Cuaresma que no mira atrás sino que nos impulsa a ponernos en pie y caminar…: echar a andar…, sin camilla, sin parálisis…

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