miércoles, 26 de febrero de 2014

26 feb.: Unas lecturas para la vida real

Dos temas prácticos
                      “Aunque uno viva setenta años,
          y el más robusto hasta OCHENTA…” (Salmo 89)
             Ya soy de LOS ROBUSTOS desde hace unas horas. Doy gracias a Dios, y mis amigos darán gracias conmigo.

             Dos temas prácticos nos vienen hoy en las lecturas: en Santiago, la bonita costumbre de tantos años en los que una hermosa “coletilla” acompañaba todo proyecto o referencia al futuro: “si Dios quiere”. Santiago nos recuerda que no podemos hacer una previsión mínima para “adelante”, porque no sabemos realmente qué pasará, o cómo sucederá. Por eso concluye: Deberéis decir: “Si el Señor lo quiere y vivimos”. ¡Qué inmensa verdad, y qué gran realismo! Quizás sea por la carencia de esa convicción por la que muchos se hunden en la depresión, o se tambalean en su corta fe…, o se hunden en una desesperación…, cuando ocurre un suceso inesperado, imprevisto…, que rompe todos sus esquemas. Bien claro es el impacto aplastante que sufren los jóvenes ante la muerte de otro joven. No les entra a ellos en sus coordenadas de “semidioses” que pueda ocurrir algo así que no podía estar en sus “programaciones mentales”.
             Mucha mayor madurez tiene quien programa y planifica…, y luego –convencido- añade: “si Dios quiere”. Eso es lo sensato y lo que pide un sentido de fe.

             El otro punto que hoy nos brindan las lecturas es el de Juan, apóstol,  que se viene a Jesús para comentarle “una proeza” que él ha hecho junto a otros (lo más probable que también apóstoles): Hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.
             Juan, que divide el mundo de Jesús entre “ellos” –“los nuestros”- y “los otros”. Juan, un posesionado de ser él –y “los nuestros”- los que tienen el privilegio… “Los demás”, al no ser “de los nuestros”, no deben intervenir, ni siquiera en una obra buena como la de echar demonios.
             La respuesta de Jesús fue muy clara: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre, no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro.
             Es comprensible que este corto evangelio tenga un valor muy importante en los que formamos con Jesús la Iglesia, pero –por la riqueza inagotable de Dios-lo hagamos desde diversas formas de asociación, y de carismas o personalidades [psicologías] diferentes. Todos –en principio- en la misma barca…, todos debiendo remar en la misma dirección, apoyándonos unos a otros –aunando fuerzas-, y rompiendo ese raquítico esquema de “los nuestros” y los que “no son de los nuestros”. Estaba haciendo buena obra aquel que echaba demonios en nombre de Jesús. Vino Juan y pretendió ponerle la zancadilla… En el fondo, ¿era Juan un buen discípulo o un celoso? ¿Miraba por el bien de Jesús, o se estaba defendiendo a sí mismo?
             La vida enseña mucho en esto, y muchas veces llama la atención ese sentimiento que se encuentra de compartimentos estancos entre unos Movimientos y otros, entre unos “colectivos” (dentro –físicamente- de la Iglesia) y en tensiones y juicios y “visión peyorativa” del otro Movimiento, Asociación, Cofradía, Congregación, modo determinado de vivir la fe. Como si Dios fuera tan pequeño que no cupiera más que en un molde…, “el mío”, el de “los nuestros”… Y lo que digo de “colectivos” lo diría de los servicios más a título personal, muy valiosos por ser servicios, y más de una vez egoístas por encerrarse en “nuestros (o mis) servicios”. El “prurito” de CASTA, que nos pone al descubierto “el pelo de la dehesa”].
             El evangelio es un cofre de tesoros y saber bajarlo desde “la letra” a MI REALIDAD es un arte, por no decir una madurez de la razón, una sencilla aplicación del sentido común. Un saber tenerlo como espejo donde mirarse, y donde aparece fácilmente reflejada mi figura, con todo lo que tiene de bueno y con todo lo que nos va desviando nuestro YO…, ese “virus” de ser “de los nuestros”…, aunque el otro (que no lo es…) esté realizando obras tan buenas como las mías…, o mejores. Aquello de Juan, que se viene tan ufano a contarle a Jesús “su proeza”, y tiene que ser corregido y enseñado por el Maestro, en una cosa tan sencilla…, y tan difícil de aprender.  Muy en consonancia Juan con la eterna cantinela de “quién es el primero”… [Ya sabemos que él pidió expresamente “estar a la derecha en el reino” (que él juzgaba humano y de ventajas…)]. También entonces tuvo Jesús que decirle a los dos hermanos que “no sabían lo que pedían”. Y es que –en el fondo- ¡qué difícil se nos hace a cada uno mirarnos al espejo!, aunque con facilidad pongamos a otros ante nuestro personal propio espejo…


             Que Dios nos dé esa clarividencia que nos haga ver EN SU ESPEJO nuestra figura, y ojalá nunca aparezcan esas grotescas representaciones que hasta hacían ganar dinero –y provocar la risa del ridículo- en aquellos famosos espejos de feria que desfiguraban la realidad.

2 comentarios:

  1. Pepe Aguilar9:15 a. m.

    Muchas felicidades querido Manolo, hoy hay que dar gracias a Dios por haberte enviado a explicar Su Evangelio y pedir que te conserve durante muchos años para Su mayor Gloria.

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  2. José Antonio9:57 a. m.

    Felicitación por su "robustez". Que el Señor nos siga regalando con su sacerdocio el encuentro gozoso con el Evangelio. Feliz día en el Señor.

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