sábado, 22 de febrero de 2014

22 feb.: Dos por el precio de uno

DOS EN UNO
             Dos caminos tenemos hoy por delante. Como Fiesta litúrgica –La Cátedra de San Pedro- corresponden unas lecturas. El “sábado de la 6ª semana” lleva otras lecturas. En la “fiesta”, nos volvemos a encontrar con la pregunta de Jesús: Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?, en la redacción de San Mateo, que encierra el momento de “la entrega de llaves del reino” a Simón, y el cambio de nombre: “Tú eres Piedra”. Hasta ahí, había hablado Dios, y Simón había respondido con la palabra que Dios le había puesto en los labios: ”Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Y Jesús responderá con la promesa y Misión, personificada en el mismo cambio del nombre: Y yo a mi vez te digo que tú eres Piedra…
             Hasta ahí, todo muy bien. Pero las palabras comprometen a la persona y deben expresar cómo es y piensa y quiere la persona. Y ocurrió que Simón había dicho una cosa y que cuando Jesús explica cuál será su mesianismo –con condenas de los tribunales, hasta la misma muerte-, Simón no acepta el tal proyecto y pretende sacar a Jesús de allí. Simón decía una cosa con los labios y tenía otra posición en su día normal. ¡Esto es lo realmente importante!: hablamos una cosa y vivimos otra. Proclamar a Jesús como Mesías, es hermoso. Aceptar su mesianismo (que al fin y al cabo repercute en el modo de llevar la vida), eso no convence. ¿Y cómo vivimos nuestra personal realidad? Somos capaces de decir bellezas conmovedoras para expresar cómo concebimos a JESÚS. Y que luego la vida, vaya por derroteros muy diferentes. No nos faltan expresiones deliciosas para decir quién es Jesús. Y a la vuelta de la esquina estamos expresando en nuestras obras una realidad muy distinta. Nuestras obras acaban diciendo otra cosa diversa a lo que es el mero discurso. Y esto es algo que hay que pensar, porque acabamos dando la imagen de Jesús desfigurada ante quien nos ve y nos observa desde fuera.
             En la 1ª lectura –de una carta de Pedro- hay una exhortación a los presbíteros y pastores para que su misión sea verdadera misión y no mero cumplimiento de unas obligaciones. “Sed pastores del rebaño que Dios os a puesto a vuestro cargo”, “con generosidad”, “modelos del rebaño”. Lo cual viene a ser una aplicación de ese evangelio de Mt. 16 que he comentado. No os basta –diría Pedro- con ser “pastores”. Es vuestra vida y vuestra obra la que habla de vosotros.

             Correspondiente al sábado hay también dos temas fuertes: Santiago 3, 1-10, dedica hoy su catequesis escrita a un tema de mucha importancia: la lengua… Juega un poco con “su tamaño” y su influencia… Como en un barco, el timón es pequeño, pero con él maneja la nave el timonel. O el “bocado” que se le pone a un caballo para dominarlo. Con algo pequeño se domina al animal. Y hasta las bestias feroces pueden ser domadas por el ser humano. Pero ¿quién doma su lengua? ¡Tan pequeña…!, y tan influyente, que si alguien es capaz de no faltar en el hablar, ese tal es perfecto, capaz de mantener a raya toda su persona.
             Las consecuencias de esa enseñanza de Santiago son de  trascendencia que nos toca aplicar a nuestro mundo propio.
             El Evangelio  (Mc 9, 1-12) continúa el episodio entre Jesús y Simón. Aquel momento doloroso y tenso no está cerrado. Jesús ha aclarado que seguirlo a Él pide abnegación, pero aún hay una necesidad de que sus discípulos sepan –aunque sea como un fogonazo en la noche- la realidad del MESÍAS. Y Jesús se lleva a Simón, Juan y Santiago a lo alto del Tabor. Allí se enciende Jesús con una luminosidad resplandeciente en cuerpo y vestidos, que anuncian claramente que en Jesús hay más de lo que aparece: Ser MESÍAS DE DIOS incluye de una parte una “trasmisión y síntesis” de Ley y Profetas [Moisés y Elías, que se hacen presentes]. Y la conversación va hacia los que sucederá en Jerusalén, que aboca nuevamente al tema de la muerte de Cristo.
             Simón mira solamente la visión gozosa que tiene allí arriba, con aquella gran luz que emana de Jesús, y plantea hacer 3 tiendas para que los tres personajes de la escena tengan para albergarse…, porque allí es bonito quedarse. Sigue Simón en su oposición a la cruz. Retumba ahora la voz de Dios que confirma el Mesianismo de Jesús: Éste es; ESCUCHADLO. Y cuando los 3 discípulos se rehacen del temor sagrado, Jesús está tan normal como siempre. Y tan como siempre, en el descenso de la montaña les advierte a ellos que nada de aquello lo digan, hasta que Él resucite de entre los muertos. Clavo remachado. Pero lo curioso es que nos dice el evangelista que ellos preguntaban qué quería decir eso de “resucitar de entre los muertos”. O sea: NO SE HAN ENTERADO TOADAVÍA…

             ¡Qué difícil es aceptar la cruz, y cuántas vueltas para entender siquiera una cosa que ya se repite desde hace 8 días…! Pero el interior se resiste y se está intentando consciente o inconscientemente eliminar ese “paso” mesiánico…, esa realidad de la vida. A todos nos gusta un evangelio de chocolate, y nos tira para atrás el verdadero evangelio: “no sabían lo que significaba eso de resucitar de entre los muertos. Y es que primero hay que entender que es necesario MORIR… Y entonces se entenderá gozosamente lo que es la resurrección de entre los muertos.

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