lunes, 9 de septiembre de 2013

9 sprbre: ¿Qué hacer con Jesús?

9 sptbre.: La mala fe
             De nuevo  tenemos el episodio del hombre de la mano paralizada en la sinagoga un sábado. El proceso cíclico de los evangelios en la liturgia de la Misa, nos lleva a repeticiones de temas. Estamos a ahora en San Lucas, y ya sabemos que los tres evangelistas sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), pueden ponerse a tres columnas casi paralelas en muchos de los HECHOS  de Jesús. Luego, cada uno da algunas variantes, pero el núcleo es el mismo. En eso estamos ahora, y nos encontramos en una sinagoga, un sábado y una necesidad que se ha presentado a la vista de todos.
             No dice San Lucas si Jesús fue invitado a subir al estrado y explicar desde la Cátedra. De hecho le gustada al pueblo fiel que fuera Jesús quien tomara la palabra. Estaban cansados de la monotonía de sus doctores en la Ley, porque no tenían “inventiva”, no daban vida a la Palabra, eran meros repetidores, y carecían de unción. En cambio de Jesús era el “buen padre de familia que siempre saca cosas nuevas de su arcón”…; Jesús no era un simple “repetidor”. Jesús decía algo nuevo, daba enfoques más vivos, tenía esa capacidad de “autor” que podía dar autoridad a lo que leía y explicaba.
             Jesús llegó a la sinagoga para asistir a la exposición de la Palabra. Entraba y se topó de frente con un hombre con un brazo paralítico. ¿Estaba allí –a la entrada- de pura casualidad? Dice el evangelista que los fariseos estaban acechando para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.  ¿Estaba, quizás, colocado allí como cebo previsto por los propios fariseos y doctores de la Ley?
             Es evidente que Jesús iba a verlo y se iba a conmover ante aquel hombre… Por lo pronto, le dijo al hombre: Levántate y ponte ahí en medio. Lo situaba como un escaparate del dolor.  ¿Qué hacer ahora? Era consciente Jesús del “marcaje” a que venían sometiéndole los fariseos. Y se cuida de no provocar con una acción suya sin más.  Y opta por ponerse delante del auditorio, y hacer una pregunta…: ¿Qué está permitido en sábado: hacer el bien o hacer el mal; salvar a uno o dejarlo morir?  Es lógico que Jesús ponía en evidencia a los fariseos, y precisamente delante del pueblo fiel. O sea: lo mismo que habían intentado ellos…, pero al revés.  Y cuenta San Lucas que Jesús fue haciendo una mirada en torno por toda la sinagoga. Sostenía la mirada y esperaba una respuesta…, cosa que no podían hacer los fariseos, que optaron por bajar los ojos como el mal estudiante que intenta así que no le pregunten la lección. Los “fieles de pie” tampoco miraban, o no movían un músculo. Ellos estaban de parte de la curación del hombre enfermo, pero tenían que cuidarse de los fariseos, no fuera que los expulsasen de la sinagoga.
             Sabía Jesús que no iba a encontrar respuesta en los fariseos, demasiado orgullosos para dar su brazo a torcer, o para saber ponerse en la situación de un enfermo que puede ser curado… Pero ellos no podían asentir porque su mundo religioso era cuadriculado y falto de espíritu. No dieron, pues, respuesta alguna. Queda sólo Jesús ante el desafío de un sufrimiento que Él puede curar.
             Y se dirige al hombre y le dice una palabra muy sencilla, que en nada violaba la santificación del sábado: “Extiende tu brazo”. Ni Jesús había hecho “un trabajo”, ni el hombre, extendiendo el brazo. ¿Cuántos brazos se habían extendido esa mañana en la sinagoga, como movimiento natural? No había Jesús violado el sábado en ninguna cosa.  Las gentes se congratularon… Los fariseos se encontraron ridículos ante el pueblo religioso. Y los que no supieron dar la cara para responder a una pregunta, y que –además- habían acechado para ver si Jesús curaba para poder acusarlo, ahora se dan cuenta que son ellos los que han perdido los papeles.
             Y como el mundo judío es así (y siempre fue así), se junta para deliberar qué hacer con Jesús. Las razones no les favorecen. El pueblo no está con ellos. No tienen materia de acusación contra Jesús. ¡Y sin embargo Jesús les estorba y ellos hacen el ridículo?  ¿Qué hacer con Jesús?
             Yo vuelvo la pregunta hacia una realidad posible nuestra. Tenemos muy sabido cada cual que adolecemos de fallos y carencias…, de verdades y sinceras actitudes que enfrenten nuestra propia limitación espiritual. Que incluso desde fuera, alguien nos ha tocado en la llaga…  Ahora estamos ante Jesús…; ahora Jesús fija los ojos en cada uno, despacio, lentamente, penetrando…  Y nos hace alguna pregunta…; nos compromete para una respuesta personal, que nos dice nuestro interior que necesitamos “extender el brazo” (=ensanchar el alma)…

             Y lo fácil es preguntarnos qué hacer con Jesús y no plantearnos qué hemos de hacer con nosotros mismos, con posturas personales, con actitudes de fondo, con nuestras medias verdades, etc.  La verdad es que no resolvemos nada así…, pero hemos desviado la atención de lo principal…, hemos escurrido el hombro…, y seguiremos nuestra órbita –como los fariseos- sin haber modificado algo nuestro.  ¿Qué hacer con Jesús?... Y ya vemos con la facilidad que el mundo de hoy ha inventado el bodrio de su fe-no practicante…, que es una manera de “hacer con Jesús” un mundo aparte y falso, por el que es fácil “tener mucha fe”, “rezar mucho”, “tener muchas devociones peculiares (que nada comprometen), y hacer de Jesús un adorno de referencia, pero que no moleste demasiado.

3 comentarios:

  1. José Antonio11:00 a. m.

    El Evangelio de hoy, me lleva a la reflexión de que lo primordial del que sigue a Jesús, es hacer el BIEN al prójimo. No todo lo legitimado es aceptable moralmente, pues está la persona antes que la ley. En esta sociedad que justifica acciones por ser "legales", hemos de anteponer el bien de la persona y el respeto a su dignidad como Hijo de Dios. Jesús no va contra la Ley, sino que está a favor de la persona.

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  2. Ana Ciudad11:46 a. m.

    Entiendo perfectamente la exposición que hace sobre este pasaje evangélico.
    A todos nos dice Jesús "EXTIENDE TU MANO"...esfuérzate en esa trama de cosas menudas que componen un día.Luego Jesucristo,va poniendo lo que falta.Aveces muchas metas se quedan sin alcanzar,porque no estamos convencidos de la ayuda de la gracia divina.Para crecer en nuestra vida interior,tenemos que prestar atención a lo que nos dice el Señor.Pidamos ayuda a MARÏA,nuestra Madre para luchar,creciendo,en las pequeñas metas de este día.

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  3. Anónimo9:00 a. m.

    ¿Funciona el correo del P. Cantero? A mi me devuelve los mensajes que mando.

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