viernes, 20 de septiembre de 2013

20 spbre.: Grandes minucias

20 spbre: Orando con el Evangelio

HOY COMIENZA
LA “ESCUELA DE ORACIÓN”,
          que abrirá con el PADRE NUESTRO.

             El Evangelio que hoy (Lc 8, 1-3) nos aporta la lectura continua podría hasta aparecer un poco amorfo a la hora de plantear un reflexión, y que sea una reflexión útil. Lo divido en dos partes para poder acentuarlas mejor.
             La primera es la propia labor de Jesús: “caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, anunciando la BUENA NOTICIA del Reino de Dios”.  Ni iba discutiendo verdades, ni imponiendo normas, ni prohibiendo algo. Iba sembrando la Buena Noticia del Reino de Dios. [Al confesionario llegan tantas cosas… Y es tan evidente que la persona no es una palanca que se conecta o desconecta… Llegan problemas, situaciones al límite moral, vicios arraigados, repeticiones permanentes…  Yo sé que despisto a más de uno cuando –una vez manifestadas sus cuitas- yo pregunto directamente:  ¿medita el Evangelio?  Más de dos se quedan descolocados y hasta me quieren hacer nueva confesión de lo que ya han dicho. “Ya he oído; pero… ¿medita Vd el Evangelio”?].
             Jesús no vino ni a fustigar, ni a establecer una red de normas (es evidente la diferencia de su predicación con la de Juan Bautista). Jesús vino a poner delante LA BUENA NOTICIA DEL REINO DE DIOS. Y espera Jesús que eso sea mucho más eficaz que un código de normas de conducta.  Por eso mi respuesta a quienes vienen a mí con sus “cosas” es: ya ha manifestado Vd lo que hay “en un platillo de la balanza, con su peso especial; lo que y le propongo es empezar a cargar el otro platillo hasta que se equilibre”. La pelea contra un vicio es inútil si se toma por la parte de “quitar”. Tiene posibilidades de avance y mejoría si adquirimos otra perspectiva e ilusión. Y el EVANGELIO ilusiona cuando se le empieza a entrar en sus entresijos, con honradez y sin buscar “falsas salidas de emergencia”. [La ESCUELA DE ORACIÓN quiere contribuir a ello].
             La BUENA NOTICIA, el Evangelio, no está para simple “meditar”, ni para “espiritualizar”, ni para “mariposear” lo bonito. El EVANGELIO es algo tan serio como JESÚS MISMO, y sólo cuando la mirada se pone en Jesús y no es si yo hago o dejo de hacer, es cuando “raspa” las falsas adherencias de la cómoda conciencia “piadosa”.
             Si alguna vez el Evangelio nos ha levantado los pies del suelo, ¡ESO ES LA BUENA NOTICIA!  Si no nos levantó los pies del suelo, somos “piadosos orantes”…, pero nuestra vida no entra en el meollo de la BUENA NOTICIA.
El segundo tema de este evangelio es el papel de la MUJER en la obra evangelizadora o de la BUENA NOTICIA.  Acompañando a Jesús van un grupito de mujeres, cada una con su papel, y todas en la misma barca: servicio. Unas se ocuparían de una cosa; otras podían colaborar en la corta economía de aquel grupo.
Hoy mismo adquiere una actualidad feroz este tema cuando los periódicos del día subrayan las palabras del Papa que quiere que la mujer llegue a los altos cargos de responsabilidad de la Iglesia, dado que la mujer está muy bien preparada y pone un toque muy especial que humaniza.
La realidad es que es muy rara la Parroquia que –desde tiempo inmemorial- no tenga a mujeres en múltiples ocupaciones, cargos y responsabilidades, y que la mujer ha sido siempre el brazo derecho de la Catequesis, el servicio previo al Altar, la atención a enfermos y necesitados. El punto que puede acusarse como defecto es el que el Papa ha llamado: machismo con faldas. Lo cual tiene doble traducción y muy real: el machismo clerical, que ha pretendido dar la última palabra, que las cosas se lleven sólo a manera del “machista”, y que haya habido hasta una falta de respeto a la labor sacrificada de la mujer que se dio tanto a ayudar y colaborar.
Pero desde el punto de vista “de acá”, también es de tener la mujer “machista” (con faldas)…, la mujer que se hace dueña y señora, que se hace exclusiva, que aparta a las demás, que se deja influir por sus celos y su afán de protagonismo. Etc.  Todo debe tenerse en cuenta y saben muy bien muchas mujeres cómo se les cerró la puerta por parte de otras.  Y creo que es una oportunidad para la honda meditación del caso, por eso mismo de que LA BUENA NOTICIA nos ha de levantar los pies del suelo.
Ningún evangelista nos dirá qué hacía cada mujer de aquellas. Pero no se dice ni una palabra que indique que Jesús tuvo que llamarles la atención, salvo a las sentimentales plañideras, camino del Calvario, que nada aportaron. Las que se nombran en este evangelio de hoy, las tres estuvieron firmes junto a la cruz de Jesús. Ninguna tuvo más privilegio en el acompañamiento de la vida diaria y en la firmeza del calvario. En la resurrección son las mujeres las primeras en saber de la Resurrección, y Magdalena será puesta por San Juan como la primera testigo ocular. Pero a unas y a otras no se les deja permanecer “cogidas a los pies”, sino unas u otras, cada una en el punto en que está, son encargadas de IR A MIS HERMANOS PARA ANUNCIARLES LA GRAN BUENA NOTICIA

Por tanto: ¡manos a la obra!  Para eso está ahí la ESCUELA DE ORACIÓN.

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