jueves, 5 de septiembre de 2013

5 sptbre: Para ir más allá de la lectura

5 sptbre.- Un momento crucial  (Lc. 5]
             Creo que este tema evangélico es de los más importantes que podemos encontrar, como una puerta es importante para adentrarse en un recinto. Éste no es un episodio que ocurre y ya ha ocurrido, como pudo ser que sanara la suegra de Simón. Este “paseo” de Jesús por la playa lleva mucho más.
             Por lo pronto ya lleva detrás un gentío. ¿Vienen precisamente los que quedaron con ganas cuando Jesús dijo que tenía que ir a otros lugares porque para eso había sido enviado?  Y caminando junto a la orilla llega el momento en el que Jesús se decide a detener la marcha y hablarles a las gentes. Nada más oportuno que aquella barca, varada junto a la orilla, para subirse a ella y tener ese improvisado púlpito desde el que poder hacerse oír.
             ¿Casualidad que fuera aquella barca?  Porque resultó ser la barca de Simón, el que ha dejado hace muy poco…  Ha pasado un período de tiempo suficiente como para que Simón y Andrés vinieran hasta su barca, intentaran una noche entera pescar, y ya de día, ponerse a remendar y lavar sus redes. Ahora descansaban de la brega. Y en esto se ha presentado Jesús, y se ha subido a aquella barca.
             Una primera mirada displicente de Simón, que luego pasa a la deferencia de venir a saludar, a hacerse presente, a expresarle la satisfacción de que utilizara su barca…
             Y Jesús se piso a enseñar. Y Simón quedaba muy ufano de aquella elección e su barca.  Y escucharon todos… Y acabó Jesús su catequesis del Reino, y en vez de saltar a tierra, le pide a Simón que reme un poco más adentro…  Un trabajo con el que no contaba Simón.  Pero conforme boga, Jesús le dice que eche las redes para pescar.  Hasta ahí podía ya llegarse, pensó Simón. Lo anterior, valga como un juego de un profano en la materia al que se le da un gusto de ver ese mundo de la mar… Pero cuando se trata ya de pesca es algo en lo que Simón tiene que puntualizar: Maestro: no hay nada que pescar; hemos pasado la noche intentando, y no ha habido peces. Ahora bien: ¿es que te gusta ver cómo se echa la red?  Pues porque lo pides tú, echo la red. Un gesto a Andrés, y todo el arte de un profesional para mostrar sus capacidades de pescadores.
             Y la insospechada sorpresa de que cuando van a tirar de la red y no pueden con ella por la enorme cantidad de peces. Tuvieron que hacer señas a Juan y Santiago para que vinieran a ayudar y a llenar también su barca. Y las dos barcas casi se hundían por el peso.
             Simón se quedó mudo… Aquel Maestro había venido a su terreno y le había ganado la partida. Simón remaba ya de regreso a la playa y no decía nada… En su mente había algo que se juntaba con la otra ocasión narrada por Juan en su Evangelio, cuando Andrés lo llevó hasta el “presunto” Mesías, al que Simón pretendía “examinar” porque él no era tan crédulo como su hermano. Y resulta que también allí se quedó sin palabras, porque Simón iba a escudriñar, y se encontró con los ojos de Jesús, fijos en él…, ¡y qué ojos!  Realmente Jesús era quien estaba entrando dentro de Simón. Y por si fuera poco, Jesús se atrevió a algo que tenía enorme sentido entre los judíos religiosos: Tú te llamas Simón;  tú te llamarás Pedro [piedra rocosa, roca firme, “Cefas”…, contrapuesto a guijarros del camino]. Y en ese momento Simón se quedó dando vueltas a una posibilidad que le aterraba: aquel Maestro iba a dominarlo a él; él iba a perder su independencia…, iba a dejar de ser Simón, el hijo de Jonás…
             Pues ahora mismo, en ese regreso a la playa, Simón está abrumado. Se le viene encima aquel recuerdo… Y es que de nuevo Jesús le ha ganado la partida… Y él no quiere dejar de ser él mismo, con su tosquedad y su barca, su pesca o su no pesca…, pero él mismo…  Y en cuanto saltaron a tierra lo primero que hizo fue postrarse ante Jesús y pedirle un favor: Apártate de mí, que yo soy un pecador; o podría también decir: Déjame tranquilo, no te metas en mi vida, y mírame como uno que no es más que un pescador del lago.  Jesús le dio una respuesta que poco podía entender Simón, pero que dejaba a las claras que Jesús no se apartaba de su camino: No temas; en adelante serás pescador de hombres.
             Luego Jesús se apartó un poco, oteó el horizonte, se distrajo con las olas que rompían a sus pies… Simón, Andrés y Juan Y Santiago –con sus correspondientes compañeros de trabajo- sacaron la pesca, distribuyeron en sus capachos…  Jesús no se había ido.  Merodeaba como quien se distrae. Y cuando habían acabado la labor, Jesús se viene hacia Simón y Andrés, los más cercanos, y les dice: Seguidme. No sé si les invadió una corriente todo el cuerpo, o si se tenían tragado ya que Jesús iba a hacer “de las suyas”.  Lo grande de todo esto es que no hay resistencia, ni preguntas que pidan saber “adónde”, “para qué”, “hacia dónde”… Simplemente dejan todo en el momento, y se van tras Jesús. JESÚS, el único valor tangible que tenían a la vista.
             Tampoco se preocupan mucho de los otros socios pescadores. Pero cuando llegan a su altura, Jesús les repite la misma palabra: Seguidme. Y también ellos dejan todo lo que tenían, incluso a Zebedeo, su padre. Y sin más explicaciones, siguen a Jesús y se van perdiendo de la vista a lo largo de aquella playa.

             ¿Algún eco en nuestro interior? ¿Alguna posibilidad práctica? ¿Alguna conclusión…?  Ahí está el Evangelio tuyo y mío.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad4:03 p. m.

    Este pasaje del Evangelio está lleno de enseñanzas:"por la noche"en ausencia de Cristo,la labor había sido estéril.lo mismo nos sucede a nosotros en la vida ,cuando pretendemos sacar adelante tareas sin contar con el Señor,en la oscuridad más grande,dejándonos llevar de la propia experiencia o de esfuerzos demasiados humanos.Al final el fruto se llama INFECUNDIDAD.
    Otra enseñanza que podemos sacar de este pasaje evangélico,es la OBEDIENCIA;PEDRO mostró su humildad al obedecer a quien sin ser hombre de mar le dice que eche las redes;se fia de Jesús y no queda defraudado.
    La necesidad de la obediencia para los que queremos seguir a Cristo está en que fo
    ma parte del misterio de la Redención,pues El realizó la Redención con su obediencia al Padre.EL obedeció en cosas gravísimas y dificilísimas:hasta la muerte de Cruz.
    Nuestra Madre,ESTELLA DE MAR,nos enseñará a ser generosos con el SEÑOR cuando nos pida una barca prestada y cuando quiera que demos la vida entera.

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