domingo, 12 de mayo de 2013

Una lección muy práctica. LA ASCENSIÓN


LA ASCENSIÓN
             Hoy cierran los evangelios su historia maravillosa: la de la venida de Jesús a la tierra nuestra, para desde aquí abajo levantar de la basura al pobre. Hoy cierra Jesús su periplo en este mundo, después de haber realizado en él toda la obra que traía encomendada, y que pudo rubricar ya en la cruz cuando pronunció su palabra de triunfo en medio de la agonía: Todo está cumplido.  Quedaban luego esas pruebas que dieran certeza de que su muerte sólo era de paso porque estaba escrito que el Mesías tenía que padecer para entrar en su Gloria.  Hoy, con la Ascensión de Jesús al Cielo –de donde vino- queda completada su razón de Dios encarnado en la realidad humana.
             Los dos textos básicos, históricos, que nos ponen gráficamente presente el hecho de la ascensión, corresponden en este ciclo litúrgico “C”, a San Lucas, y por tanto se complementan perfectamente. En el la primera lectura nos dice Lucas que una vez que comían juntos… (y ya se está refiriendo al final de su tiempo terreno), les recomendó que esperaran el envío del Espíritu Santo, prometido por el Padre. Y en el Evangelio hay una continuidad de idea entre muerte, resurrección, y predicación de la conversión y perdón de los pecados con la referencia a la subida al Cielo. Deja la impresión de que no sólo habla del momento en que Jesús sube, sino que convierte todo esto en llamada a “nuestra subida”…, nuestra elevación a través de la conversión y el perdón de nuestros pecados. Eso que San Pablo expresará con un dinamismo conjunto de Jesús que sube y, en su subida, lleva ya consigo, cautivos de amor, a los que aún habían estado cautivos en el seno de Abrahán, esperando este momento en que Jesús abría las puertas del Cielo con su ascensión.
             Dice San Lucas en el libro de los Hechos que tras aquella comida los citó en un monte…  Allí llegan y –todavía apegados a sus ideas mesiánicas humanas- le preguntan si es ahora cuando va a restaurar la gloria de Israel. Jesús prefiere escaparse de la pregunta y remite al Padre ese momento. Él los bendice y eleva sus brazos en signo ascendente y comienza a despegarse del suelo, emprendiendo su marcha hacia la altura. Hubieran querido ellos poder verlo como Eliseo vio a Elías subir…, pero una nuble vino a interponerse y dejarles sin esa visión. Pero juntamente aparecen dos hombres vestidos de blanco que les dicen: No sigáis mirando hacia arriba; volved los ojos a la tierra y veréis al mismo Jesús.  Era la gran lección que necesitaban recibir: la ida de Cristo no es una despedida ni una ausencia.  Es la realización concreta de aquella palabra del “discípulo amado”: es el Señor.  Porque la novedad maravillosa de la fe es saber descubrir a Jesús vivo y presente en cada realidad de aquí abajo: en las personas, en los acontecimientos, en lo placentero y en lo que sacrifica; en el niño y en el anciano, en el triunfo y en la humillación.
             Son esa visión no hubiera sido lógico que se volvieran a Jerusalén llenos de gozo, como nos dice el evangelista. Pero fue así.  Y lo plasmaron en dos realidades: estar en el templo bendiciendo a Dios, y permanecer recogidos en oración, junto a María, hasta que viniera el Espíritu Santo, como Jesús les había mandado.
             Queda la 2ª lectura que nos hace una síntesis pedagógica de este hecho de la ascensión de Jesús: que Dios nos dé espíritu de sabiduría, esa sabiduría divina que sobrepasa todo conocimiento humano y nos hace conocer a Jesús.  Que Dios ilumine los ojos de de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, la riqueza de su gloria y la grandeza de su poder sobre nosotros.
             ¿Cuál es la correspondencia necesaria para comprender esa riqueza de Dios y su poder?  - Precisamente nuestra debilidad, nuestra humildad, nuestra gozosa aceptación del último lugar, nuestro saber dejarnos desaparecer y situarnos en el último lugar.  Como no llegaremos nunca a comprender la riqueza de Dios y su poder es mientras pretendamos estar en candelero y ser nosotros mismos los que destacamos, los que movemos los hilos, los que pretendamos ocupar el primer puesto.
             Para comprender la eficacia de la fuerza poderosa que resucitó a Cristo, hace falta ser nosotros débiles, sentirnos débiles y vivir gozosamente nuestra debilidad.  Así tendremos el gozo de la ascensión. De lo contrario no podremos saborearlo ni trasmitirlo. No daremos testimonio de convertidos… Y como la conversión la liga el evangelista con la ascensión al Cielo, nos estaremos privando de ese cielo que nos toca vivir aquí, volviendo los ojos a nuestro derredor, y sabiendo entonces saborear la dulzura de la humildad, del último puesto al que viene Jesús para decirnos: amigo, sube más arriba.  Desde esa humildad formaremos Iglesia, cuerpo de Cristo, plenitud de Cristo. Podremos formar grupos, grupúsculos, células que carecen de la savia de Cristo.
             Podremos comulgar pero no recibir la semilla que sube y se despliega para crear UNIDAD.  De ahí que la contemplación de los textos que hoy nos aporta la liturgia, debamos tomarlos con una gran dosis de reflexión. Porque son textos que nos hacen elevarnos a la vez que mirar hacia lo humano real.  Y puesto que seguimos aquí, que esta vida que vivimos ahora sea un presagio cierto de saber aguardar humildemente, la fuerza que nos vendrá de lo alto, prometida por Dios.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad1:38 p. m.

    La vida de Jesús en la tierra termina con la Ascensión al Cielo.Se cumplen ahora ante la vista de los suyos,aquellas palabras que un día les dijera:SUBO A MI PADRE Y A VUESTRO PADRE,A MI DIOS Y A VUESTRO DIOS.Jesus se va,pero se queda muy cerca de cada uno y de un modo muy particular lo encontramos en el Sagrario.Nos deja un mandato,nos envía como testigos suyos por el orbe entero;ser testigos de Cristo supone una gran responsabilidad para nosotros,procurar comportarnos según su doctrina,luchar para que nuestra conducta recuerde a Jesús,evoque su figura amabilísima.
    Si esta fiesta de hoy nos deja en el alma un amargo regusto de tristeza ,acudamos a su MADRE como hicieron los Apóstoles:ENTONCES TORNARON A JERUSALEN...Y ORABAN UNÁNIMAMENTE..CON MARÍA,LA MADRE DE JESÚS.

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