viernes, 31 de mayo de 2013

Lo cierto: COMPARTIR

HA COMENZADO
LA NOVENA
AL SAGRADO CORAZÓN
en la Iglesia
del CORAZÓN DE JESÚS.
Todos los días a las 6'45 pm., 
y MISA CON PREDICACIÓN a las 7'30.


Mc 8, 1-9
                ¿Otra multiplicación de panes y peces? ¿Un “duplicado” para acentuar algún determinado matiz?  No voy a tomar partido por una cosa u otra. He consultado varios comentarios antes de meterme en este tema, porque no quiero dar opiniones personales. Les pasa igual a los comentaristas: no toman partido.  Dejan insinuaciones que lo mismo  inclinan en un párrafo a una postura, como expresan lo contrario en el párrafo siguiente. Lo cual –podéis imaginar- a mí me obliga a la misma forma de exposición.
                El relato de una “segunda” multiplicación está solamente en Mateo y Marcos.  Marcos, a su estilo, muy sobrio, carente de detalles.  Mateo, con más adornos y concreciones.
                Hay datos muy comunes en los dos relatos de multiplicación, tanto en Mateo como en Marcos, tan comunes, que parecen copiados uno y otro. Y detalles que se separan: hay siete panes y no cinco. No se determina el número de peces (incluso en Marcos salen en un segundo plano). Varía el número de hombres…  Y las cestas o canastos que se recogen al final.
                ¿Expresa eso una evidencia de dos multiplicaciones?  ¿O puede ir en la línea de adaptación para ampliar el horizonte al que llega esa don eucarístico o mesiánico?  Porque las doce canastas de la primera redacción son una evidente referencia a las 12 tribus de Israel, que queda plasmada en los Doce discípulos.  Mientras que “siete” es una apertura a una totalidad. Y cuando esto viene tras el episodio de la cananea, en el que Jesús “ha salido del recinto de las ovejas de Israel”, no deja de tener un valor mayor que el que pareciera a primera vista.
                Hay una diferencia en la que se fijan los comentaristas: en Mateo son lo apóstoles quienes quieren que Jesús despida a la gente para que se busquen de comer. Aquí, ahora, es Jesús quien toma la iniciativa.
                Otra diferencia: la compasión de Jesús en la “primera” multiplicación es porque las gentes están como ovejas sin pastor.  En este “duplicado” o “segunda” multiplicación, la compasión es porque no tienen que comer.  Y los exegetas orientan esta “hambre” al hambre mesiánica.  No sería tanto el no tener para comer panes, sino la urgencia de que se abra el horizonte a una necesidad del reconocimiento del Mesías de Israel.  Y el término “saciar” que hay tras la comida, es un término de sentido futuro: la saciedad sólo se podrá tener en el Cielo…, o en el Reino de Dios que le precede aquí en la tierra.

                Hasta aquí, algo que no es mi estilo habitual.  Pero que consideraba conveniente para situar este relato tan paralelo al conocido de siempre.
                Se intenta buscar en una y otra multiplicación una incitación al compartir.  La gente come porque alguien da.  No hay un simple milagro de prestidigitación de panes sacados de la chistera.  Hay un dar y a partir de ahí viene lo demás.  Y si cada uno saca un mendrugo, o alguna otra cosa, podrán comer (aunque sea malcomer) el conjunto.
                Estuve en una comunidad en que se contaba, de tiempos anteriores, que un día el responsable reunió a los miembros y les dijo: hoy no se puede ir al mercado. No hay dinero para comprar nada. Si alguno conserváis alguna calderilla…  Y uno sacó unas pequeñas monedas; otro tenía para una compra de algo que necesitaba; otro había recibido un leve regalo de familia… (hay que tener en cuenta que el voto de pobreza se levaba con una rigidez muy fuerte, y que realmente nadie conservaba una cantidad medianamente decente). Pero con aquellas pequeñas aportaciones, se pudo comprar comida de pobres para cocer unas patatas con alguna hierba… Y comieron todos.
                Se cuenta de un emocionantísimo partido de fútbol americano en que se jugaban los últimos minutos, con marcador igualado y un título en juego. De pronto se funden las torretas de la luz.  Y como aquello no tiene arreglo fácil ni rápido y la emoción está en su punto máximo, se sugiere por la megafonía que cada espectador encienda su mechero o cerillas… Y el partido pudo acabarse.
               
                Algo así vendrían a ponernos delante estos relatos que, por otra parte, tienen una marcada orientación eucarística, Se ve fácilmente en los gestos de Jesús antes de multiplicar…  Y que desde luego en San Juan está recogido expresamente para esa finalidad de explicar la Eucaristía que dará un día.

                Volveríamos al eje central: la Eucaristía o nos lleva a compartir o no es Eucaristía.  Aquella comunidad que he referido, o aportaba el céntimo o nadie comía. Aquel partido, o cada uno gastaba su mechero, o el encuentro aquel no se concluía.  El Pan o se reparte o crea la “anti-eucaristía”, que es el egoísmo y el tirar cada uno de la manta.  Y compartir nos obliga a salir de nosotros mismos hasta arriesgarnos a quedar sin nada…, pero con la seguridad de haberlo entregado en las manos de Jesús, que siempre gana en generosidad.

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