sábado, 4 de mayo de 2013

Matorrales, espinas, abrojos


Mc 4, 7 y 18-19
             Jesús es de un realismo proverbial. No quiere dejar resquicios y, por eso, pone las cosas muy claras para que realmente “la Palabra sea viva, eficaz, penetrante como espada de doble filo, que penetra hasta la médula y las coyunturas donde se juntan cuerpo y espíritu.  Es decir: la Palabra, sinceramente tomada, no deja resquicios y escapatorias. Uno puede confesarse incapaz…, deseoso…, pobre…, necesitado de una ayuda muy fuerte del Señor.  Lo que no quiere Jesús dejar resquicio al engaño, a la mentira solapada, al creerse uno a sí mismo lo que en realidad no es.
             Por eso sigue su parábola del sembrador exponiendo otra posibilidad sobre la acogida de la “semilla”.  Y pone el caso de esa semilla que cae entre matorrales. Ya se sabe que esas plantas bravías acaparan todo, y esterilizan un espacio alrededor de ellas.  La semilla cae y se ahoga a la primera de  cambio.
             Jesús era un amante de la naturaleza. Sus salidas al campo, que lo tenía siempre a un paso, le habían hecho ver que toda planta que tiene una fuerza, sea árbol, espinos, matorrales bravíos, forman siempre un cerco sin vegetación a su derredor.  Ellos chupan toda la fuerza de la tierra y no hay semilla que pueda fructificar en ese entorno suyo.  Y cuando habla de la semilla que cae entre espinas o entre matorrales, ni siquiera puede decir que “se recibe con alegría” (como en el caso anterior), sino sencillamente ese semilla queda ahogada.  No ha tenido ocasión ni de matear.
             Estamos ante el caso más grave. Ante la esterilidad misma de la Palabra que cae en esa “tierra” (y ya podemos ir viendo que no se trata de las malas hierbas que hay en el “vecino”, sino las que han nacido en el propio corazón). Habla Jesús de ese “matorral” de las solicitudes del mundo. El “mundo” no es aquí ese mundo que nos rodea como realidad humana o real, y que es el conjunto que tenemos alrededor y que está también redimido por Él: mi Sangre se derrama por vosotros y por todos”.  Se refiere aquí a esa expresión peyorativa de un mundo que está al margen de Dios, de Cristo, de los valores humanos… Un mundo que solicita  No es un mundo que acompaña, con el que se convive.  Es ese “mundo” que le presentó el diablo en el monte y le dijo descaradamente: “Todo esto ES MÍO y lo doy a quien yo quiero”.  Es un mundo engañoso, falaz, tramposo, muy propio de aquel que presentó la serpiente a Adán y Eva: no moriréis si cogéis la fruta del árbol, sino que seréis como dioses…
             Pero es juntamente un “mundo” muy sutil…, que trepa por las mismas tapias de los conventos…, ¡ya podemos imaginar a los que no tenemos ni “esas tapias”!  La “solicitud” es siempre engañosa, rodea para no dar la cara…, pero entra.  Invita como si fuera a regalar bienestar, pero en realidad no da nada. Se hace un imán que atrae –aun disimuladamente- por la fuerza.  Y el mundo se nos mete por los poros, nos inocula sus modos y sus falsas necesidades. Nos manipula como a peleles. Tan malo es que nos está envenenando y no nos damos cuenta.  Como una muerte por gas…, que –encima de todo- se hace placentera.  Y Jesús dice que así muere la semilla; así se esteriliza la Palabra.  Meditamos, nos agradamos mucho en esas meditaciones o contemplaciones o en la “lectio divina”… Son momentos dulces de “espiritualidad”…, pero carentes de proyección real en la vida de la persona. Palabra “de meditar”…, semilla estéril.
             Expresa también Jesús otro capítulo fatal: la seducción de la riqueza. Otra palabra clave para expresar el serpear de lo peligroso que no se advierte o que adormece: las riquezas. Las peligrosas riquezas de quien tanto tiene que tanto puede, todo lo compra, en todo puede sacar la cabeza adelante.  Claro: para eso no es menester tener dinero. Y sin embargo ser muy “rico”, tener unas “riquezas” apabullantes. “Rico” porque pretende estar siempre en candelero y lo procura. Y porque pretende gobernar su casa y la del vecino. Y porque está seguro de “su verdad”. Y porque no cede terreno y, si llega a cederlo, es un “buen estratega” para ceder por un lado y alcanzarlo por las espaldas del otro. “Rico” y muy dueño de sí mismo: se aferra a tener toda la razón de su parte, a no dar cancha para desenvolver un juego de conjunto.  Y no tiene capacidad para ponerse en el lugar del otro, en el por qué del otro, con lo cual no deja espacio para que el otro pueda ser él mismo. Lo malo es que cree tener toda la capacidad y toda la razón de su parte. Ni llega a poder juzgar con equilibrio, sino con una violencia interna que quita toda posibilidad de avenencia y entendimiento.  ¡Es que la riqueza es tan ladina que se presenta de mil formas…, y siempre disimula su fondo de “rica”, y hasta cree llevar razón para esa su riqueza”!  Aquí fue donde Juan escribió aquellas palabras durísimas del Apocalipsis, en su diatriba contra la Iglesia de Laodicea. (3, 15-17).
             Y luego cita Jesús otro matorral esterilizante: las codicias acerca de las demás cosas.  ¡Siempre queriendo más! Nunca quedándose en su sitio y aceptando que ese es su sitio. La codicia que nunca se sacia. El sentido devorador del protagonismo que difícilmente acepta el segundo plano. Y araña como gato panza arriba para ser siempre quien queda encima.
             Y no estaba hablando Jesús de “gente mala”, de “personas perversas”.  Estaba ante esas gentes que venían a escucharlo. Pero sí les quiere poner delante que hay una diferencia fuerte de “buenos” a lo que es seguirle a Él…, escuchar (con todas sus consecuencias, la Palabra que les dirige.  Porque “buenos” somos todos (mientras no se demuestre lo contrario). Pero de ahí a testigos de Jesús, seguidores suyos, hay una distancia. Y no es distancia de más o de menos sino distancia cordial.
             “Buenos” somos todos los que cada día nos ponemos a meditar y contemplar…, y nos gusta, nos emociona, nos atrae, y gozamos…  Y luego (como dice San Pablo), después de mirarnos al espejo, nos damos media vuelta y nos hemos olvidado de nuestro rostro.  “Buenos” los que pretendemos tener buen corazón pero desplumamos al primero que se nos pone delante.  “Buenos” porque comulgamos, estamos en Misa…, pero salimos a la calle y en la primera palabra que pronunciamos, escupimos.  Y siga cada lector la letanía. Porque si descubrimos que somos buenos, ¡malo! Hace falta urgente que nos veamos menos buenos y nos pongamos más al tajo, porque hay mucho terreno por delante.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad2:48 p. m.

    Hoy es primer sábado de mes,mes de mayo,mes de las flores,y muy particularmente el mes de MARÍA.La Iglesia dedics este mes para honrar a nuestra MADRE DEL CIELO.El amor a la VIRGEN se demuestra de formas muy diversas.
    La oración más recomendada por la Iglesia durante siglos es sin duda, el rezo del Santo Rosario.Es la oración preferida de NUESTRA MADRE.YA se lo recomendó a los pastocitos,en sus apariciones,en FÁTIMA. Les dijo:REZAD EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS en reparación de tantas ofensas,pecados ,blasfemias,sacrilegios,indiferencias con que es ofendido el CORAZÓN DE DIOS.
    Con el rezo del Santo Rosario recorremos la vida de Jesús, de la mano de María.La repetición delPadrenuestro y del Avemaría,las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios,es un continuo acto de fe,esperanza,de amor Y DE REPARACIÓN
    La palabra rosario ,significa:corona de rosas.
    En esta plegaria mariana,se funden la oración vocal y la meditación de los misterios cristianos que es como el alma del rosario;contemplamos todos y cada uno de los instantes de Cristo Jesús.
    A veces nos encontramos con personas de buena voluntad,que se excusan diciendo que se distraen con frecuencia mientras lo rezan y que para rezarlo mal, es mejor no rezarlo;esto es un error.El Papa Juán XXIII,enseñaba que"el peor rosario es el que no se reza".También San Alfonso Maria de Ligorio:"si tú tienes muchas distracciones durante la oración,puede ser,que al diablo le moleste mucho esa oración".
    Si nos esforzamos, cada vez podemos rezar mejor el Santo Rosario:cuidando la pronunciación,las pausas,la atención, deteniéndonos unos instantes para considerar el misterio que iniciamos;ofreciendo quizá esas diez avemarías,por una intención concreta:por la Iglesia,la familia,las vocaciones sacerdotales,el apostolado,la paz,o por un asunto que nos preocupa...etc.
    Un día el Señor nos mostrará las consecuencias de haber rezado con devoción,(aunque con algunas distracciones involuntarias):desastre que se evitaron,por interceción de la Virgen,ayudas a personas queridas,gracias ordinarias y extraordinarias para nosotros y para otros y los muchos que se beneficiaron de esta oración y a quienes ni siquiera conocíamos.

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