lunes, 9 de diciembre de 2019

9 diciembre: Toma tu camilla y vete


LITURGIA
                      Una vez más, el texto de Isaías es tan denso en imágenes, que vale más copiarlo que pretender explicarlo. Así que lo transcribo tal cual: 35,1-10: El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará la estepa y florecerá, germinará y florecerá como flor de narciso, festejará con gozo y cantos de júbilo.
          Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón.
          Contemplarán la gloria del Señor, la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes; decid a los inquietos: «Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará».
          Al llegar aquí se repite una vez más el “mantra” propio de la esperanza del Adviento, que Jesús hará suyo en Lc.4: Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto, y corrientes en la estepa.
          Y juntamente se van poniendo las contradicciones que se van a hacer posibles con la llegada del Mesías: El páramo se convertirá en estanque, el suelo sediento en manantial. En el lugar donde se echan los chacales habrá hierbas, cañas y juncos. Habrá un camino recto. Lo llamarán «Vía Sacra». Los impuros no pasarán por él. Él mismo abre el camino para que no se extravíen los inexpertos.
          No hay por allí leones, ni se acercan las bestias feroces.
Los liberados caminan por ella y por ella retornan los rescatados del Señor.
          Llegarán a Sión con cantos de júbilo: alegría sin límite en sus rostros. Los dominan el gozo y la alegría. Quedan atrás la pena y la aflicción.
Ese panorama tan nuevo, es el que supone la venida del Mesías, que va a darle a la vida de aquel pueblo una visión diferente y gozosa.

          Ya han salido evangelios de ciegos que ven, y de hambrientos que comen, y enfermos que son curados a distancia… Hoy toca plasmar el efecto del adviento en el paralítico que echa a andar. Un tullido que por sí mismo no puede acudir a Jesús, y ha de valerse de hombres que le lleven hasta Jesús.
          Se da el caso de que el gentío impide poner al enfermo ante el porche desde el que hablaba Jesús a las gentes, y aquellos hombres han de tomarse un trabajo extra de introducir la camilla con el paralítico por la puerta de atrás, subir a la azotea, y descolgar al lisiado a través de las tejas, hasta depositarlo delante mismo de Jesús.
          Jesús se admira de la fe de aquellos hombres, y le dice al enfermo: Hijo, tus pecados están perdonados. Que era lo mismo que decirle que estaba curado, puesto que en la creencia del pueblo el pecado era el causante de la enfermedad.
          Los fariseos que estaban presentes se escandalizan porque un hombre diga de perdonar pecados, realidad que sólo está en las manos de Dios. Y preguntan quién es este que dice blasfemias. Porque se está atribuyendo poderes divinos.
          Y Jesús se dirige a ellos y les dice: -¿Qué pensáis en vuestro interior? Y Jesús entra por derecho en el tema y les pregunta: ¿Qué es más hacedero: decir “tus pecados son perdonados”, o decir “levántate y anda”? Lo primero no se ve con ojos humanos. Lo segundo es algo que salta a la evidencia.
          Entonces se dirige al paralítico… Pienso que el propio enfermo no se había quedado muy convencido con la primera respuesta, porque en aquel momento suyo la preocupación y el deseo era su salud física, y no supo captar que con el perdón le llegaba la salud. Ahora sí lo va a entender perfectamente. Habla Jesús: Para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados…, dice al paralítico: “A ti te lo digo; ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”. Un momento de enorme emoción. Empezando por el interesado, tanto tiempo echado en la camilla, que ahora ha de tener la fe en que puede ponerse en pie… Y lo hace con sus titubeos, y se ve consolidado…, y toma su camilla y se va. Daría las gracias; es de suponer. Admirado. Sin saber ni qué decir. Se había producido su curación, que tanto había deseado.
          ¿Y los fariseos? ¿Cómo se quedan? ¿Qué tienen que decir ahora? Acaba el relato diciendo que todos quedaron admirados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de admiración: Hoy hemos visto cosas admirables. Adviento se va haciendo realidad.

1 comentario:

  1. A veces es bueno que los demás nos lleven hasta Jesús. Es una soberbia a mi modo de ver, el creer que estamos "siempre" donde tenemos que estar. A lo mejor yo soy un paralítico necesitado que alguien me diga: "levántate, toma tu camilla y echa a andar", pero si no hay nadie que me ayude, pues seguiré a lo mejor en mi parálisis. Pero...¿quién se para hoy a ver estas cosas? ¿No nos quedamos contemplando a veces lo bonitas que son las palabras del Evangelio y nada más?

    Hubo una persona que solía cumplir esto de manera bastante sensata, es decir, solía estar pendiente de los tullidos y paralíticos que necesitaban una palabra de aliento, que alguien les llevara a Jesús. Pero un día, el como humano, también quedó tullido y paralítico, entonces ocurrió algo similar a la parábola del buen samaritano, que pasaban por su lado, le veían y seguían marcha. Todo el mundo da por hecho muchas cosas en los demás, y muchas veces erramos.

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