viernes, 6 de diciembre de 2019

6 diciembre: Ten misericordia de nosotros


PRIMER VIERNES.- Málaga a las 5’30
LITURGIA
                      Una nueva forma de expresar el tema mesiánico, en sus rasgos más reconocibles. (Is.29,17-24). Los sordos oirán, los ciegos verán con claridad y sin tinieblas. Los oprimidos saldrán de su opresión alegrándose con el Señor. Los pobres gozarán con Dios. Ha dicho lo mismo que otras veces pero de diverso modo. Y formulando desde “el revés”, los cínicos serán aniquilados, y callarán los que van a ver cómo coger al otro en palabras, y acusan falsamente al inocente ante el tribunal.
          Es el cambio de las cosas, que bajo la acción del Mesías de Dios van a ser rectas y ordenadas.

          El evangelio de San Mateo (9,27-31) nos trae un caso concreto de esa acción que distingue como Mesías a Jesús: la curación de un ciego. [San Mateo tiende al plural y pone dos ciegos; es un rasgo propio de su evangelio. Por los otros evangelistas queda claro que se trata de uno]. El hecho es que la promesa mesiánica de los ciegos que ven, se cumple en la realidad. Acude a Jesús un ciego, suplicando poder ver.
          Jesús pregunta si cree que él puede hacerlo. Y la respuesta es afirmativa: Si, Señor. A lo que Jesús responde, muy al estilo suyo, refiriendo a la fe del ciego la posibilidad de tener vista: Que suceda conforme a tu fe. Y se abren los ojos del hombre ciego. Como tienen que abrirse los ojos de tantas cegueras como hay en la vida, de personas que ven pero no llegan a ver con visión sobrenatural. A ellas quiere llegar la acción de Jesucristo.
          Lo curioso fue que Jesús pretendió que el ciego guardara silencio y que la gente que le acompañaba y había visto aquel suceso, también guardara silencio. Intento fallido porque el ciego que ahora ve, proclama a los cuatro vientos su alegría. Y las gentes se hacen eco de su gozo, y tampoco pueden callarse.
          ¡Cuánta falta hace que los videntes (creyentes) que tenemos la alegría de ver, y de ver más allá de la visión material de las cosas…, los que vemos con luz de fe, proclamemos a los cuatro vientos la alegría de nuestra fe y la eficacia de nuestro creer! Que los que no tienen fe, tengan que preguntarse qué valor tiene la fe, al vernos gozosos con ese inmenso mundo que nosotros descubrimos.

ZACARÍAS EN EL TEMPLO (De mi libro: QUIÉN ES ESTE)
San Lucas ha investigado a fondo, minuciosamente. Y por eso empieza “antes” su evangelio. Había un sacerdote, Zacarías, del turno de Abías, que vivía en las montañas de Judea. Estaba casado con una gran mujer, tan religiosamente buena como él. La pena que soportaron ambos era el no tener hijos, un baldón para el judío. Los sacerdotes servían al Templo por turnos. Y ahora le toca el turno a Zacarías. Se despide de su esposa y marcha feliz hacia el servicio de su ministerio, honra del sacerdote. Había todo un ritual sagrado de vestirse los ornamentos para oficiar, y de desvestirse. Había de oficiar el ofrecimiento del incienso, ese aroma que sube hacia el Cielo y es símbolo de la oración.
Zacarías entró en el Santuario, como tantas otras veces y se disponía a ofrecer el incienso con todo su recogimiento y emoción… Lo que no contaba él era con la inesperada visita de “un ángel”. Zacarías se quedó quieto, admirado, temeroso, casi petrificado. No podía reaccionar. Miraba, casi sin ver. El “ángel” habló como todo lo que es intervención de Dios: “No temas”. Por ahí se empieza cuando el mensaje es de Dios. “Zacarías: tu oración ha sido escuchada”. De verdad pienso que Zacarías no podía hacerse cargo de qué “oración” suya era la que hubiera escuchado Dios. A estas alturas de su vejez y la de Isabel, “aquella oración” había ya pasado de su punto de mira. ¿Qué oración suya era la que nada menos que un ángel le anunciaba como “escuchada por Dios”?
Y el ángel sale por donde menos esperaba Zacarías: “Tu mujer, ISABEL, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre JUAN”. ¡Ahora sí que era para echarse a temblar, porque allí había varios elementos sobrenaturales, casi como dichos de paso, pero bien comprensibles a un israelita! Dos ancianos –estériles-, a quien se les anuncia un hijo…, y tal hijo que trae NOMBRE ya puesto de antemano! Aquí es donde Zacarías se encuentra ante lo sagrado…, ente el terror interno reverencial…


1 comentario:

  1. Es algo que veo muy claro en nuestros días: Nuestras iglesias tienen fieles que asisten a Misa y rezan. Algunos dicen "yo tengo fe y creo en Dios", otros dirán: "Que bonita es esa Palabra de Dios que hoy leyó el sacerdote", otro dirá: "Hoy me he sentido bien en Misa". Otros pensarán: "Menos mal que yo soy creyente, no como el mundo que no sabe a donde va". Y así imnumerables pensamientos humanos. Todo eso no es que esté mal ni mucho menos, pero...¿que estamos haciendo para TRANSMITIR que nuestra fe es efectiva y no sólo son palabras y sensaciones o emociones personales? Algunos dirán: Pues la Iglesia hace mucho, mira todas las obras, que si Cáritas y tal. Bien, no lo voy a negar, pero ¿y que más?.

    ¿Compartimos nuestras experiencias sobrenaturales con otros? ¿No tenemos semejantes experiencias? ¿Estamos dispuestos a servir al hermano necesitado? ¿Me preocupa siquiera ese hermano necesitado? ¿Damos alguna muestra, algún signo exterior, de que somos gente de fe o vivimos pasivamente nuestra fe como si fuera algo íntimo y privado? Porque si todos fuéramos contemplativos, "apaga y vayámonos". Dios no dispuso así sus dones en la Iglesia, para que fuéramos casi todos contemplativos y que viviéramos la fe hacia dentro.

    Pero todo esto que digo es francamente difícil de hacer en el mundo de hoy, no lo niego. Pero yo pienso que es porque no entrenamos. Y para entrenar, como hacen los deportistas hay que ir poco a poco. Poniéndose metas cortas, muy cortas quizás, tal vez un pequeño detalle con el prójimo (no me refiero a los que nos acallan la conciencia que están en las puertas de las Iglesias), me refiero a los de dentro.

    ¿Porqué aquel religioso fue tan arisco conmigo? ¿Por qué aquel seglar no es amable o te da la mano en la misa cogiéndote dos dedos? ¿A que esa cara avinagrada? ¿Es el confesionario una cámara de tortura o un lugar de alivio? ¿Observamos las necesidades de alguien próximo a nosotros?... Si no cumplimos en lo pequeño, no haremos cosas más grandes, y lo peor es que los demás lo verán (los de afuera), y dirán: ¿Y para que sirve tener fe? ¿Que le responderíamos? Tu ve a Misa y Reza... (Lean como se convertían a puñados en las primeras comunidades cristianas). Hay está la clave.


    Cito al Padre Cantero:

    ¡Cuánta falta hace que los videntes (creyentes) que tenemos la alegría de ver, y de ver más allá de la visión material de las cosas…, los que vemos con luz de fe, proclamemos a los cuatro vientos la alegría de nuestra fe y la eficacia de nuestro creer! Que los que no tienen fe, tengan que preguntarse qué valor tiene la fe, al vernos gozosos con ese inmenso mundo que nosotros descubrimos.

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