martes, 3 de diciembre de 2019

3 diciembre: San Francisco Javier


El día 6 celebramos el PRIMER VIERNES
LITURGIA
                      Una descripción muy bella de lo que es la espera del Señor, nos la trae Isaías (11,1-10). Voy a copiarla completa, e iré haciendo el comentario oportuno.
          Aquel día (el día, el señalado por Dios para la liberación de la humanidad), brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor. El Mesías va a estar lleno del Espíritu del Señor, que tiene esas características que se han enumerado ahí, y que por “temor del Señor” quiere expresar ese Espíritu que es Espíritu de Amor, precisamente porque es Espíritu de Dios. Y en Dios no anida el temor sino el amor. Que por ser amor reverente, respetuoso hacia un Padre, se expresa desde la palabra “temor”.
          El Mesías No juzgará por apariencias ni sentenciará de oídas; juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con rectitud a los sencillos de la tierra. La justicia será ceñidor de sus caderas, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Otra osa es la actuación del Mesías con los malvados, puesto que el Mesías viene a limpiar y purificar: pero golpeará al violento con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado.
          El misterio de los tiempos mesiánicos es hacer posible lo imposible, porque dominará el bien: Habitará el lobo con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león pacerán juntos: un muchacho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león como el buey comerá paja. El niño de pecho retoza junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano hacia la madriguera del áspid. Son contradicciones de la naturaleza que serán posibles bajo el reino de Dios, no tanto en esas contradicciones al pie de la letra sino en la vida de la humanidad, en las relaciones humanas, donde reinará la paz bajo la obra del Mesías de Dios.     Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas colman el mar.
          Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada.

          Jesucristo vino al cabo de los siglos en que fue escrito eso. Y su palabra admiró a aquella mujer del pueblo que alabó a Jesús por sus dichos y sus hechos. Jesús lleno de la alegría del Espíritu Santo (Lc.10, 21-24), exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo ese mundo nuevo que ha anunciado la 1ª lectura, es algo que los sabios y entendidos lo analizan racionalmente y les suena a absurdo. Porque son absurdos reales. Pero la gente sencilla cree al Señor, y cree lo que humanamente es imposible, pero que en manos de Dios es posible a la manera que Dios dispone. La fe cree y cree en fuerza de la palabra de Dios, y sabe que Dios tiene sus caminos (que no son nuestros caminos, ni nuestras racionalidades). Sencillamente. Así, Padre, te ha parecido mejor. Y no hay más que hablar.
          A continuación, Jesús afirma que todo se lo ha entregado el Padre y que nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Estamos en esa dimensión de la fe en que las cosas no se resuelven desde el conocimiento humano, sino desde la revelación de Dios. Y por tanto desde la fe.
          Y desde la fe, aquellos imposibles de la 1ª lectura hemos de acogerlos como posibles en manos de Dios, y que la venida al mundo de Jesucristo, el Mesías de Dios, cambiará la vida de la humanidad. Ya cambió mucho en los momentos aquellos en que se expandió la fe en Jesucristo. Y cambió grandes épocas y hechos de la historia. Y a la larga dejará patente que el momento presente, que tanto prescinde de Dios, volverá a encauzarse bajo los designios del Señor. A nosotros se nos escapan ahora y lo vemos con el pesimismo propio de unos tiempos modernos. Pero Jesús prometió que las fuerzas del infierno no prevalecerán, y esa palabra tiene toda la fuerza de ser Palabra de Dios.

1 comentario:

  1. Sin duda, los caminos de Dios no son nuestros caminos. Es decir, el modo que nos gustaría que se desenvolviera la historia a veces no coincide con el designio de Dios. No debe ser ese motivo para la desesperanza. Si miramos por ejemplo a la historia reciente de España, ciertamente, Dios "ha liberado" al pueblo de la tiranía en su momento, cuando todo parecía perdido. Por ejemplo en 1936. Cada tiempo tiene su característica, aunque el trasfondo es el mismo. Es la lucha del mal contra Dios, y por tanto contra su Iglesia. A nosotros, nos toca perseverar y hacer cada uno nuestra parte, para que Dios en el momento oportuno finalice la historia para conducirla hacia donde El quiere y como El quiere. Amén.

    Escrito en el día de San Francisco Javier.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!