domingo, 15 de diciembre de 2019

15 diciembre: Domingo 3º-A de Adviento


LITURGIA        3º Adviento.- A
                      Juan Bautista está en la cárcel. Y en las esperanzas mesiánicas está la liberación de los presos. Por eso, Juan, que ha confiado plenamente en Jesús, ahora llega a plantearse si verdaderamente ese es el Mesías que ha de venir puesto que no lo libra a él (Mt11,2-11), y le envía a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús si él es el Mesías o tienen que esperar a otro.
          Jesús no les responde con una respuesta afirmativa ni negativa. Retiene junto a sí a aquellos enviados de Juan para que lo vean actuar. Jesús sigue su labor de siempre y hace sus obras. Y después  remite al Bautista a esos discípulos, con el encargo: Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. Todo son signos mesiánicos, que ya han sido anunciados en la 1ª lectura de hoy (Is.35,1-6.10), y que de hecho se cumplen en Jesús.
          No significa que la obra mesiánica va a venir al modo de cada persona; y lo importante es no escandalizarse de que no salen las cosas como uno quiere, sino que todo ha de discurrir al modo de Dios.
          Los discípulos de Juan se fueron a contarle a su maestro lo que habían visto, que eran las señales de Jesús, y que eran las señales mesiánicas..
          Y Jesús se quedó con la gente, a quienes habló de Juan Bautista con gran elogio. ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto: una caña agitada por el viento? ¿Un hombre sin personalidad que se mueve según sopla el aire? ¿O qué fuisteis a ver: un hombre vestido de lujo? Los que visten de lujo están en los palacios. Entonces ¿qué salisteis a ver: un profeta?
          Y Jesús afirma entonces que, en efecto, Juan es un profeta y más que profeta, porque él no anuncia en la distancia como los otros profetas del Antiguo Testamento, sino que en él se cumple la profecía: Yo envío a mi mensajero dejante de ti, que prepare el camino ante ti. Es el profeta que ya señala con el dedo al Mesías y le prepara el camino. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista. Hasta llegar a él, Juan es el mayor de los profetas.
          Eso sí: el que ya pertenece al Reino, es mayor que él, porque ya está en el espíritu de la salvación que trae el Mesías. Para los que ya estamos en el Reino, el anuncio del Adviento es transcendente: no es ya decir que va a entrar en el mundo el Hijo de Dios –porque ya entró y desarrolló su vida en medio de un pueblo-, sino que nos proyecta a una preparación hacia el encuentro que todos hemos de tener con Jesucristo, que volverá al final de los tiempos, y con él nos encontraremos de una manera real.

          Lo que no se consigue hoy, no debemos desesperar, porque puede conseguirse mañana. Por eso en la 2ª lectura (Sant.5,7-10) se nos invita a tener paciencia, y vivir la vida así hasta la venida del Señor. El adviento histórico duró siglos. María, la Madre de Jesús, tuvo también su adviento de años. Nosotros tenemos a la vista nuestro encuentro definitivo con el Señor, que podrá prolongarse más o menos pero que es encuentro seguro.

          En el caminar diario hay encuentros parciales con el Señor: en la Eucaristía, en la meditación de la Palabra, en los buenos ejemplos de personas edificantes…, a través de lo cual vamos profundizando en el pensamiento de Jesús y en los sentimientos de su Corazón. Ojalá que este adviento no pase de largo por nuestras vidas, sino que deje un poso en el alma que nos haga vivir ya con profundidad mayor el más inmediato encuentro de la Navidad, fiesta de Jesús.


          Avanza el tiempo de adviento y nos interpela sobre nuestra manera de vivirlo. Pidamos, pues, a Dios que nos enriquezca con sus dones.

-         Para que sepamos descubrir signos que nos manifiestan la presencia actual del Señor. Roguemos al Señor.

-         Para que seamos fieles a las llamadas que el Señor nos hace en la vida diaria. Roguemos al Señor.

-         Para que seamos caritativos con los pobres, como signo de acogida de Jesús. Roguemos al Señor.

-         Para que en la Eucaristía concentremos nuestros propósitos del adviento. Roguemos al Señor.


          Queremos vivir la alegría de la cercanía de la Navidad, y disponernos a vivirla cristianamente, como presagio del encuentro definitivo con el Señor.
          El cual vive y reina por los siglos de lo siglos. AMÉN.

1 comentario:

  1. Ciertamente el Adviento nos debe hacer conscientes de que vivimos en una espera permanente. En nuestras vidas siempre hay cosas que esperamos. La actitud con la que esperamos creo que es fundamental para encarar el tiempo en que las situaciones o las cosas no se dan en el modo que quisiéramos nosotros. Dios nos conoce personalmente por nuestro nombre, y el tiempo es suyo.
    Ciertamente Dios actúa en su momento, tal como hizo Jesús en aquellos días. Todo pasa y todo llega. A veces nos creemos estar al final de algo, y a lo mejor no es el final. Recientemente un actor famoso ha cumplido 103 años. Imagino que hará más de una década como mínimo que pensará que su final estaba cerca. Y luego pasa que no importa lo que pensemos, porque es Dios quien decide el cómo y el cuando. No es relevante lo que a nosotros "nos parece", sino "lo que es".

    Para el mundo si Dios que va al desastre, el Adviento no es nada, o en todo caso es un tiempo de consumo masivo, de manifestaciones masivas de luminotecnia y "ambiente" y de búsqueda de la felicidad momentánea para unos, y de ni siquiera eso, para otros. Pues hay quien se lamenta de este periodo del año. Unos por que hace frío (últimamente menos), otros porque les trae al recuerdo las personas ausentes, etc.

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