jueves, 4 de octubre de 2018

4 octubre: Los 72 discípulos


Es el día onomástico del Papa.
Hagámonos eco de nuestra adhesión, pidiendo por él y por su labor.

Mañana es PRIMER VIERNES, Jornada de oración con el Papa.
Inauguración del Curso en el Grupo de la Iglesia del Sagrado Corazón, de Málaga.
A las 5’30 de la tarde.- Hora Santa a las 7.

Liturgia:
                      Nuevo salto en las lecturas del libro de Job. Pasamos al cap.19, 21-27 y en este texto Job pide compasión a sus amigos por lo mucho que padece. Y confiesa su confianza en el Señor, que sobresaldrá por encima de la desgracia. Y él verá, ya sin carne, a Dios, con sus propios ojos. Y lo que siente son unas ansias muy fuertes en su pecho de llegar a ese encuentro.

          El versículo del SLAMO 26, que repetiremos, plasma ese pensamiento de Job: Espero gozar de la dicha el Señor en el país de la vida.

          Otra vez nos encontramos con el envío que Jesús hace de mensajeros suyos para ir por delante de él. Lc.10,1-12. Ahora no son los apóstoles sino discípulos suyos, en número amplio: setenta y dos. Él irá después de ellos; ellos habían de preparar el camino. Y les advierte que la mies es abundante y los obreros son pocos. Por tanto han de rogar al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
          El primer paso, pues, es de oración. Cierto que la labor que harán ellos y que completará Jesús después, es un trabajo boca a boca necesario porque la fe entra por el oído (como nos dice San Pablo). Pero esa palabra quedaría sin eficacia si no va apoyada por la oración, por la súplica al Señor de la mies.
          Las condiciones de esa misión son las mismas que la de la misión apostólica, a sabiendas de que os envío como corderos en medio de lobos. No van en modo triunfal, sino abordando la dificultad que se van a ir encontrando en medio de un mundo que estaba en manos de los fariseos.
          Por eso no irán con las armas de defensa ni con actitudes de ataque. Irán humildes, sin talega, ni alforja, ni sandalias. Irán desprovistos de todo apoyo humano. Y dado que era costumbre en los encuentros que se tenían en el camino pasar ratos largos de saludo y conversación, Jesús les indica que no saluden a nadie por el camino porque ellos no van a perder el tiempo sino a una misión tan importante como la de preparar el camino a la llegada de Jesús. Cuando entren en una casa, saluden con el saludo de paz: Paz a esta casa. Y donde encuentren esa paz y esa acogida, allí se queden y desde allí establezcan cabeza de puente para ir llegando a otros grupos de personas.
          ¿Y donde no haya acogida? –No pasa nada. Sacuden los pies del polvo que se les haya pegado de aquel sitio –no se llevan de ellos ni eso- y se marchan a otro. Esos que no reciben, en el pecado llevan ya su penitencia, porque han perdido la gran ocasión. Pero que ellos, los enviados, no pierdan por eso la paz. Y donde os reciban, quedaos  comiendo y bebiendo lo que tengan porque el obrero merece su salario. Esto último es un matiz que añade Jesús en esta ocasión. Van desprovistos de todo apoyo pero van a favor de un pueblo. Razón tienen para tener el sustento necesario que le proporcionen los beneficiarios de su actuación.
          Lo que pide Jesús es que no vayan picoteando de un sitio en otro, sino que hagan cuartel general, y actúen como enviados de Jesús curando enfermos y proclamando: ’Está cerca de vosotros el Reino de Dios. Y acogidos por unos o no acogidos por otros, el mensaje es muy claro: El Reino de Dios está cerca.
          El Reino de Dios lo encarna Jesús. Y Jesús está tan cerca que aquellos misioneros no hacen otra cosa que preparar la llegada de Jesús. Él viene ya detrás y con sus obras manifestará que ha llegado el esperado reinado de Dios, el anunciado por los profetas, el que todos andaban anhelando.

2 comentarios:

  1. Me ha hecho gracia esa expresión suya de hoy: "que no vayan picoteando en un sitio y en otro". Feliz día a todos

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  2. Es que nos cuesta creer que Dios se hace cargo de todas nuestras peticiones. Sabemos que a cada uno le va a dar lo que le conviene para su santificación. Dudamos...y pretendemos decirle lo que tiene que hacer. Nos parece que nosotros seríamos mejores administradores de nuestros bienes. A menudo queremos ser como Dios y somos, a menudo, malos administradores de los Bienes del Señor...

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