miércoles, 10 de octubre de 2018

10 octubre: PADRE


Liturgia:
                      Sigue Pablo presentando su biografía ante los fieles de Galacia. Hace el recuento de su periplo y con él su subida a Jerusalén, junto a Bernabé y Tito, y manifiesta que se presentó ante los más responsables de la Iglesia, y a ellos les expuso el evangelio que predica, siendo aceptado plenamente por apóstoles tan importantes como Pedro, Juan y Santiago, que expresaron su solidaridad. Y quedó la cosa clara de que Pablo se dirigiría a los gentiles y Pedro a los judíos.
          Pablo observa en Pedro una anomalía, en la que es arrastrado el propio Bernabé; era una cuestión de sinceridad sobre el modo de comportarse ante los gentiles, en que Pedro incurre en una simulación por el deseo de no escandalizar. Pablo no considera apta aquella manera de proceder y se la corrige a Pedro delante de los demás, porque aquello no cuadraba con la verdad del Evangelio.
          Quiere así mostrar a los gálatas su ortodoxia, incluso llegando a corregir al jefe de la Iglesia. Pero todo era para que quedara intacta esa verdad del único verdadero evangelio, que es el que ha predicado en aquella comunidad.

          Jesús oraba. Lc.11,1-4. Los discípulos lo observaban a cierta distancia y les llenaba el recogimiento y la vivencia que se mostraba en el mismo porte exterior. Cierto que Jesús no llenaba un tiempo, ni su oración era como la de los fariseos, de apariencia externa.
          Y cuando Jesús dejó de orar, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. Cada Maestro tenía su peculiar modo de orar y de trasmitir a sus discípulos una manera específica de dirigirse a Dios.
          Y Jesús hizo algo que distinguía especialmente a sus discípulos: podían empezar su oración dirigiéndose a Dios como PADRE. Él les dijo: cuando oréis, decid: Padre… Ya era una novedad, y novedad inesperada. Dirigirse a Dios como Padre no era cosa ni normal ni que encajara en la forma de tratar a Dios, cuyo mismo nombre no se pronunciaba por el respeto supremo que les  merecía. Pues ya que los discípulos de Jesús le piden un modo de orar, reciben ese impacto tan fuerte como el poder hablar a Dios con la intimidad de hijos a su padre.
          Santificado sea tu Nombre. Es santo. Debe ser honrado por sus hijos, que declaran santo el NOMBRE de Dios. El Nombre es expresión de la persona. Santo es Dios. Sea reconocido santo el Padre Dios.
Venga tu reino. El reinado de Dios, ansiado por Israel desde tiempo inmemorial. Que sea Dios quien lleva la vida de sus hijos. Que venga sobre todos el reinado de Dios.
          Danos cada día nuestro pan del mañana. En medio de la oración, toda ella de orden espiritual, el “pan del mañana” es el encuentro definitivo con Dios. Pero el pan del mañana es también el alimento inmediato. No se pide tener la vida resuelta. Se pide, como en el maná (que duraba un día), que Dios nos dé lo que necesitamos mañana. Que mañana ya pediremos. [La otra formulación es la que pide “el pan de cada día”, expresando la misma realidad].
            [Cabe pensar aquí en algo tan íntimo como pedir la Eucaristía de cada día. Que entre los bienes espirituales que suplicamos, una petición especial sería la de tener cada día a Jesús, y la seguridad de que “mañana” también. Personalmente yo experimento esta “acepción” cuando rezo en la Misa el PADRENUESTRO, ya cercano a la Comunión, y tengo la emoción de que un día nuevo, se me da el pan de cada día].
          Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo. Oración al Padre bueno: “perdónanos nuestros pecados”. Y ya se pone por delante el aval de ese perdón que se pide: que hemos perdonado a quien nos hubiera hecho algo. Es condición de obtener el perdón de Dios, como Jesús explicó muy gráficamente en una ocasión, a propósito del empleado infiel que no supo perdonar.
          Y no nos dejes caer en la tentación. Tentaciones las habrá. Lo que se pide no es no tener tentaciones sino no caer en ellas. Lo que debe suponer no meterse en ellas, defenderse de ellas a capa y espada.
          Debemos sentirnos muy llenos de alma cada vez que oramos con el Padrenuestro, pues usamos las palabras y sentimientos que Jesús nos puso en la boca.

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