lunes, 29 de octubre de 2018

29 octubre: La lógica de Jesús


Liturgia:
                      Continúa la carta a los efesios (4,32-5,8) con las exhortaciones de Pablo, de orden sencillo y paternal, que va en los dos sentidos: el positivo y el correctivo. En la parte positiva les dice: Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios como hijos queridos, y vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave olor. Es todo un programa de vida, y tirando hacia arriba en ese deseo de que imiten a Dios…, ¡nada menos! En el amor se puede imitar a Dios, aunque no en la perfección y grandeza del amor que Dios tiene, pero sí en la posibilidad de poner amor en lo que se hace y en las personas. Un amor que no podrá ser siempre afectivo, porque hay situaciones en las que no se puede dar la relación del afecto, pero sí en lo efectivo del amor: estar allí donde alguien me necesita; acudir a la necesidad como la sangre acude a la herida.
          En la parte “correctiva”, Pablo advierte que de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ¡ni hablar! Sencillamente ¡ni hablar! No caben medias tintas. Y son dos clases de inmoralidad: la de la indecencia y la del afán del dinero. Y la razón: por algo sois pueblo de Dios.
          Otro capítulo correctivo: Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido: todo eso está fuera de sitio. Me encanta Pablo: no deja lugar a las medias verdades. “Está fuera de sitio” es que no cabe en vosotros. Lo vuestro es alabar a Dios. Queda claro. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero –que es una idolatría- tendrá herencia en el Reino de Cristo y de Dios.
          Acaba advirtiendo: Que nadie os engañe con argumentos falsos: estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos, porque ahora sois luz como cristianos: Vivid como gente hecha a la luz.
          La verdad es que esto valdría perfectamente para el tiempo presente, en que hay tantos falsos argumentos para hacernos pasar gato por liebre. La política (que es el arte de mentir) y los medios de comunicación que se ponen al servicio del mal, nos bombardean con “argumentos falsos” para hacernos creer que es bueno lo que no lo es, y que es aceptable lo que rompe con los esquemas más nobles. La advertencia de Pablo nos viene muy bien al tiempo presente, y nos previene a las gentes de buena fe para no dejarnos embaucar.

          El evangelio es muy típico de las actuaciones de Jesús y de su tensión frecuente con los fariseos. Nos presenta Lc.13,10-17 el caso de una pobre mujer que andaba encorvada desde hacía 18 años, sin poderse enderezar. Alguien dice que no podía ver el cielo sino reflejado en los charcos del camino. Jesús la vio y Jesús no podía quedarse igual ante aquella desgracia. Y la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Después le impuso las manos y la mujer se enderezó, y dio gracias a Dios y alabó a Dios.
          A la otra parte, el jefe de la sinagoga se indispuso por el hecho de que Jesús había curado en sábado, y se encaró con la gente: Venid otros días para ser curados y no los sábados. Esto es lo que indignaba a Jesús porque era anteponer una ley más humana que divina a lo que es la caridad con el necesitado. Y le dijo: ¡Hipócritas!, cualquiera de vosotros no desata al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea en sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, ¿no había que soltarla en sábado?
          Para Jesús la persona está sobre las leyes. Y tanto más sobre las exageraciones que habían añadido los fariseos a esas leyes, que acababan por hacerlas inhumanas. Para Jesús el hombre/la mujer son siempre preferibles al cumplimiento de las normas, porque Jesús tiene en mucho valor a la persona humana. Y allí donde se ponía una necesidad, Jesús acudía inmediatamente y diríamos que “por instinto” (es decir, por el corazón de Dios que late en Cristo).
          A eso responde la gente con alabanzas a Dios, con alegría de ver las actuaciones de Jesús, sus milagros benéficos, mientras que los fariseos quedan abochornados por la argumentación que Jesús les ha hecho. Porque era una realidad: ¿qué suponía más trabajo: sacar a abrevar a los animales, o imponer las manos a un enfermo? Y mientras admitían lo primero, no aceptaban aquella acción tan simple –y tan beneficiosa- como la que Jesús había realizado.

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