lunes, 26 de febrero de 2018

26 febrero: Oración de arrepentimiento


Liturgia:
                      Una de las demostraciones más clara de la importancia de la oración, bajo sus múltiples formas es que en 13 días que llevamos de la Cuaresma, ya ha salido por tres veces el tema de la ORACIÓN. Comenzó expresándonos el valor de la misma diciéndonos que siempre vuelve a Dios, pero formando un círculo permanente del cielo y la tierra, de forma que de Dios viene la lluvia (la gracia) y empapa la tierra (el alma) y vuelve a Dios, de manera que nunca queda vacía. Es más: volverá más densa aún de nuevo para volver a llevar el alma, y así sucesivamente.
          De ahí pasamos a la oración angustiosa de Ester, quien se hallaba ante un peligro inminente, y su único camino de salida fue aquella oración desgarrada ante el Señor para que ayudara a su pueblo y le liberase de la insidias de Mardoqueo.
          Hoy es una oración humilde, abatida; la oración del pecador y del que pertenece a un pueblo infiel, que no le queda más salida que la súplica ardiente que espera misericordia. Comienza con un reconocimiento de la fidelidad de Dios (Dan 9,4-10), que es un Dios que no falla a sus promesas y que es rico en compadecerse de los hombres. Ante él, rendidamente, Daniel derrama su confesión:  Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos. No hemos escuchado a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaban a todo el pueblo…
          Esa es la confesión, la dolorosa historia que puede constatar Daniel. Pero con eso no se hace más que recuerdo de la situación. El perdón ha de venir de Dios, el Dios que hace justicia (=misericordia) y supera nuestra propia vergüenza que se refleja en nuestro rostro. Pero a esa vergüenza corresponde su piedad, su perdón. No nos justificamos de nada, Nos hemos rebelado contra él y no hemos escuchado sus leyes.
          Yo insisto siempre al penitente que es sincero en la acusación de sus faltas que eso es “la historia” pasada. Eso es propiamente la “confesión”, realidad que, hasta ahí, se queda en el reconocimiento de lo que ha ocurrido. Con eso no se ha hecho más que poner la materia para el acto siguiente que es el sacramento o acción directa de Dios. Entra el sacramento cuando sobre esa “historia” de lo que ha pasado se proyecta el propósito, y propósito concreto de algo que va a cambiar o se van a poner los medios para cambiar. Para muchas personas se queda en “no querer pecar más” o “ser mejores”, realidad que es tan inconcreta que se acaba traduciendo en nada, y que las confesiones se repiten una y otra vez iguales con el “peco y me confieso”. Ahí no ha entrado el Sacramento. ¡Con lo que eso significa! El propósito tiene que hacer pie en lo confesado (la “historia personal”), y ver en concreto qué algo se puede hacer, siquiera en alguna cosa, para que eso sea objeto directo hasta la confesión siguiente. A lo que ayudará mucho hacer de tal materia una revisión diaria de cómo se está llevando a cabo lo que se prometió en concreto.

          Si el sábado pasado se concluía con Mateo el sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto, hoy se ha tomado el mismo final en San Lucas (6,36-38), que lo extiende a las relaciones humanas; Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Y lo aplica directamente a la forma de relaciones entre las personas: el juicio, la crítica, el perdón No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad y seréis perdonados. Hay una correlación entre la acción y la reacción. Por supuesto en lo que es tocante a la respuesta de Dios. Pero también en lo que se refiere a la “paga” que vamos a recibir de los hombres. El que perdona, puede ser perdonado. El que no juzga, no será juzgado… Recibirá la medida que emplee, y con creces. La medida que uséis la usarán con vosotros.
          Cierto que en lo humano eso no se cumple siempre. Pero tampoco deja de cumplirse en general, y que es muy normal que la persona prudente sea más respetada que la imprudente. Pero donde puede fallar lo humano, tenemos siempre la seguridad de lo fiel que es Dios, y él ciertamente calibra a la perfección lo que hacemos, lo que pensamos, lo que juzgamos, lo que perdonamos. Y su medida para con nosotros será una mediada amplia en generosidad. Y al fin y al cabo es lo que nos interesa.

2 comentarios:

  1. Es por lo que dice el Padre Cantero a cuenta de la confesión, que muchas veces diera la sensación que no se ve ni se palpa un avance ni un cambio de actitud (conversión). Y es por eso, que las relaciones con los hermanos a veces tampoco funcionan como deberían entre cristianos, y es por eso que a veces dominan las pasiones a pesar de confesarse recientemente; las envidias, los celos, las maledicencias, etc.
    Porque una persona puede acercarse a confesar, y ya es un paso, pero...no es suficiente el ir a tranquilizar sólo la conciencia para poder cumplir una especie de precepto, porque detrás de ese acto puede haber un engañarse a sí mismo; un creer que es todo lo que tenemos que hacer; y no es así.

    Este párrafo debería estar enmarcado en cada casa donde haya cristianos:

    "Yo insisto siempre al penitente que es sincero en la acusación de sus faltas que eso es “la historia” pasada. Eso es propiamente la “confesión”, realidad que, hasta ahí, se queda en el reconocimiento de lo que ha ocurrido. Con eso no se ha hecho más que poner la materia para el acto siguiente que es el sacramento o acción directa de Dios. Entra el sacramento cuando sobre esa “historia” de lo que ha pasado se proyecta el propósito, y propósito concreto de algo que va a cambiar o se van a poner los medios para cambiar. Para muchas personas se queda en “no querer pecar más” o “ser mejores”, realidad que es tan inconcreta que se acaba traduciendo en nada, y que las confesiones se repiten una y otra vez iguales con el “peco y me confieso”. Ahí no ha entrado el Sacramento. ¡Con lo que eso significa! El propósito tiene que hacer pie en lo confesado (la “historia personal”), y ver en concreto qué algo se puede hacer, siquiera en alguna cosa, para que eso sea objeto directo hasta la confesión siguiente. A lo que ayudará mucho hacer de tal materia una revisión diaria de cómo se está llevando a cabo lo que se prometió en concreto."

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  2. Aquí la segunda parte de mi serie en vídeo acerca de la Santa Misa, explicada desde mi vivencia personal: (Para acceder hay que copiar este enlace en el navegador)
    https://www.youtube.com/watch?v=O0kP6oP2MFE

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