sábado, 10 de febrero de 2018

10 febrero: El mundo sin Dios

Liturgia:
                      Entramos en la historia dolorosa de Israel, la historia de las deslealtades y de las intrigas, centradas en el mal proceder de sus reyes. Jeroboán, el hijo de Salomón ha recibido 10 tribus, pero no Jerusalén, el centro de Judá. (1Reg.12,26-32 y 13,33-34). Y para que la gente no vaya a Jerusalén, él construye dos centros de oración, concretados en dos becerros de oro, que coloca uno en Betel y el otro en Dan, aparte de ermitas en diversos altozanos, y nombrando sacerdotes que no pertenecían a la estirpe sacerdotal sino que estaban tomados del pueblo. Él mismo subió a orar a Betel.
          Es fácil comprender que todo aquello fue una abominación que llevó a pecar y a destruir las bases de un pueblo religioso. Y esto le acarreó la ruina y la destrucción y exterminio de la tierra.
          Aquí se va a dejar por ahora la lectura del Antiguo Testamento en la lectura continuada. Pero nos ha quedado abierto un tema de reflexión muy fuerte, cuando miramos la realidad de nuestro mundo, en el que los dirigentes han destruido el entramado religioso que sostiene una civilización en un orden y con un referente superior y unos principios morales y espirituales que frenan las pasiones humanas y el animal que llevamos dentro.
          Sentarse ante un telediario es hoy un verdadero tormento porque lo que nos pone delante es la aberración de los instintos desatados, explotando en diversos sentidos: si es por el dinero, se desata la corrupción y el abuso, la esclavitud de las clases menos pudientes y el enriquecimiento desmedido de los ya poderosos.
          Si es por la falta de sentido de la vida, tenemos muertes impensables dentro de las mismas familias, y violencias desatadas ferozmente; no digamos ya lo que es las venganzas, los ajustes de cuentas, los celos y la violencia machista. O la que prolifera en los centros escolares con niños y adolescentes.
          Si es por el sexo, es alarmante que unos niños que aun no han entrado en la adolescencia, violen y ataquen y se comporten tan fuera de lo que es propio de esas edades. Y si saltamos ya a personas jóvenes o adultas, repugna ver el mundo barriobajero en que se enfrascan personas de todo tipo, creando negocios infames de pederastia, con todo lo que eso lleva encerrado.
          Si es por el mundo de la droga, entramos en una parte de la sociedad que se ha metido en un negocio degradante que mueve millones de euros o dólares para destruir voluntades y familias.
          Se podría seguir diciendo.
          Pero lo que importa es mirar dónde está el foco de ese hundimiento de la moral y de los criterios: Jeroboan le quitó a su pueblo al Dios Yawhé. Y le quitó entonces la dimensión espiritual y sobrenatural. Y lo que dejó fue el embrutecimiento de un pueblo que siguió a ídolos que no podían darles la altura que aquel pueblo había tenido cuando tuvo a su Dios.
          Hoy día explican los psicólogos y los sociólogos todo lo que les deja su ciencia para diagnosticar las consecuencias humanas de todo ese fenómeno que estamos viviendo. Pero no se meten a estudiar la base última de esos comportamientos tan fuera de lugar y de lógica que se están dando como fenómenos más amplios y en algún grado generalizados. Y han perdido de vista la brutalidad que supuso aquel “autobús ateo” que decía así: A lo mejor Dios no existe. Haz lo que quieras. ¡Ahí está de lo que es capaz de hacer “lo que quiere” el animal que llevamos dentro, cuando se le ha quitado de en medio a Dios!

          El evangelio de Mc.8,1-10 es una versión distinta pero casi calcada de lo que conocemos como “multiplicación de los panes”. Por seguir ya en la línea de lo comentado más arriba, el mundo que representa aquella muchedumbre es una situación “que no tiene qué comer”, y que no tienen cómo hacerse de panes en aquel descampado.
          A la par, Jesús que siente lástima de aquella gente que llevan tres días sin comer, y si los despido en ayunas, se van a desmayar por el camino. De ahí que Jesús sea quien sale al paso y quien agencia la manera de darles de comer de donde no hay… Pero él multiplica lo poco que hay para que coman y sobre.
          Esa es la diferencia de tener a Dios. Ese es el pueblo que no desmaya por el camino porque se ha puesto a seguir a Jesús y en Jesús encuentra la solución.

          Este es el “nuevo telediario” que se podría tener cuando el mundo de hoy abriera sus brazos a Dios.

1 comentario:

  1. Ante el hambre de las muchedumbres, Dios quiere que seamos solidarios"Dios quiere que tú contribuyas a la justa distribución de la riqueza. Comienza por tí mismo, limita lo superfluo a favor de los indigentes". También nosotros podriamos hacer milagros procurando vivir sin derroche y compartiendo con los que no tienen.

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