jueves, 15 de febrero de 2018

15 febrero: Elección

MAÑANA, ESCUELA DE ORACIÓN,
5'30.en Málaga
Liturgia: Elegir el bien
                      El Jueves de ceniza empieza planteando una actitud básica para poder hablar luego de otras cosas más en concreto. Deut.30,13-20 sitúa a la persona ante una elección (porque la vida se compone de momentos de elección). La elección, a primera vista, es muy fácil porque pone delante como dos extremos: el bien (la vida) y el mal (la muerte). ¿Quién, que tenga uso de razón, va a elegir el mal? He aquí que es posible que haya quien elija el mal. A ellos se les anuncia que perecerán.
          En cambio, a los que eligen el bien, se les augura vivir largos años apegados al Señor. Claro que elegir el bien no es algo que se hace de una vez por todas. Hay continuadas ocasiones de elección. Y dentro del BIEN, hay posibilidad de elegir entre “bueno” y “mejor”. Y eso es labor de toda la vida.
          ¿Cuál es ese bien que se propone y –consiguientemente- cuál es el mal que hay que evitar? Lucas 9,22-25 nos trae, de boca de Jesús que el bien está en seguirlo a él, y que eso supone negarse a sí mismo, tomar la cruz cada día e ir tras él. Porque otra cosa es perder la vida, arruinar el alma, perjudicarse a sí mismo.
          El que quiere vivir de acuerdo con Jesús y, por tanto, la bondad del Reino, no tiene otro camino que sustituya a ese. El BIEN que Jesús propone, no tiene vuelta de hoja.
          Todo eso tiene una historia detrás, y voy a intentar abrirle el primer capítulo para que podamos ir desmenuzando el fondo de todo lo que hay debajo.
Jesús eligió con la misma voluntad y predilección a los Doce apóstoles: para estar con Él, echar demonios, curar enfermos, Judas vio en Jesús un líder con personalidad y que el pueblo se ponía de su parte, y se apegó a él pero con intenciones muy diversas de las de los otros once. Y su chasco fue que Jesús proclamaba las BIENAVENTURANZAS como “programa”, y que Él mismo era “manso y humilde de Corazón”, misericordioso y abierto a toda bondad.  Y Judas vio frustrados sus deseos, y él mismo sintió la frustración de sí, que se había equivocado.  Y una persona que se equivoca y encima quiere justificarse a sí misma, acaba siendo un amargado, que puede salir por cualquier sitio, menos por el que debe. O consigue encontrarse a sí mismo, y sigue de corazón el camino que se le propone, o se retira con la honradez del que sabe que se ha equivocado.
          Judas no tuvo agallas para eso. Y continuó en el grupo, aparentando y agazapado. Y de una parte echaba demonios, y por la otra los dejaba crecer dentro de sí.  Ya asomó su orgullo y su malestar cuando Jesús prometió la vida a quien comiera su cuerpo y bebiera su sangre.  Hubo muchos discípulos del grupo amplio que seguía a Jesús que no sobrellevaron aquello con buen sentimiento, pero el evangelista ya deja apuntado que detrás estaba ya “el que sería traidor”.
          María de Betania, ofrece a Jesús un obsequio de agradecimiento, por ver resucitado a su hermano Lázaro: derrama sobre la cabeza de Jesús el mejor perfume. Y Judas se rebela contra “aquel derroche”. Lo enmascara con el señuelo de haberlo vendido y dar a los pobres (eterna canción de los amargados). Ya se ocupa el evangelista de aclarar: no es que a Judas le importaran los pobres, sino que era ladrón y si había más dinero en la bolsa común del grupo, más se llevaba para él. Pero Jesús salió en defensa de la mujer. No sólo que era mujer; es que no le daba la razón a Judas. Y se envenenó su corazón hasta concebir la venganza como reacción.
          Y se fue a los sumos sacerdotes y les ofreció la venta…: ¿qué me dais si os lo entrego?  No eran ideales de vida, no eran los pobres, no era alguna causa que –aunque equivocada- respondiera a una ideología. Era simplemente la suciedad albergada por tiempo en su corazón, que explotaba con la asquerosa venganza de vender al Maestro a sus enemigos. Y desde entonces buscaba el momento de entregarlo.
          ¿Cómo podía ser –desde este momento- su convivencia con el grupo y con el Maestro?  Evidentemente que un infierno para él…;  un no saber qué pasaba, por parte de sus compañeros, de los que se mostraba huidizo. ¿Cuál sería el sentir de Jesús, al que evidentemente lo informaron los amigos que tenía en el Consejo de Ancianos? Jesús intentó de mil maneras acercarse a él, ofrecerle ocasión de reconciliación consigo mismo… En realidad cada remedio era peor que la enfermedad, porque quien ya está envenenado en su alma, respira veneno por los cuatro costados.

          ¿Qué eligió, pues, Judas? Eligió el mal. Y fue su muerte.

2 comentarios:

  1. Que oportuno comentario, y que bueno que hoy hice lo que hice, jeje.

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  2. ¡Conviérteme, Señor! ¡Haz mi corazón de carne como el tuyo y ensanchado para que quepamos todos! Hace varios días que estamos hablando de conversión; coo cada año hicimos los propósitos, pero siempre aparecerá algo para que alguno de ellos se quede en la buena intención. Perdonarnos y perdonar es una buena manera de acompañar a Jesús, llevando nuestra cruz y de sentir que no la llevamos solos. Él camina a nuestro lado.. No es imaginación, es certeza.

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