viernes, 2 de febrero de 2018

2 febrero: Presentación de Jesús en el Templo

HOY ES PRIMER VIERNES
Liturgia: Presentación de Jesús en el Templo
                      El título litúrgico ya es una primera llamada para la celebración de la verdadera fiesta que se celebra: de trata de la presentación del Señor en el Templo, a los 40 días de su nacimiento. No hay nada de “purificación de María”, entre otras cosas porque no existía ningún ritual en ese sentido. Los 40 días expresaban la obligada cuarentena de la mujer que había dado a luz y que, una vez pasados esos 40 días, la mujer se reincorporaba a su medio social.
          Ha despistado el sentido popular de “la Candelaria” atribuyendo el título a María. Sin embargo la cosa va por un sentido muy diverso. Cuando al ir a presentar al niño en el templo, según prescribía la ley. Simeón canta su “despedida” de este mundo, lo hace porque ya han visto sus ojos al Salvador, LUZ para alumbrar a las naciones. “LUZ”=Candela. La LUZ es ese niño, ese Mesías, que viene a alumbrar a un mundo, el de Israel y el de “las naciones” todas.
          De ahí el modo de celebración de la liturgia completa, que se hace con una procesión previa a la Misa, en la que el sacerdote se traslada de una iglesia a otra, acompañado por las candelas con las que va a “entrar en el templo”, evocando aquella entrada del Niño en brazos de su madre y junto a José. Es lo que se llama “lucernario” o celebración con luces (candelas), que preparan el momento central de la celebración, que es la Eucaristía. La oración primera será desear ser presentados delante de Dios con el alma pura, así como el Hijo de Dios fue presentado hoy en el templo.

          La 1ª lectura (Mal.3,1-4) nos afirma: De pronto entrará en el santuario el Señor, mensajero de la alianza que vosotros deseáis, que es anuncio de esa presentación del Mesías en el santuario, que realizará la alianza deseada y prometida por Dios. Y se pregunta: ¿Quién puede resistir a su venida? Llega para algo, y ese algo es la acción salvífica de Dios a través de su enviado. Agradará al Señor la ofrenda¸ que viene explicitada en la 2ª lectura.

          El evangelio Lc.2,22-40), como la pieza principal que da el núcleo de la fiesta que celebramos: el Niño –hijo primogénito- es traído por sus padres el templo para cumplir con lo mandado por la ley del Señor. Es presentado en el templo como un ofrecimiento a Dios, pero sus padres se lo llevarán después de ofrecer por su rescate un par de tórtolas o dos pichones. Todo estaba muy determinado y María y José venían a tiro hecho del ritual que habían de seguir.
          Con lo que no contaban era con la presencia de un hombre anciano y fervoroso que, al ir a entrar ellos con el niño, se dirige al grupo y exclama con gran emoción: Ahora puedo ya morir en paz, porque mis ojos han visto al Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. María y José se miraron y vieron un hombre de Dios. Y María puso al niño en sus brazos, admirados por lo que se decía del niño.
          Podrá leer u omitirse en la lectura litúrgica lo que sigue a continuación, pero yo lo comento por la fuerza profética que tiene, y que casi forma un bloque con lo anterior. Simeón bendijo a la Madre y le hizo una doble afirmación: Ese niño estaba puesto como señal ante la que se dividen los hombres. Y dirigiéndose a la madre, le anuncia una espada que le atravesará el alma. Ante ese Jesús van a quedar descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Ante Jesús no va a quedar posibilidad de permanecer indiferentes: o se va a tomar partido por él o se va a enfilar como enemigo al que destruir. Realidad que tenemos más que comprobada y de una actualidad rabiosa. Incluso los que pretenden prescindir de Jesucristo, en la realidad le están haciendo una guerra atroz. Es como si quisieran sacudirse una sombra que no les deja, porque –por mucho que quieran- Jesús se les hace presente de mil maneras.
          No le fue a María totalmente novedoso el anuncio de la espada en su alma. Ella ya lo había calibrado en su a Dios en la anunciación, porque conocía muy bien los anuncios mesiánicos del Siervo de Yahwé, en Isaías. Y sabía que se había embarcado en una realidad en la que su corazón iba a ir traspasado a la par que los sufrimientos del Hijo.


Hoy celebra su patronazgo la VIDA CONSAGRADA (consagración del Niño), y los movimientos seglares de VIUDAS CRISTIANAS y VIDA ASCENDENTE, por la presencia de la viuda Ana y de los dos ancianos que intervienen en la escena.

1 comentario:

  1. Simeón y Ana están llenos de Espíritu Santo y son capaces de ver en el Niño la salvación de Israel.Ellos han ido al Templo movidos por el Espíritu Santo. Ellos han puesto su vida al servicio de Dios y tienen la sabiduría que han adquirido a través de lo años y tienen la Sabiduría que les comunica el Espíritu de Dios .Las grandes verdades no siempre nos llegan de las mentes privilegiadas, sino a través de estas personas que viven en Dios.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!