miércoles, 28 de diciembre de 2016

28 diciembre: Santos Inocentes

Liturgia
          En medio del ambiente de Navidad aparece el contrapunto de la celebración de los SANTOS INOCENTES, que son mártires inconscientes del nacimiento de Jesús. El evangelio de San Mateo lo describe en 2, 13-18, y son la consecuencia de la ambición y obsesión de poder del reinante rey Herodes, que ya llevaba a sus espaldas muchas muertes de personas allegadas o relacionadas con él, en cuanto pensaba que podían ser un obstáculo en su poderío.
          La verdad es que esta fiesta estaría mejor situada después de Epifanía, por aquello de que entonces se narra la venida de los “magos”, que dieron pie y pista a Herodes para emprender su brutal decisión.
          La 1ª lectura no hace al caso, porque es “continuada” de la que se empezó ayer con la 1ª carta de San Juan. Hoy (1, 5-2,2)  su “tesis” fundamental es que para conocer a Jesús y estar unidos a él hay que vivir “en la luz”. Todo lo que no es en nosotros claro como el día, es vivir en tinieblas Y así si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros; pero si confesamos nuestros pecados, él –que es fiel y justo- nos perdonará y lavará… Y decir que no tenemos pecado es hacer a Dios mentiroso. Y confesar nuestro  pecado es tener ya un Defensor ante el Padre. Un conjunto de afirmaciones que habría que esculpir a la vista de tantos y tantas.


AMANECER EN BELÉN
[Del Libro: Quién es Este]
La noche se serenó suficientemente y descansaron María y José, cada uno desde su particular vigilancia, María muy cerca del niño; José en la embocadura.
José se desveló antes, no sé si por el frío o porque bien cayó en la cuenta de que había temas que resolver de inmediato, en cuanto amaneciera. Porque allí no iban a quedarse. Hoy comerían con los pequeños obsequios de los pastores. Pero eso no era solucionar apenas nada. Sobre todo: de allí, del lugar improvisado por la urgencia del momento, había que partir ese mismo día. Había que buscar un alojamiento en la ciudad. Un mínimo techo, bajo el que estar, en tanto se pensaba lo que habría que hacer.
Cuando María se hubo despertado y se puso en pie, desentumeciéndose de la postración de la noche, José le expresó su pensamiento. Coincidían plenamente; era lo más lógico. Pero lo que José llevaba sobre sí era dejarla sola en aquel descampado. ¡Y no había más remedio! María lo veía claro. Ella sabía que quedaba bajo la protección de Dios. Y tranquilizó a José y le dijo que se fuera sin recelo. Que preparara la mula y que emprendiera ese trayecto de 2 kilómetros.
José, entre afligido y alegre, salió cara al aire frío de la mañana, pero con la mirada puesta en el Cielo y el corazón en Dios. Siempre estuvo Dios con ellos. Él iba confiado en sus manos.  Claro que el esclavito está para algo y –aunque a la distancia sublime de la mística-, yo estoy allí para algo. María no va a quedar sola. Yo me quedo y, aunque siempre guardando mí sitio y sin entremezclarme, le puedo decir a María que cuente conmigo.
María salió un poco a estimular sus músculos. El Niño dormía plácidamente. Yo me quedé cerquita, muy cerquita, porque tenía el presentimiento que ese Niño expresaba vida –pero vida de dentro- en cada respiración. Me fui acercando. Es evidente que el Niño no hablaba. Pero no me quedaba sordo a esa voz profunda que habla más que el silencio.
San Pablo lo sabía. La liturgia lo explicitó atrevidamente. San Jerónimo lo dijo con una palabra que a mí siempre me deja recogido en el alma. Es un silencio elocuente. Y San Pablo dirá que “ha aparecido la Gracia de Dios enseñándonos con elocuencia” Y a mí no se me pasa por alto. Mientras María está rondando por allí, sin perder de vista al Niño, yo estoy como queriendo escuchar… No me quito de mi pensamiento que hay más elocuencia en ese silencio del niño-rey recién nacido…, de la PALABRA hecha carne y viviendo ya entre nosotros, y que escuchar esa Palabra HACE HIJOS DE DIOS. Por eso no pierdo puntada. ¿Habrá allí alguna cosa que me esté queriendo decir algo?

María entró. Yo me separé de mi proximidad. Sentí como que había una complicidad entre Ella y yo. Ella, guardaba en su Corazón. Yo sentía un presagio de algo. Y no renuncio a volver a acercarme a solas, en cuanto pueda, porque Jesús está callado, como niño que es, pero ese Jesús HABLA donde otras voces no se oyen. Sí la suya.

2 comentarios:

  1. celebración de los SANTOS INOCENTES
    La verdad es que esta fiesta estaría mejor situada después de Epifanía
    La 1ª lectura no hace al caso, porque es “continuada”

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  2. Aquellos bebés de Belénmuertos por causa de Cristo muestran la brutalidad del hombre por su afán de poder. Los SANTOS INOCENTES SON MÁRTIRES INCOSCIENTES DEL NACIMIENTO DE jESÚS,(P.M. Cantero) Pero Dios es el Señor de la Vida, el Omnipotente; nadie puede ser obstáculo a sus planes sobre la Humanidad. El rey, tiene un mundo construido sobre el poder y la corrupción y siente que por un niño, está en peligro de perderlo-. Mata a los niños porque se vuelve loco.

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