jueves, 1 de diciembre de 2016

1 diciembre: Creyentes y practicantes

Mañana es PRIMER VIERNES,
Día de oración universal
por las intenciones del Papa
MÁLAGA: Reunión a las 17’30,
en el lugar y forma habitual

El evangelio del día
          Mt 7, 24-27.   Este Jueves 1º de Adviento nos pone ante un tema muy actual.  Dice Jesús: “no todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que practica”.
        Lo que está de moda es definirse como “creyente no-practicante”.  Jesús da un mentís rotundo.  Son 2 términos irreconciliables.  O se cree y se practica, o no se es creyente en Cristo y en la obra de Cristo.
        Muy fácil de entender: si un matrimonio vive cada uno en una esquina de España y jamás se ven, ni se buscan, ni se hacen los gustos del otro..., sino que cada cual vive y “quiere a su manera, tenemos un “matrimonio no-practicante”.  Es decir: como si no lo fuera.  Aunque se manden una postal para Navidad.
        Si un Notario ni ejerce su profesión, ni estudia, ni se interesa por lo que es su profesión, sería un “Notario no practicante”.  O sea: no lo es, aunque tenga el título y lo ponga en sus tarjetas
        Un taxista que no tiene taxi es un “taxista no practicante”.
        El ejercicio substancial de la fe son LOS SACRAMENTOS, obra de Cristo, administrados por su Iglesia.  Quien no practica los Sacramentos habitualmente, aunque sea muy devoto de santos, lleve muchas medallas, haga novenas, pertenezca a entidades piadosas, dirá mucho: “Señor, Señor”, pero no es seguidor de Cristo.  El seguidor de Cristo ES EL QUE PRACTICA, tal como Él lo ha dicho.  Y así está construyendo su casa sobre cimientos firmes.  Otra cosa son arenas movedizas, que no cimientan nada. La comparación que Jesús ha puesto es muy expresiva: sólo permanece en pie la casa con cimientos sobre roca.

          Lc. 123-25.- No sé hasta qué punto se valora este comienzo de Lucas con la narración de Zacarías o si generalmente la piedad prefiere arrancar desde los versículos siguientes con el anuncio del ángel a María. Sin embargo este comienzo es como la “situación” previa que va a dar explicación a diferentes datos de lo que sigue. Por eso me gusta siempre empezar el adviento con el episodio de Zacarías, para enmarcar sucesos que vendrán tras el anuncio del ángel a María. De hecho, como ha quedado dicho, el ángel de Zacarías ya relacionó la venida aquella junto al altar del templo con la llegada del Mesías: Tu mujer Isabel te dará un hijo…, que será grande a los ojos del Señor…, y precederá con el espíritu y fortaleza de Elías.
 Acabado el turno del servicio de Zacarías, marchó a la montaña. Y se unió a su mujer, y todo fue como “el ángel” le había dicho.
Isabel ya está embarazada. Gozosa. Y gozoso Zacarías. Son padres, lo más hermoso para un matrimonio israelita. Pero hay más: en la Biblia hay varios casos como el suyo: matrimonios ancianos, estériles, ya aparentemente abandonados a su desgracia, a los que viene el Dios Iahvé cuando menos lo esperan, y los visita con la promesa de un hijo, con un hijo con nombre puesto por Dios. Éste es su caso, pensaron Zacarías e Isabel. Piensan, con razón: “Aquí ya ha entrado Dios”. Lo viven en el obligado silencio de la mudez de Zacarías, entrecortada por esos signos cómplices de gozo profundo.
En la soledad de la montaña de Judea van pasando los días y los meses. E Isabel se recluye en su casa, no sabemos si porque hasta siente rubor de verse embarazada a sus años, o más bien porque está anonadada por lo que en ella ha hecho el Señor. Lo que es evidente para Isabel es que el Señor lo ha hecho así con ella para quitar mi afrenta ante el pueblo. Ha tardado en venir aquella liberación, pero ha llegado cuando ha sido el tiempo de Dios…, nada menos que el tiempo de la plenitud mesiánica. Porque a muchos kilómetros de distancia, en la región norteña de Galilea, Dios iba a realizar el misterio más incomprensible, y precisamente en la propia familia de Isabel. Ni podían sospecharlo así Zacarías y su esposa. Pero el hijo que Dios les daba, eso sí, precedería… El Mesías estaba cercano, pues, y Juan iba a ser heraldo de ese misterioso ser que vendría con el poder de Elías para retornar los corazones de los padres hacia los hijos.


[Sobre la base del libro: QUIÉN ES ESTE]

1 comentario:

  1. Una persona puede edificar su vida sobre arena, sobre barro, sobre humo...Si quiere apoyarse con seguridad tiene que edificarla sobre roca, sobre la Roca permanente que es Jesucristo. Jesús nos advierte que estamos expuestos a muchas tempestades, muchos vientos y nos orienta para que aprendamos a defendernos y a cumplir la voluntad del Padre del cielo y su Hijo nos lo muestra con su vida y con su Palabra. No se trata de nuestra propia construción, también tenemos que ayudar a otras personas que andan desorientadas en un mundo que no les ayuda.

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