jueves, 30 de junio de 2016

30 junio: Tus pecados son perdonados

Mañana NO HAY Apostolado de la Oración
Liturgia
          Amós no se ha hecho agradable con su profecía y el sacerdote En 7, 10-17 Amasías le aconseja que se esconda y se refugie en tierra de Judá (que entonces era contradistinta de la zona de Israel). Amós confiesa que él no es profeta ni hijo de profetas pero que lo que dice es lo que le pone Dios en la boca respecto del reino de Israel. Y no está esa palabra para ser callada ni disimulada.
          Prescindiendo ahora de esas profecías concretas que Amós pronuncia, hay un principio muy importante en lo que responde Amós a Amasías: él era un cultivador de higos y guardián de ovejas; él no tenía ninguna gana de profetizar…, de hablar en nombre de Dios, pero una vez que Dios le ha enviado, no tiene más remedio que hacerlo.
          Me recuerda a los apóstoles cuando el Sanedrín judío les intenta silenciar para que no hablen de Jesús, y ellos responden con humildad que no pueden callarse porque a Dios hay que obedecerlo antes que a los hombres.
          Cosa aparte es ya el tono y modo de su profecía, donde se plasma un carácter determinado como su último enfrentamiento con Amasías, con que acaba la lectura.

          La narración de San Mateo en el evangelio (9, 1-8) es una de las más llamativas por el enfrentamiento con los fariseos y la demostración que les hace de su ser superior a lo humano. Vayamos por partes. Jesús ha desembarcado  en la otra orilla de Gerasa (lectura que no tuvimos ayer por ser la fiesta de San Pedro). Y al desembarcar le presentan a un paralítico acostado en una camilla, que llevan unos hombres.
          Y Jesús –dice el texto- viendo la fe que tenían (el paralítico y los que lo llevan), se dirige al paralítico y le dice: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.
          Mi pregunta siempre ante esa palabra de Jesús es si el paralítico y los hombres aquellos quedaban satisfechos de lo que decía Jesús. Porque el dolor de aquellos momentos no era para ellos el de los pecados sino el de la imposibilidad física del enfermo.
          Por otra parte es verdad también que un judío podía saber interpretar que aquel perdón de pecados era una forma de expresarle la curación de su parálisis, puesto que en aquella cultura estaba muy unido pecado y enfermedad. Y si estaba paralítico era por sus pecados, y si le perdonaban los pecados, quedaría sano. Pero ¿realmente fue así como pensaros ellos?
          Los que sí pensaron en la forma que más picaba eran los doctores de la ley que se escandalizaron ante aquella afirmación de Jesús, pensando que había blasfemado atribuyéndose unos poderes que sólo puede tener Dios: el perdón de los pecados.
          Jesús advirtió su reacción, y les hizo un planteamiento que era de algo comprobable: ¿Qué es más hacedero: decir “tus pecados  están perdonados” o decir: “Levántate y anda”? En verdad era un desafío muy serio. Porque quien tiene poder para levantar a un paralítico de su camilla, puede tener el poder de perdonar pecados. Es decir: lo uno y lo otro es poder divino. Y Jesús se lo ponía ahora delante si es que querían VER hechos prodigiosos para creer.
          Y dice: Para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados…, se dirige al paralítico y le manda: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. Y aquello fue tal como lo decía Jesús. Casi seguro que aquel hombre titubeó. No era fácil pensar que podía ponerse en pie al cabo de tanto tiempo postrado y sin fuerza en sus piernas… No se levantó e pronto. Tanteó…
Los ojos de todos estaban fijos en él. Notó que sus piernas respondían. Sus acompañantes le ayudaron y le sostenían. Pero él se dio cuenta de que podía sostenerse… Dio unos pasos. Podía hacerlo sin ayuda de nadie. Miró a Jesús con admiración y cogió su camilla a cuestas y comenzó a caminar… ¡Y se fue así a su casa!
¿Qué podían ahora decir los doctores de la ley? Callar y disimular lo mejor que podían. Escandalizados y todo habían tenido a la mano la prueba evidente de que “el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados”.

Las gentes estaban sobrecogidas y alababan a Dios, que da tal poder a los hombres. ¿Se quedaron ahí o dieron el salto a la fe? ¿Se plantearon que el Mesías estaba entre ellos? Sería para poder entrar en el sentimiento de aquellas gentes y ver cómo reaccionaban realmente ante tan grande suceso.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad8:45 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (continuación)

    LAS FUENTES DE LA ORACIÓN.

    "Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela, dando gracias a Dios" (Col 4,2).

    ¿TIENE MI ORACIÓN PERSONAL ALGO QUE VER CON LA ORACIÓN DE LA IGLESIA?.-En el culto divino de la Iglesia, en la liturgia de las Horas y en la Santa Misa, se pronuncian comunitariamente oraciones que proceden de la Sagrada Escritura o de la tradición de la Iglesia. Unen a cada uno con la comunión orante de la Iglesia.
    La oración cristiana no es un asunto privado,aunque sí es muy personal. La oración personal se purifica, se amplía y se refuerza cuando entra regularmente en la oración de toda la Iglesia. Es un signo grande y hermoso cuando en todas las partes del mundo personas creyentes están unidas a la vez en las mismas oraciones entonando así un único canto de alabanza a Dios.

    ¿CUÁLES SON LOS RASGOS DE LA RACIÓN CRISTIANA?.-La oración cristiana es una oración en actitud de fe, esperanza y amor. Es constante y se
    abandona a la voluntad de Dios.
    El cristiano que ora sale en ese mismo momento de sí mismo y entra en actitud de confianza creyendo en el único Dios y Señor, al mismo tiempo pone toda su confianza en Dios: en que Él le escucha, lo acoge y lo perfecciona.
    San Juan Bosco dijo en una ocasión:"Para conocer la voluntad de Dios se necesitan tres cosas: orar, esperar y dejarse aconsejar". Por último la oración cristiana es siempre expresión del amor que procede del amor de Cristo y que busca el amor divino.

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