martes, 21 de junio de 2016

21 junio: La puerta estrecha

Liturgia
          Una 1ª lectura larga: 2Reg 19, 9-11. 14-21. 31-36 con una bravata del enemigo de Israel, el rey de Asiria, que amenaza al rey de Judá, Ezequiel, con destruirlos si no se entregan: Que no te engañe tu Dios pensando que Jerusalén no caerá en manos de Asiria. Ezequiel se lo hace llegar al profeta Isaías, quien afirma que Dios se burla de eso. De hecho, cuando el ejército de Asiria cerca la ciudad de Jerusalén, mueren ciento ochenta y cinco mil hombres en una noche sin haberles presentado batalla. Y Jerusalén no cae en manos del enemigo y se retira. Había proferido sus palabras contra Dios, y se las tiene que tragar. Dios no engaña y ha salido a favor de Jerusalén, que no cae en las manos del rey de Asiria.

          El evangelio (Mt 7, 6. 12-14) es un puñado de frases lapidarias: No echéis lo santo a los perros ni vuestras perlas a los cerdos. Hay personas que no son idóneas para recibir la Palabra de Dios porque la pisotean y luego se vuelven contra el que se la ha dado y lo destrozan.
          Tratad a los demás como queréis que ellos os traten: en esto consiste la Ley y los Profetas. Sólo con ese principio y norma de acción ya sería estar dentro de la ley de Dios y del reino que viene a presentar Jesucristo.
          Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos. Es la parte más ampliamente presentada por Jesús en este ramillete de principios de vida.
          “Entrad por la puerta estrecha”. El evangelio es una puerta estrecha. Quien piense que el evangelio se vive “de corrida” está muy equivocado. Quien pretende un evangelio fácil, dulce, está totalmente equivocado. Está en la línea de Simón Pedro que se asustó y se escandalizó cuando Jesús le habló de sacrificio y cruz. El evangelio es para todos pero el evangelio no es de todos. A todos les llega, pero muchos lo rechazan ya de entrada. Y no porque expresamente lo rechacen sino porque quieren convertirlo en un colchoncito de piedad personal. Que es mucho peor. Porque quien lo rechaza, ya se sabe dónde está. Pero el que parece acogerlo pero lo quiere suavizar y manipular, está en peor situación, porque vive en el engaño. O aceptamos que el evangelio es PUERTA ESTRECHA y por tanto hay que dejarse un tanto la piel en ese paso, o estamos negando la misma afirmación de Jesucristo.
          Y ya advierte él que pocos dan con esa puerta. Pretendiendo caminar por unas anchas avenidas gratificantes, ni advierten dónde está la puerta. Y se pasan de largo. Por eso pocos dan con ella, dice Jesús. El camino vulgar es muy ancho y lo escogen muchos porque les es más cómodo. Por eso puede ser que seles esté dando lo santo a los perros, y acaban volviéndose en contra.
          El camino del Evangelio y la puerta del Reino son estrechos: exigen, aprietan. Para quienes caminan por ellos no son tan difíciles ni tan mortificantes… Ya se han estrechado a sí mismos y pueden pasar por ellos con garbo. Ahí están los santos. Los canonizados y los que no lo son oficialmente o públicamente pero que tomaron en serio la trayectoria del Evangelio. Y aunque angosto, caminan gozosamente y encuentran la otra manera de paladear lo dulce que es el Señor.
          Dice Jesús que “pocos entran por ellos”. “Los pocos” en comparación con la totalidad. Porque en realidad “los pocos” no son un puñado de seres superhumanos que viven el milagro de la puerta estrecha. “Los pocos” son muchos: todos los que acogieron de verdad el evangelio, los que abordaron sinceramente la Palabra de Jesús y la hicieron alimento de sus vidas. El Apocalipsis nos habla de una “muchedumbre incontable” bajo el número simbólico de 144,000.  Son “pocos”. Porque no se da por supuesto que el camino y la puerta angostos es cosa de poco más o menos.

          Se va concluyendo la presentación que hace Jesús del Reino, y lo que empezó con la avenida de las bienaventuranzas se va concretando en realidades que no podemos pasar por alto. Y que no están ahí para echárnoslas en cara unos a otros sino para afrontarlas honrada y religiosamente cada uno de frente al Evangelio. De frente a la persona misma de Jesús, que es quien se está retratando a sí mismo a lo largo de estas enseñanzas.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad8:41 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    ORAR: CÓMO DIOS NOS REGALA SU CERCANÍA

    "Si pidieras realmente el don de la conversión ,te sería concedido".

    ¿POR QUÉ PODEMOS CONFIAR EN QUE NUESTRA ORACIÓN SERÁ ESCUCHADA POR DIOS?
    Muchas personas que pidieron su curación a Jesús en la vida terrena fueron escuchadas. Jesús, que ha resucitado de la muerte , vive y escucha nuestras súplicas y las lleva ante el Padre.
    Todavía hoy conocemos el nombre del jefe de la sinagoga:Jairo fue el hombre que imploró a Jesús que le ayudara y fue escuchado. Su pequeña hija estaba mortalmente enferma. Nadie más podía ayudarle . Jsús no sólo curó a su hija, sino que incluso la resucitó de entre los muertos (Mc5,21-43).De Jesús brotaron una gran cantidad de curaciones testificadas con seguridad. Realizó signos y milagros. Los paralíticos, leprosos y ciegos no suplicaron en vana a Jesús. También hay testimonios de oraciones atendidas por todos los santos de la Iglesia. Muchos cristianos tienen la experiencia de haber suplicado a Dios y haber sido escuchados. Sin embargo,Dios no es una máquina. Debemos dejar en sus manos la forma en la que contesta a nuestros ruegos.

    Continuará

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