sábado, 25 de junio de 2016

25 junio: No soy digno

Liturgia
          Se corta la descripción del 2º libro de los Reyes: han sido dos días de relatos muy dolorosos sobre la suerte de Jerusalén. [Ayer no lo tuvimos por la celebración de la solemnidad de Juan Bautista, pero la lectura que hubiera correspondido es el desastre definitivo de la gran Ciudad, asediada por Nabucodonosor]. Al principio se llevó sólo a gentes destacadas de la ciudad y los vasos sagrados del Templo. Después acabó llevándose desterrada la plebe, y humillando y vejando al rey de Jerusalén.
          Ante todo eso Jeremías prorrumpe en lamentaciones (2,2. 10-14. 18-19), que son las que recoge hoy la liturgia en la 1ª lectura, como un resumen del dolor de un pueblo, con sus ancianos, sus doncellas, sus muchachos y sus niños, con lágrimas amargas como la hiel. Son la tremenda descripción del dolor de una ciudad aplastada por el enemigo: Inmensa como el mar es tu desgracia, dice el profeta Jeremías.
          En realidad es un texto para leerlo despacio y meterse en la piel de aquellas gentes y sentirlo como ese profundo lamento ante el sufrimiento irreprimible e inevitable.
          El SALMO vendrá a hacerse eco de ese dolor al dirigirse a Dios: No olvides sin remedio la vida de tus pobres. Ya no queda fuerza humana en la que poder esperar, pero el alma se vuelca en Dios exponiendo el llanto del alma y suplicando la ayuda que sólo de Dios puede esperarse.

          En otro orden de cosas, aquel centurión romano que acudió a Jesús (Mt 8, 5-17) era también un hombre angustiado por la enfermedad de un subordinado que yace en cama paralítico y sufre mucho. Con esa palabra se llega hasta Jesús, confiando que sólo Jesús le queda como última solución.
          Jesús lo escucha y se ofrece a ir a su casa para curarlo.
          Pero el centurión, con una humildad y un razonamiento que llama la atención por su fe, le dice a Jesús que no es necesario que baje a la casa. Y le expone su razonamiento: Con una palabra tuya, basta. Di una palabra y mi criado quedará sano. Porque yo tengo subordinados a mis órdenes, y yo les mando y ellos hacen…
          Jesús se quedó admirado del centurión romano. La verdad era que en Israel no había encontrado una fe semejante. Entonces Jesús le dijo: Anda, vuelve a tu casa y que se haga conforme a tu fe. Jesús enseñó que la fe ha de ser tal que al pedir ya tenga uno la certeza de que aquello se realiza. Pues bien: esa realidad la ha palpado Jesús en aquel hombre romano, que no estaba educado en la fe de Israel, y sin embargo esa fe en él era superior a la de los mismos judíos.

          Se completa el relato evangélico con dos hechos que Mateo los da de corrida sin detenerse en detalles: uno es que al regresar a la casa (de Pedro) se encuentra con que la suegra de éste está en cama con fiebre. La toma de la mano y se le pasa la fiebre, y está en disposición de servirles a Jesús  y sus discípulos.


          Al atardecer se le vienen las gentes con sus enfermos y familiares poseídos por el demonio y los fue curando. Mateo, en su deseo de hacer ver a la comunidad judía que eso era lo que estaba anunciado del Mesías por el profeta Isaías, escribe: Él tomó sobre sí nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:40 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÖLICA (Continuación)

    FORMAS DE ORACIÓN

    "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz" (Núm 6,24-26)

    ¿CUÁLES SON LAS CINCO FORMAS PRINCIPALES DE ORACIÓN?-Las cinco formas principales de oración son la BENDICIÖN, la adoración, la oración de petición y de intercesión, la oración de acción de gracias y la oración de alabanza.

    ¿QUË ES UNA BENDICIÓN?.-Una bendición es una oración que pide la BENDICIÓN de Dios sobre nosotros. Toda bendición procede únicamente de Dios. Su bondad, su cercanía,su misericordia son bendición. La fórmula más breve de la bendición es "El Señor te bendiga".
    Todo cristiano debe pedir la bendición de Dios para sí y para otras personas. Los padres pueden trazar sobre la frente de sus hijos la señal de la cruz.Las personas que se aman pueden bendecirse. Además el prebítero, en virtud de su ministerio, bendice expresamente en el nombre de Jesús y por encargo de la iglesia. Su oración de bendición es especialmente eficaz por medio del sacramento del Orden y por la fuerza de la oración de btoda la Iglesia.

    Continurá

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  2. " No olvides sin remedio la vida de tus pobres.San Mateo y la primera Comunidad cristiana interpretan los actos sanadores de Jesús a partir de los Cánticos del Siervo de Jahvé:"Él tomó nuestras dolencias..."Esto es lo que se espera de nosotros: la capacidad de sentir como propio el dolor de los demás y todo el sufrimiento del mundo y de hacer cuanto esté a nuestro alcance para aliviarloo.. Jesús, cuando alaba la fe del centurión, nos dice que el Proyecto de Salvación es para todos los hombres.

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