lunes, 20 de junio de 2016

20 junio: No juzguéis

Liturgia
          2Reg 17, 5-8.13-15.18: Para una mentalidad profundamente religiosa como la del escritor sagrado, el razonamiento es evidente: los desastres que ocurren a Israel son consecuencia de que han abandonado a su Dios. Así no pueden salir adelante y –por el contrario- le vienen encima todos los males. Dios les había dado la Ley. Por los profetas les había conminado a volver a la vida recta. Y el pueblo no hizo caso y rechazaron los mandatos y normas del Señor. Por eso, concluye el escritor sagrado, suceden a Israel estos desastres.
          Trasladado a nuestros días vale el razonamiento. Estamos viviendo una convulsión en el mundo: muertes, violencias, ataques a los valores objetivos, políticas extremas que ganan terreno, persecuciones religiosas, mafias que se aprovechan de la desgracia ajena… Y dice la gente: “es que se ha perdido el temor de Dios”. Es decir: se ha perdido la relación con Dios, la referencia a los valore espirituales. Se ha perdido el norte en cuanto no hay una mirada a una norma superior. Podríamos concluir con la 1ª lectura que todo eso sucede porque –a pesar de los avisos de los profetas del siglo XXI, el mundo ha marginado o negado a Dios. Ha perdido la referencia y se ha dejado llevar de sus impulsos materialistas.
          El evangelio  de Mt 7, 1-5 nos avisa de algo muy común: los juicios, las críticas, los comentarios. Dice Jesús: No juzguéis para no ser juzgados. Y con una lógica muy natural advierte: Con la medida que juzguéis seréis juzgados. Es muy fácil de constatar: dos critican de un tercero ausente. Cuando alguno se separa de esa conversación, va a ser criticado también en su ausencia. ¡La misma medida! Eso ya es claro en el plano humano. Llevado al plano espiritual, Jesús lo expresa con un ejemplo plástico muy fácil de captar: si tú tienes un impedimento grande en tu ojo, no puedes decirle a otro que le van a ayudar a sacarle una mota que le ha entrado en el suyo. Pues lo mismo ocurre en lo que se juzga tan superficialmente en el prójimo: lo que tú comentas de tu vecino, ¿acaso no tendrías primero que analizarte tú mismo por si acaso lo tienes igual?
          No me sustraigo a la claridad de ese ejemplo que alguna vez he contado: la recién casada que llega a su nuevo piso y está siempre pensando que la vecina tiene percudidas sus ropas, a las que les ve siempre un viso de suciedad. Así se lo comenta una y otra vez a su marido y está dispuesta a ofrecerle su detergente a la vecina para que esa ropa brille de blanco.
          Un día, al levantarse, le dice a su marido: Parece que me ha escuchado la vecina porque su ropa es hoy muy blanca. Y el marido le responde: “Es que yo me levanté hoy más temprano y he lavado los cristales de tu ventana”.
          Claro como el agua, y ya no merece más comentario. Ahora no tiene la vida de sus cristales y puede ver sin mota las sábanas de la vecina.


          No perdamos de vista que estamos en el MES DEL SAGRADOCORAZÓN. Cualquier enseñanza evangélica debemos leerla salida del Corazón de Jesucristo. Y no sería mal fruto de este mes que fuéramos más interiores en nuestra vida cristiana. Podemos dejar a un lado muchas formas externas que a veces se llevan toda la fuerza, y deberíamos adentrarnos en actitudes profundas. Y no es de poca monta el tema de la crítica, del juicio rápido, del comentario no constructivo…; no digamos de esos juicios que emitimos sin tener constancia de la verdad de lo que estamos diciendo. Porque se despega por completo del Corazón de Jesús ese enjuiciamiento que tan rápidamente lanzamos hacia fuera… Es más: aunque nos quedáramos con él dentro de nosotros. Porque el juicio temerario tiene también valoración moral muy negativa, y está expresando un corazón sucio…, unos cristales de la propia ventana que no hemos lavado, y estamos viendo, juzgando o pensando desde esa suciedad de nuestro propio corazón.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad10:59 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA ((Continuación)

    ORAR:CÓMO DIOS NOS REGALA SU CERCANÍA

    "Por eso os digo;"Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido y lo obtendréis" (Mc 24)

    ¿QUÉ SIGNIFICA APRENDER DE JESÚS COMO ORAR?.-Aprewnder de Jesús a orar es entrar en su confianza sin límites, unirse a su oración y ser conducido por él ,paso a paso, hacia el Padre.
    Los discípulos que vivían en comunión con Jesús, aprendieron a orar escuchando e imitando a Jesús, cuya vida era toda ella oración. Tal como él,ellos tenían que estar vigilantes, luchar por tener un corazón puro´,dar todo para que llegue el reino de Dios, perdonar s sus enemigos, confiar en Dios hasta la osadía y poner por encima de todo el amor a Dios. En este ejemplo de entrega, Jesús invitó a sus discípulos a llamar al Dios omnipotente"Abbá, papá".Sin oramos en el espíritu de Jesús, especialmente el Padrenuestro , seguimos los pasos de Jesús y podemos estar seguros de que llegamos infaliblemente al corazón del Padre.

    Continuará

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