domingo, 26 de junio de 2016

26 junio: La vocación de seguimiento

Liturgia
          El punto de coincidencia de la 1ª lectura (1Reg 19,16. 19-21) y el evangelio es el de la vocación. Elías, siguiendo una palabra de Dios, se dirige a Eliseo y, en señal de elección, le echa por encima el manto cuando Eliseo estaba arando. Eliseo no se resiste y únicamente pide que le deje ir a despedirse de su familia. Eliseo le dice que nada se lo impide. Y Eliseo quema los arados para asar la carne de los bueyes y dar de comer a sus ayudantes, y cierra así las puertas para una vuelta atrás.
          En el evangelio (Lc 9, 51-62) se narran tres vocaciones de Jesús. Uno se ofrece adonde quiera que vaya Jesús. Jesús le pone delante que seguirlo a él supone renuncias, porque el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza. Si aquel personaje siguió a Jesús fue muy a sabiendas de que una vocación a ir con él no es un paseo triunfal sino que encierra sacrificio.
          No nos dice el evangelio si finalmente siguió a Jesús.
          El otro que nos narra el evangelista está directamente llamado por Jesús, con esa palabra mágica con la que llamó a sus apóstoles: Sígueme. El individuo en cuestión puso una dificultad a seguir la llamada: que según las costumbres de aquella cultura él había quedado para cuidar a su padre hasta que muriera. Jesús le insiste que, teniendo hermanos, ellos sean los que se ocupen del padre; tú vete a anunciar el reino de Dios. Prevalece la llamada que hace Jesús a las costumbres sociales.
          Tampoco dice el texto si acabó siguiendo la llamada.
          El tercer caso es el de uno que viene a ofrecerse: te seguiré… Pero simultáneamente pone una condición (la misma que pidió Eliseo: ir a despedirse de su familia). Pero Jesús no está de acuerdo con esa forma condicionada de ofrecerse: Voy, PERO… Porque a Dios no se le pueden poner condiciones. Y Jesús responde: Quien pone su mano en el arado y mira atrás, no es apto para el reino de los cielos. Quiere decir que en la nueva era el seguimiento de la vocación pide más que lo que se le había concedido fácilmente a Eliseo. Es el misterio de la vocación: que está madura cuando lo está, y que si no se sigue en su momento, se pasa. Es como el que va a viajar y tiene que estar en el andén para cuando llegue el tren. Si no está preparado el tren se va sin él.
          Tampoco nos dice San Lucas qué pasó, pero queda más claro que aquí aquella persona “perdió el tren”
          Hay otra parte en este evangelio que es digna de consideración: habían de pasar desde Galilea a Judea y tenían que hacerlo por Samaria. Esta vez se le cruzan los cables a los pobladores de un lugar y le impiden el paso por aquella pelea que los samaritanos tenían con los judíos. Juan y Santiago, muy vehementes, le preguntan a Jesús si piden que llueva fuego del cielo que abarse a aquel poblado.
          Dice el evangelista que Jesús les regañó No era aquella violencia el estilo de Jesús. Para quien es misericordia y bondad, no le iban para nada aquellas formas que pretendían los dos apóstoles. Y la solución fue dar un rodeo y pasar por otro lado. No había que buscar pelea cuando era fácil dar solución pacífica. Una lección muy digna de Jesús, que busca poner amor y bondad.
          Va muy en línea con la exhortación de Pablo en la 2ª lectura, en que advierte a los fieles de Galacia (4, 31-5, 1. 13-18) que vivan la libertad que hace esclavos del amor. Porque si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente. Es un consejo que podemos traspasar a la actualidad, para superar las tensiones que se originan a la vuelta de la esquina por la agresividad galopante que se detecta en la sociedad. La crítica, la maledicencia, hacen estragos entre las familias y los diversos centros de reunión, que acaban –como dice Pablo- destruyendo la buena relación que debe reinar entre las personas educadas.
          Quiera el Corazón de Jesús marcarnos hoy con el fuego de su Eucaristía para que vivamos  un respeto mutuo que conduzca al amor y a la relación fraternal de unos con otros, bien sea porque vivimos unidos en la Eucaristía, bien porque queremos atraer a ella a quienes están apartados o viven como si Jesús no se hubiera entregado por amor a la humanidad.








          Envía, Señor, vocaciones a tu Iglesia.

-         Para que las familias creen ambiente en el que se pueda desarrollar una vocación de seguimiento de Jesús, Roguemos al Señor.

-         Para que en los jóvenes haya valentía y decisión para secundar una llamada de Jesús, roguemos al Señor.

-         Para que todos seamos fieles y generosos para servir al Señor en la misión a la que nos llama, Roguemos al Señor.

-         Para que hoy seamos muy responsables en la emisión de nuestro voto, buscando el mayor bien para la nación, Roguemos al Señor.


Damos espíritu pacífico y pacificador por el que imitemos la bondad y misericordia de Jesucristo, y obedezcamos a sus diferentes llamadas.

        Lo pedimos por el mismo Jesucristo N. S.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad8:50 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    ORACIÖN DE ADORACIÓN.

    "La oración no es otra cosa que atención en su forma más pura"

    ¿POR QUÉ DEBEMOS ADORAR DIOS?.-Toda persona que comprenda que es criatura de Dios reconocerá humildemente al Todopoderoso y lo adorará. La adoración cristiana no ve únicamente la grandeza, el poder y la SANTIDAD de Dios. También se arrodilla ante el amor divino que se ha hecho hombre en Jesucristo.
    Quie adora verdaderamente a Dios se pone de rodillas ante él o se postra en el suelo. En esto se muestra la verdad de la relación ente Dios y el hombre: él es grande y nosotros somos pequeños. Al mismo tiempo el hombre nunca es mayor que cuando se arrodilla ante Dios en una entrega libre. El no creyente que busca a Dios y comienza a orar puede de este modo encontrar a Dios.

    "Al buen Dios le gusta ser molestado".

    POR QÚE DEBEMOS PEDIR A DIOS?.-Dios que nos conoce completamente, sabe lo que necesitamos. Sin embargo, quiere que le "pidamos": que en las necesidades de nuestra vida nos dirijamos a él, le gritemos , le supliquemos, nos quejemos, le llamemos, que incluso "luchemos en la oración".
    Ciertamente Dios no necesita nuestras peticiones para ayudarnos. La razón por la que debemos pedir es por nuestro propio interés. Quien no pide y no quiere pedir, se encierra en sí mismo. Sólo el hombre que pide, se abre y se dirige al origen de todo bien. Quien pide retorna a la casa de Dios. De este modo la oración de petición coloca al hombre en la relación correcta con Dios, que respeta nuestra libertad.

    Continuará

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  2. Bueno,esta vez el voto es el que convenía a España; ahora, cuando el Presidente se instale y esté por la labor,él sabe que tiene problemas muy urgentes que resolver...

    Jesús ha emprendido el camino hacia Jerusalén. No es una de las devotas peregrinaciones que a los judíos les encantaba hacer. El camino que Jesús ha tomado es la subida al Calvario.Jesús es el Mesías enviado por Dios para arrebatarle la Humanidad entera a las fuerzas del mal que se creen las dueñas de este mundo.Jesús, inicia el camino solo; no es fácil seguirlo, Él ya nos lo ha explicado; no nos engaña; es muy penoso pero vale la pena. Para seguir a Jesús, hay que dejarlo todo.

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