viernes, 10 de junio de 2016

10 junio: Adulterios

Liturgia
          Jesús sigue desglosando LA LEY, llevándola a su valor profundo. Y hoy le toca al tema que contiene el 6º mandamiento de la ley de Dios. Tal como está formulado en el Decálogo, y tal como lo tomaban los fariseos al pie de la letra, sólo afectaba al adulterio material.
          Jesús se adentra (Mt 5, 27-32) en el tema y afirma que la mirada (y ahí va incluido el pensamiento, la intención…) ya es materia a revisar en la conciencia de cada cual. Porque el sólo mirar con intención depravada, constituye adulterio.
          Y para hacer ver la importancia de ello, deja una “norma” básica de actuación: si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela. Y lo confirma con la conclusión: Porque más te vale entrar tuerto, manco o cojo en el Reino que con los dos ojos, los dos pies o las dos manos, ser arrojado al abismo.
          ¿Nos quiere Jesús tuertos, mancos o cojos?-No. Lo que nos quiere es drásticos en apartar las ocasiones. Y en un lenguaje llamativo y directo ha puesto por delante ese planteamiento para hacernos caer en la cuenta de que no estamos jugando con pequeñas cosas sino con algo tan serio que hay que ser tajante en las soluciones.
          Si eso era ya una advertencia importante en aquel momento, hoy sería una llamada muy seria y urgente ante las incitaciones constantes a las que someten determinados medios y formas, y ante la proclividad que se va teniendo hacia dejarse llevar por esas incitaciones que brinda el mundo de hoy. Y no está tan mal dicho eso de “arrancarse el ojo”, si se sabe traducir por una actitud muy seria ante la facilidad con la que se puede vivir a solas ese mundo de la pornografía y el erotismo desmedido. Y que no se trata de que eso lo aprendan “los enemigos” sino de plantearse muy en serio el tema por personas de cierta vida espiritual y cristiana.
          Jesús enlaza ese tema con el del matrimonio, advirtiendo que el divorcio y vuelta a unirse con otra pareja, es adulterio en toda su regla.
          Y yo añadiría un aspecto muy de fondo: la relación del Pueblo de Dios con su Dios era definida como la relación de la esposa con el Esposo. De ahí que el pecado de infidelidad de ese pueblo está definido en términos de adulterio. Todo pecado, toda infidelidad a Dios (y no sólo en el terreno del 6º mandamiento) está calificado como “adulterio”. Eso es una orientación para nosotros. Porque la relación con Dios es una relación de fidelidad, o se pasa a la infidelidad en el momento de la transgresión. Y en ese sentido el pecado nuestro –sea el que sea- es un pecado contra el amor. Y en esos términos bíblicos nos constituye “adúlteros”. Si encima de eso se produce en el terreno de los falsos dioses (ídolos) de la carne, mucho más.


          La 1ª lectura -1Reg 19, 9. 11-16- es muy revelador de la forma de presencia que Dios tiene con nosotros en el fondo del alma: Dios n no está ni en el huracán, ni en el terremoto, ni en el fuego, ni en ninguna forma de violencia. Dios se manifiesta en el susurro del aire, en la suavidad del aura, en la paz profunda del espíritu. Es escrúpulo angustioso, en la tensión interior, en la ansiedad espiritual, en cualquier forma de sensaciones que no dejan paz en el alma, Dios no está. Así lo supo discernir Elías, y así debemos de saber distinguirlo nosotros. Podrá haber tensiones psicológicas, emocionales, etc. Nada de eso tiene que ver con la acción de Dios en nuestro interior. Y tendremos que aprender a convivir con esos traumas, pero nunca relacionarlos ni con Dios ni con la confesión, ni con el sentido religioso. La Confesión puede perdonar pecados pero no puede curar la culpabilidad, que es un efecto psicológico y no espiritual. El que confía en el Señor sabe que cuando Dios perdona, totalmente perdona. Y las ansiedades que pueden quedar no son objeto ni de religión ni de confesionario.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:03 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    DÉCIMO MANDAMIENTO:"NO CODICIARÁS LOS BIENES AJENOS"

    "Así como el óxido corroe el hierro,así corroe la envidia el alma que la padece".

    ¿QUÉ ACTITUD DEBE ADOPTAR UN CRISTIANO ANTE LA PROPIEDAD AJENA?.-Un cristiano debe aprender a distinguir los deseos razonables de los injustos e irrazonables y adquirir una actitud interior de respeto ante la propiedad ajena.
    De la avidez provienen la codicia, el robo,la rapiña y el fraude, la violencia y la injusticia, la envidia y el deseo ilimitado por apropiarse de los bienes ajenos.

    ¿QUÉ ES LA ENVIDIA Y COMO SE DEBE LUCHAR CONTRA ELLA?.-La envidia es disgusto y enfado ante el bienestar de otros y el deseo de apropiarse indebidamente de lo que otros tienen. Desear el mal a otros es un pecado.. La envidia decrece cuando uno se esfuerzan por alegrarse cada vez más de los éxitos y los dones de otros, cuando se cree en la providencia amorosa de Dios también para uno mismo y cuando se orienta el corazón hacia la verdadera riqueza. Ésta consiste en que por medio del Espíritu Santo tenemos ya parte en Dios.

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  2. Jesús habla con autoridad obligado por su amor a los hombres, les inculca coherencia de vida y que aprendan a interpretar las mociones del Espíritu Santo que les llenará y les hará vivir en comunión con el Padre para alcanzar el Reino para el que fueron creados.Por eso dice que las decisiones importantes deben tomarse desde el "interior", de manera que afecten a toda la persona: la inteligencia,los deseos más profundos, la voluntad a fuerza de educar el corazón y vencer las tentaciones con rigor a fin de observar una fidelidad absoluta de pensamiento. palabra y obra al Señor, recordando que Él siempre es fiel y no soporta nuestras infidelidades.

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