jueves, 5 de mayo de 2016

5 mayo: Curaciones del cuerpo

Liturgia
          Hoy sería –en su proceso histórico- el día de la Ascensión. La vida moderna ha ido relegando a los domingos fiestas tan significativas como ésta o la del Corpus. Y la liturgia ha rellenado el hueco con lecturas que hoy se leen como propias del Jueves de la 6ª semana de Pascua.
          Hech. 18, 1-8 es otro relato de la vida de Pablo que tiene más de descriptivo que de doctrinal. Podemos entresacar la reacción de Pablo ante las persecuciones de los judíos, y que no es la primera vez que ocurre así: me voy a los gentiles. Y por otra parte atiende también a la sinagoga, y su jefe creyó en el Señor con toda su familia, y también muchos corintios escuchaban y abrazaban la fe y se bautizaban.
          En el evangelio –Jn 16, 16-20-se juega con dos tiempos; uno, en el que Jesús pronuncia esas palabras: Un poco y no me veréis y otro poco y volveréis a verme, que están referidas al momento inmediato de su pasión y muerte, que alcanzará su triunfo –“volveréis a verme”- en la resurrección. Lloraréis pero vuestro llanto se convertirá en gozo. Y ahora, en la liturgia de este día que está apuntando al “no verlo” porque se va al Cielo, y “volver a verlo” en su nueva venida al fin de los tiempos.

MARÍA
          El día de la ascensión María quedaba huérfana. Definitivamente Jesús se marchaba de esta tierra, y María quedaba. Su misión tenía que realizarse como maestra de una pequeña comunidad de fieles a Jesús, y como madre que arropa a sus hijos y los protege. Nosotros vivimos este tiempo. Necesitamos de María que nos lleve de la mano y nos haga sentir la seguridad de su protección. Al mismo tiempo “el discípulo la tomó a su cargo” y ahí estamos también nosotros para que María se sienta apoyada en cada uno de nosotros. Ella, maestra y madre; nosotros, discípulos e hijos que queremos tomarla a nuestro cargo.

EVANGELIO
          No voy a extenderme porque llevo el tiempo en contra. Pero podemos situarnos con respecto a ayer, en el que parábamos la atención en la llamada a la conversión. ¿Y por dónde empieza la obra de Jesús, en orden a esa conversión? Empieza por el cambio al que mueve Jesús y que tiene su primera manifestación en unas realidades físicas, como signo de algo interior. Jesús pasa por entre las gentes predicando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Esa liberación de la enfermedad y de las dolencias es un signo de los cambios interiores que deben abandonar las enfermedades y carencias espirituales. La CONVERSIÓN está anunciada y pedida por Jesús. La respuesta ha de producirse en el cambio interior del corazón de cada persona. Nuestras “enfermedades y dolencias” a las que ahora tenemos que atender no son las físicas. El tiempo de los “signos” ya ha pasado. Ahora estamos en la realidad misma de “curar” las carencias personales e interiores. Y eso es labor nuestra, en colaboración con la gracia de Dios, que no ha de faltarnos.

          Y es una llamada tan universal, que se enumeran a continuación la variedad de gentes que seguían a Jesús: de galilea, la Decápolis, de Judea y Jerusalén y de la otra parte del Jordán. Es decir, de toda Palestina. Esa multitud que sigue a Jesús y que puede ir más bien atraída por sus milagros, es la que ahora se va a encontrar ante la gran enseñanza de Jesús, en el monte de las bienaventuranzas.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:31 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    SEXTO MANDAMIENTO: "NO COMETERÄS ACTOS IMPUROS"

    "Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación, que os apartéis de la impureza, que cada uno de vosotros trate a su cuerpo con santidad y respeto, no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios"(Tes 4,3,5).

    ¿CÓMO SE PUEDE VIVIR UN AMOR CASTO? ¿QUË NOS AYUDA A ELLO?.-Vive castamente quien es libre para amar y no es esclavo de sus instintos y pasiones. Todo aquello que ayuda por tanto a convertirse en un ser humano más rico en relaciones, más maduro, más libre y más lleno de amor, ayuda también a amar castamente.
    Uno se hace libre para amar mediante el dominio de sí, que hay que alcanzar, ejercitar y mantener en todas las edades de la vida. A eso ayuda permanecer, en toda circunstancia, fiel a los mandamientos de Dios, evitar las tentaciones,alejarse de cualquier forma de doble vida o doble moral y pedir a Dios que nos proteja de las tentaciones y nos fortalezca en el amor. En definitiva, poder vivir un amor puro e indiviso es una gracia y un don maravilloso de Dios.

    ¿DEBE SER CASTO TODO EL MUNDO, TAMBIEN LOS CASADOS?.-Sí.Todo bautizado está llamado a vivir la castidad, ya sea viejo o joven, viva solo o esté casado.
    No todas las personas están llamadas a vivir el matrimonio, pero todas están llamadas al amor.Estamos destinados a entregar nuestra vida; unos en la forma de matrimonio, otras en forma del celibato voluntario por el reino de Dios, otros, viviendo solos y , sin embargo, al servicio de todos. Toda vida encuentra su sentido en el amor. Ser casto quiere decir amar sin división. Quién no es casto está dividido y no es libre. Quien ama verdaderamente es libre fuerte y bueno; puede entregarse en el amor.Así Cristo que se ha entregado totalmente por nosotros y al mismo tiempo totalmente al Padre del cielo, es modelo de CASTIDAD porque es el prototipo del amor fuerte.

    Continuará

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  2. "Un poco y no me veréis y un pocomás y volveréis a verme..." Los evangelios ablan de distintos ciegos que, gracias a la intervención de Jesús, tuvieron una visión muy clara del sentido de su vida y siguieron al Maestro o dieron de Él un testimonio valiente. El tiempo pascual nos invita a reflexionar a fin de despertar en nosotros lo que Pablo llama "la mirada interior del corazón "que nos hace reconocer que Cristo es el Viviente, que nos acompaña siempre; que es la causa de nuestra alegría, incluso en las horas amargas del sufrimiento. Que evita que el sufrimiento del mundo nos haga caer en un desánimo que nos impida ser constructores de un mundo en el que impere la Justicia, el respeto y el AMOR a Dios y a los hermanos.

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