miércoles, 11 de mayo de 2016

11 mayo: Pacíficos y pacificadores

Liturgia
          La despedida de Éfeso por parte de Pablo es muy emotiva: Hech. 20, 28-38. De una parte el encargo a los pastores de aquella comunidad, que han de llevar bajo la acción del Espíritu Santo. De otra parte la advertencia de que la ida de Pablo supondrá movimientos contrarios a la verdadera doctrina, incluso de alguno de ellos mismos. De otra parte, Pablo hace recuento de su acción entre ellos, a quienes no les resultó gravoso, con el gozo de haberles dado mayor que por lo que ha recibido.
          Al final, las emociones de la despedida, sobre todo cuando les ha dicho que ya no lo volverán a ver.
          El evangelio (Jn 17, 11-19) con la oración de Jesús a favor de sus discípulos, para que todos sean uno. Él los ha guardado y –salvo el hijo de la perdición- ninguno se ha perdido de los que el Padre le puso en las manos. No ruego que los retires del mundo sino que los guardes del mal. Santifícalos en la verdad.

MARÍA
          Un día nuevo para felicitar a María y para obsequiarla. Un día nuevo en el que llegarnos a ella con el corazón de hijos para depositar en sus manos el pequeño regalo de que cada uno somos capaces. Pero bien a sabiendas de que ante sus ojos eso pequeño tiene un valor, como es propio de la mirada de las madres. Nosotros no tenemos mucho más que ofrecerle pero sí ponemos el cariño más grande. ¿Podríamos hablarle a alguien de María? ¿Sería la flor de este día que llevar a su altar?

EVANGELIO
          Los que hacen obra de paz. Ya es una muestra de conversión cuando estamos en un mundo tan lleno de violencias y tensiones. Nos llama la atención la violencia que nos muestran las noticias. Pero ¿acaso no advertimos que –en escalas menores- hay una falta de paz tan llamativa que en lo más pequeño hallamos actitudes belicosas en un porcentaje elevado de actuaciones? Hay violencias verbales o de mal genio en las familias, en la relación de esposos, de padres e hijos, de compañeros, de trato laboral, de relaciones profesionales. Parece que se está con la escopeta montada y que las reacciones son tensas en múltiples ocasiones. En lo político, lo social, lo provincial, lo municipal, entre generaciones, en las parejas…
          En medio de todo eso proclama Jesús que son bienaventurados los que hacen obra de paz. Diremos, para empezar, los que son pacíficos en su interior. Porque nadie da lo que no tiene. Las obras de paz las da quien está pacificado en su corazón. A partir de ahí va poniendo sosiego en sus obras, va apaciguando en su trato con otros, va dejando un reguero de buen corazón. Son personas con las que se disfruta, con las que gusta estar, son consoladores de los que no se aguantan a sí mismos.
          Es que LA PAZ es el saludo de Jesús. Cuando entréis en una casa saludad: paz a esta casa. Si hay paz, quedaos. Si no hay paz, salíos y buscad otro lugar… Que siempre habrá quien agradezca la paz. La PAZ es el saludo del Resucitado. Paz que ponga primero tranquilidad y que luego penetre en el corazón de los discípulos de Jesús. Porque no debe haber ningún discípulo exaltado, impaciente… Paz del que es CONSOLADOR por excelencia porque con sus apariciones lleva gozo y pacificación en los alterados discípulos.
          El signo propio de la acción de Dios en las almas (y por tanto la señal de que Dios está actuando en un corazón) es la paz. El alma sosegada, sin nerviosismos ni impaciencias. Ahí es donde se puede discernir claramente que una situación está bajo la acción de Dios. Y lo contrario advierte claramente que aun en las cosas más sublimes que puedan proyectarse, Dios no está. La tentación se descubre fácilmente cuando el alma que quiere volar alto se encuentra alterada, inquieta. Dios no vive en la inquietud, el desasosiego, las intranquilidades y la ansiedad. Dios, como señor y dueño del alma, entra en ella “a su amor”, suavemente, aun cuando exija sacrificios de esa persona.

          Realmente son bienaventurados los pacíficos, los que viven en paz y hacen obras de paz. Aunque ellos han de estar en guerra constante contra lo que es enemigo de la paz. Es que la paz de Cristo no es la paz del mundo “pasota”. La paz de Cristo es la que supone una lucha que la persona ha de mantener contra todo lo que puede alterar esa quietud interior. Y el amor propio es el enemigo más fuerte de la pacificación interior de la persona.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:17 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA 8Continuación)

    SEXTO MANDAMIENTO:"NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS".

    ¡Oh flor de la castidad, que sola sostiene el amor!

    ¿CÓMO VALORA LA IGLESIA LA HOMOSEXUALIDAD?.-La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante hacia personas del mismo sexo.Reviste formas muy variadas a través de los siglos y culturas.
    Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas.
    Dios ha creado al ser humano como varón y mujer y los ha destinado el uno para el otro también en lo corporal.La Iglesia acoge sin condiciones a las personas que presentan tendencias homosexuales. No deben ser discriminadas por ello. Al mismo tiempo, la Iglesia afirma que todos los encuentros homosexuales entre personas del mismo sexo no corresponden al orden de la Creación.

    ¿QUÉ DICE LA IGLESIA DEL USO DE PRESERVATIVOS EN LA LUCHA CONTRA EL SIDA?.-Dejando al margen el hecho de que los preservativos no ofrecen una protección totalmente segura frente a la infección, la Iglesia rechaza el uso del preservativo para luchar contra el SIDA por ser un medio mecánico unilateral y apuesta sobre todo por una cultura de las relaciones humanas y por el cambio de la conciencia social.
    Únicamente la práctica de la fidelidad y la renuncia a contactos sexuales superficiales protegen eficazmente contra el SIDA y educan en una relación integral del amor. En los países de África donde se ha promovido un comportamiento como éste mediante amplias campañas sociales, se ha podido reducir con claridad la tasa de infecciones.Además la Iglesia hace todo lo posible por ayudar a las personas que están infectadas de sida.

    Continuará



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  2. Ana Ciudad4:13 p. m.

    EL NOMBRE DE MARÍA.

    La Virgen es el nombre singular de MARÍA.El habla popular ha preferido llamarla así.Es una Virgen de verdad: la VIRGEN MARÍA.
    Cuando el Angel Gabriel se le apareció era MARÍA una mujer muy joven, Vivía en un pueblo sencillo, sin historia, llamado Nazaret.
    "No conozco varón" fue una palabra que pronunció Ella; la primera que conserva el Evangelio y que resume todo su corazón. La Virgen no tuvo su corazón ocupado en todos los momentos de su vida sino por el amor de Dios,
    La virginidad no es prioritariamente ausencia de varón sino presencia de Dios. No es desamor, sino plenitud de amor.
    Una mujer que ha consagrado a Dios su cuerpo y alma es como una cumbre elevada, en donde se respira siempre aire limpio; toda ella es apacible, está llena de luminosidad.
    SE está produciendo en la historia de la humanidad en estos momentos, una enorme necesidad de Dios, en este mundo contaminado.
    Al lado de MARÍA, todo florece; lo pequeño se hace grande, junto a Ella todo renace.
    Su prima Isabel inicia un canto de alabanza; la alegría llega a una boda, en la de Caná; Jesús muere en paz en la Cruz teniendo al lado a su Madre; en los Apóstoles decaídos comienza a reverdecer la esperanza.
    Pidamos a Santa MARÍA, con un clima sereno y apacible sosiegue un poco los ardores de nuestro corazón para que en él brille luminoso el amor de Dios.

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  3. "Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes, la Iglesia de Dios". Las dos lecturas son "despedidas" y tienen importantes semejanzas: Pablo se expresa así:"Ahora os dejo en manos de Dios y de su Palabra, que es gracia". Jesús ruega al Padre:"Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad". Ambos se refieren a que sean capaces de acoger en el corazón la palabra de Dios, que es el camino para conocerlo y vivir en comunión con Él,para caminar por él hacia la Verdad, para recibir su gracia; Que todos seamos UNO, nos lo pide Jesús a nosotros, que caminemos con Él hacia el Padre, que nos comprometamos como Él ,a hacerlo visible cada día.

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