martes, 10 de mayo de 2016

10 mayo: Los limpios de corazón

Liturgia
          Estamos en la semana de Pentecostés. De una u otra forma va saliendo a la palestra la acción del Espíritu Santo. Ayer teníamos al grupo de creyentes que, sin embargo, ni habían oído hablar del Espíritu Santo. Fueron bautizados y vino sobre ellos ese Espíritu divino, y se siguieron efectos propios de su acción.
          Hoy Pablo se dirige a Jerusalén (Hech. 20, 17-27) forzado por el Espíritu Santo y no sabe lo que le espera allí, aunque barrunta que cárceles y luchas. A los fieles de Éfeso les dice que ya no volverán a verlo. Él anunció allí enteramente el plan de Dios. Lo que les queda es ya la responsabilidad de cada uno en su respuesta personal a la fe.
          En Jn 17, 1-11 llega –en el discurso de la Cena- la petición que hace Jesús por sí mismo: Padre, glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti, y por el poder que le has dado, dé la vida eterna a los que le confiaste. Y la vida eterna es que conozcan al Dios verdadero y a su enviado, Jesucristo.
          También pide por los apóstoles: los que me diste de en medio del mundo, y ellos han guardado tu palabra. Y han conocido que yo verdaderamente salí del Padre y así lo han creído ellos. Por ellos te ruego, no por el mundo. Yo no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo mientras yo voy a ti.

MARÍA
          María quedó en la tierra cuando Jesús se marchó al Cielo. María quedó en ese mundo de los hombres. En ese mundo que recibe la redención de Cristo y que no es “el mundo” enemigo de la Palabra de Dios. Un mundo por el que no sólo es que pide Jesús sino que hasta ha dado su vida por él: Mi Sangre que se derrama por vosotros y por muchos, para el perdón de los pecados. Por ese mundo sí que se pide y por él se ha dado en vida y en muerte. Y ha dejado a su Madre para que ella siga actuando en el mundo y sirva de intercesora para la obra de la redención. El otro “mundo” por el que no pide Jesús es el que es hostil al evangelio porque se fundamenta en el dinero, el poder y el placer.

EVANGELIO
          Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Los limpios de corazón como Natanael, un buen israelita sin doblez. Y no es fácil, porque tenemos los colmillos retorcidos y a la primera de cambio ya estamos viendo culpables por todas las esquinas. O vemos una situación y ya estamos pensando mal. Parece como que vale aquello del piensa mal y acertarás. El limpio de corazón lo hace al revés: piensa bien y prefiere hacerlo así aunque se equivoque. Pero es mejor equivocarse por eso que equivocarse por pensar mal y echar las cosas a mala parte.
          La alabanza de Jesús a Natanael es por su mirada limpia, sin doble visión de las cosas o de las personas. Alabó Jesús esa cualidad de nobleza. De limpieza de alma. Y cuando Jesús le dijo que te vi cuando estabas debajo de la higuera, Natanael cayó redondo. Y pudo después ver cosas mayores. Vio en Jesús al Hijo de Dios, al Rey de Israel. Vio a Dios. Exactamente como dice la bienaventuranza.

          Si echamos las redes por la mirada pura, por el alma limpia de la vida y de las personas, tenemos al alma capacitada para ser feliz sin ensuciarse con este mundo (precisamente el mundo del mero placer por el que Cristo no pide). Limpios los ojos para mirar al hombre o a la mujer como hechuras de Dios y no como objetos que poder poseer para el goce carnal. Y cuando se puede vivir en medio de ese mundo sin contaminarse con toda la suciedad de ojos presos del mal, estamos ante la mirada de un niño o al modo de un niño de ojos transparentes y sin malicia de ninguna clase. Tenemos esa mirada que descubre a Dios en la misma belleza del cuerpo, en la galanura de las formas, y en saber descubrir a Dios tras cada realidad que se pone delante. Ve a Dios. Y Dios es belleza que las abarca todas y que crea todas las bellezas para mostrar su propia riqueza en las criaturas. Como dice el libro de la Sabiduría: para que de las cosas creadas se eleve el alma al conocimiento del Creador; por las criaturas al artífice de ellas. Y lo contrario es vaciedad. Es lo huero, lo vano.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:25 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    SEXTO MANDAMIENTO:"NO COMETERÄS ACTOS IMPUROS"

    "Bienaventurados los que lloran"

    ¿POR QUÉ ES LA VIOLACIÓN UN PECADO GRAVE?.-Quien viola a otra persona la degrada completamente.Irrumpe co violencia en la intimidad más profunda del otro y le hiere en el núcleo de su capacidad de amar.
    El violador comete un crimen contra la esencia del amor. Pertenece a la esencia de la unión sexual el hecho de que se pueda dar libre y exclusivamente dentro del ámbito del amor. Poe eson pueden darse violaciones incluso en el matrimonio. Aún más reprobable es la violación cuando existen relaciones de dependencia social, jeráquica, de trabajo o de parentesco, por ejemplo entre padres e hijos (incesto) o entre profesores, educadores, sacerdotes y quienes les han sido confiados.

    Continuará

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  2. Ana Ciudad12:41 p. m.

    "EL NOMBRE DE MARÍA"

    ¿QUÉ SIGNIFICA MARÍA?

    Tiene más de setenta etimologías distintas y todas la cuadran bien.
    En tiempos de Jesús debía ser el nombre más corriente, a juzgar por el número de mujeres que lo llevan en el Evangelio: María Magdalena, María Salomé, María de Cleofás, María la hermana de Lázaro.
    La Virgen tiene un nombre muy corriente. Si no se llamaba como todas, se llamaba como casi todas, como la mayoría.
    Nada de singular, ni de extraordinario a los ojos del mundo.Hasta en el nombre quiso Dios que fuera sencilla.
    Porque lo era
    Y por eso el nombre de la Virgen era MARÍA

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  3. El Evangelio de hoy ,de mañana y de pasado mañana contiene la Oración Sacerdotal que Jesús la pronunció al final de la Santa Cena. Empieza pidiendo por todos los que han acogido su Palabra y que ahora deben vivir sólos en el mundo: éstos son su gloria. Antes ha recordado la propia misión y la relación con el Padre. La misión de Jesús ha consistido en darse y dar a conocer a su Padre; qué quiere ofrecernos el Padre: quiere que nosotros participemos de todo lo que es propio de Él, la vida en plenitud, la vida eterna.

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