miércoles, 25 de mayo de 2016

25 mayo: No sabéis lo que pedís

Novena al Sagrado Corazón (Málaga)
Jueves 26 de mayo a 3 de junio
Iglesia PP. Jesuitas. A las 6’45 tarde

Liturgia
          Continuando el argumento de ayer (la redención es ya exigencia para nosotros), 1Pe 1, 18-25 ahonda su sentido: hemos sido rescatados de un proceder inútil a precio de la Sangre de Cristo. Por eso ponemos en Dios nuestra fe y nuestra esperanza.
          Y se tiene que manifestar en querernos unos a otros sinceramente como hermanos, amándonos de corazón e intensamente. Todo se muda en la vida pero la palabra del Señor permanece para siempre. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.
          El evangelio de Mc 10, 32-45 nos cuenta la subida de Jesús y sus apóstoles a Jerusalén, que hace Jesús con prisas: Jesús se les adelantaba. Y eso provocaba extrañeza en los apóstoles, que le seguían asustados.
          ¿Adónde iba Jesús con prisa? Tomó aparte a los Doce y les dijo: Mirad que subimos a Jerusalén y el hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará. A eso va con prisa.
          Lo que llama la atención es la que parecería una reacción a ese anuncio. Santiago y Juan, vienen a Jesús con ademán de querer pedir algo…, o más que ademán porque pretenden tener concedido lo que van a pedir: Concédenos sentarnos en tu reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Pero ¿de qué “reino” hablaban? No precisamente del que Jesús acababa de exponerles. Pretenden que Jesús comprometa una respuesta de antemano: lo que te vamos a pedir.
          Jesús tuvo que decirles que no sabían lo que pedían. Estaban hablando de un “reino” inexistente, un reino de puestos de privilegio y de mando…, el de la derecha y el de la izquierda… Y Jesús les dijo que no sabían dónde estaban. Si querían saberlo, habían de responder a otra pregunta de signo muy contrario al que habían solicitado. Dice Jesús: ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber y ser bautizados con el bautismo con que me voy a bautizar?
          Pienso que ellos no supieron muy bien lo que estaba diciendo, pero entendieron una cosa: que Jesús iba delante en lo que les proponía: “cáliz que yo he de beber”, “bautismo con que me voy yo a bautizar… Lo que fuera, era CON ÉL. Y eso lo entendieron. Por eso respondieron afirmativamente: Podemos. A lo que Jesús asiente.
          Lo que pasa es que los compañeros se habían indignado. En el fondo es que todos querían esos asientos de la derecha y la izquierda, y les había sentado mal la petición de los dos hermanos. Quiere decir que todos estaban implicados en esos deseos de grandeza, aunque no lo habían expresado. Pero se indignaron con los dos compañeros porque se les habían adelantado. Lo que ninguno hizo alusión fue a lo que Jesús les había anunciado.
          Y Jesús tuvo que volver a los comienzos: Los grandes oprimen, los jefes de los pueblos tiranizan, los poderes abusan… Y eso no puede ser así entre vosotros: Vosotros, nada de eso; el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos; el que quiera ser grande, sea vuestro servidor. Así como el Hijo del hombre que no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por todos.
          La lección estaba nuevamente dada. Y con tanta finura de parte de Jesús que no les ha echado en cara la falta de atención a sus palabras, ¡y tales palabras que deberían haberles cogido el alma! Era tener siempre que volver a empezar, porque algún día deberán entender el mensaje…

MARÍA

          ¿Cómo hubiera acogido María aquel anuncio de pasión y de muerte que hacía Jesús? Evidentemente con el alma transida de dolor, y reconociendo que era el camino que ya tenía anunciado Isaías. Ella lo sabía muy bien desde que se le anunció en Nazaret. Pero ella nunca pensó en grandezas y precisamente cantó a Dios su agradecimiento porque Dios se dignó mirar la pequeñez de su esclava. Nuestra flor de este día ha de ir en la humildad de las violetas. Con flores a porfía, ¡que madre nuestra es!

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:01 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuació)

    SÉPTIMO MANDAMIENTO:"NO ROBARÁS"

    "La Iglesia comparte con los hombres de nuestro tiempo este deseo ardiente y profundo de una vida justa en toda dimensiones y no deja de someter a reflexión los diferentes aspectos de la justicia, tal como lo exige la vida de los hombres y de los grupos sociales (San Juan Pablo II).


    ¿POR QUÉ TIENE LA IGLESIA UNA DOCTRINA SOCIAL PROPIA?.-Dado que todas las personas, creadas a imgen y semejanza de Dios, poseen una dignidad única, la Iglesia,con su Doctrina Social, aboga a favor de que esta dignidad de la persona se realice en el ámbito social también para "todas "las personas. No pretende tutelar la política o la economía. Pero cuando cuando en la política y en la economía se ataca a la dignidad de las personas, la Iglesia debe intervenir.
    "Los gozos y las esperanzasd, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo".(Concilio Vaticano II).En su Doctrina Social, la Iglesia concreta esta frase. Y se pregunta:¿Cómo podemos hacernos responsables del bienestar y el trato correcto para todos,también para los no cristianos? ¿Cómo debe ser la forma justa de la convivencia humana, de las instituciones políticas, económicas y sociales?. En su acción a favor de la justicia la Iglesia es llevada por un amor que se mira en el amor de Cristo por los hombres.

    Continuará

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  2. Jesús, iba delante. Los discípulos, como que era una comunidad que no se atreve a seguir decididamente a Jesús y a creer el Evangelio, van pendientes de sí mismos, ocupados en quién de ellos es más importante...No tienen el coraje de hacerse servidores los unos de los otros; todavía no conocen al Mestro, no han prestado atención cuando les habló de la auténtica fraternidad como el camino más seguro, el único camino que conduce a la vida nueva de la resurrección.. También nosotros tenemos un poco de miedo de seguir a Jesús. Él va delante para darnos seguridad y nosotros, muy ocupados en nuestras cosas de aquí abajo.

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