martes, 24 de mayo de 2016

24 mayo: Lo hemos dejado todo

Novena al Sagrado Corazón (Málaga)
Día 26, PP. Jesuitas. A las 18’45

Liturgia
          La 1Pe, 1, 10-16 nos lleva a aplicar la redención al momento actual. Estuvo anunciada por los profetas, hoy se anuncia por los predicadores del Evangelio. Hoy se realiza entre nosotros. Por tanto, como hijos obedientes nos os amoldéis más a los deseos que teníais antes en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo y vosotros tenéis que ser también santos. Es decir: la redención de Cristo está hecha, pero la aplicación de esa redención nos toca hacerla nosotros.
          El evangelio es continuación del de ayer. Mc 10, 28-31 es la pregunta de Pedro sobre ellos, que lo han dejado todo. Es la contraposición con aquel personaje que no fue capaz de dejar sus bienes con tal de seguir a Jesús. Pedro y los compañeros sí lo han dejado. ¿Qué nos toca? Y Jesús responde que tendrán todo eso que han dejado y con creces, y luego la vida eterna. Y por tanto que todo el que sabe irse dejando a sí mismo, irá ganando mucho más de lo que deja…, con persecuciones… Es decir: esto no es una mercadería en la que se deja algo para alcanzarlo mejor todavía. Esto es un “negocio” espiritual en el que hay que dejar el yo, a fondo perdido, y saber que no se ha perdido porque en medio de las carencias de la pobreza humana, Dios compensa y llena las aspiraciones de los que son capaces de darse a sí mismos. De modo que, situándose voluntariamente en el último lugar, Dios va poniendo a la persona en los puestos primeros del Reino. Pero que todo eso se da “con persecuciones”, con dificultades, con lucha.
          Insistamos, pues, en la idea de ayer: podemos creernos pobres por cuanto que no somos ricos. Y podemos no ser tan pobres en la medida en que nos aferramos a nuestro YO y pretendemos consciente o inconscientemente a hacernos norma de la vida. De manera que en el fondo nos sentimos como un “modelo” al que deben parecerse los demás. De ahí la facilidad con la que juzgamos actuaciones y modos de ser de los otros.
Por eso yo me cuestiono siempre esa afirmación de Pedro: Nosotros, que lo hemos dejado todo, porque la verdad es que, si Jesús hubiera querido aquilatar el tema, hubiera podido decirle a Pedro que aún le quedaba mucho para haberlo dejado todo. Se poseía mucho a sí mismo, y buena prueba la da el evangelio y las frecuentes salidas del plato de los apóstoles. Pero Jesús aceptó porque lo que no se ha dejado todavía, se puede estar en vías de dejarlo. Sea ese nuestro deseo e intento del día a día, y saber que estamos en camino…

MARÍA
          Hoy celebramos los jesuitas la memoria de NUESTRA SEÑORA DE LA ESTRADA (o del Camino), imagen (que ilustra hoy esta reflexión); imagen muy apreciada por San Ignacio y sus primeros compañeros, que el Papa concedió que fuera trasladada a la Iglesia del Gesú, de los Padres Jesuitas, en Roma.
          La advocación de María como “del Camino” tiene un sentido muy profundo. María no se constituye nunca como el objetivo final. María es “de paso”. Por ella llegamos a Jesús. De ahí aquella expresión de Ignacio dirigiéndose a la Virgen: Ponme con tu Hijo, o el lema de las recordadas Congregaciones Marianas de los jesuitas: A Jesús, por María. María no es nunca depósito final sino acequia que conduce el agua hacia el objetivo único: Jesús. Y esa labor la he realizado María perfectamente a través de los siglos, echándose siempre a un lado para que resplandezca Jesús. Es en realidad la razón de ser de María, y es la razón de ser de todo cristiano. María está ahí en el camino, indicando, conduciendo, ayudando a caminar.

          Ayudadnos todos los seguidores del blog a los jesuitas con vuestra oración, a ser fieles a esa misión de María, para que dirijamos todas nuestras energías al encuentro con Jesús. Y a la vez, para que sirvamos de conducción a los fieles para que –por la devoción a María Santísima, desemboquen en un encuentro enamorado con Jesucristo. Y también para que esos fieles sean, por su parte, vehículo para que otras personas se dirijan a María y, por María, a Jesús.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:16 a. m.

    "La experiencia muestra que todo tipo de falta de respeto frente al medio ambiente causa daños a la convivencia humana y viceversa.Cada vez se manifiesta con más claridad la relación inseparable de la paz con la creación y con la paz entre los hombres" (BENEDICTO XVI).

    ¿CÓMO DEBEMOS TRATAR LA CREACIÓN?.-Cumplimos el designio creador de Dios, cuando cuidamos la tierra con sus leyes vitales, su variedad de especies, su belleza natural y sus riquezas renovables y la conservamos eficazmente como ámbito de vida, de modo que también la futuras generaciones puedan vivir bien en la tierra.
    En el libro del Génesis se dice: Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra. Lo de "someted la tierra" no significa un derecho absolutio a poder disponer arbitrariamente de la naturaleza viva y muerta, de animales y nplantas.Estar creado a imagen y semejanza de Dios sinifica que el hombre se ocupe de la Creación de Dios como pastor y guardian. Porque también de dice:"El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén, para que lo guardara y lo cultivara"(Gen 2, 15).

    ¿CÓMO DEBEMOS TRATAR A LOS ANIMALES?:-Los animalesa son criaturas de Dios como nosotros,a las que queremos y con las que debemos alegrarnos, como Dios se alegra de su existencia.
    También los animales son criaturas sensibles creadas por Dios. Es pecado torturarlos, hacerlos sufrir y matarlos. Sin embargo una persona no debe anteponer el amor a los animales al amor a los seres humanos.

    Continuará

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  2. Pedro, un poco pagado de sí mismo estáy, le recuerda a Jesús que él y sus compañeros lo han dejado todo para estar con Jesús, para ser sus discípulos. Jesús podía decirle a Pedro que no se había desprendido de su YO; pero no se lo dijo.Jesús les dijo que es muy positivo lo que han hecho. Que, cuando esto que han hecho se hace de corazón, se empieza a vivir una fraternidad distinta, gozosa, que no obliga a romperlas relaciones familiares, sino que las sitúa en el círculo de la familia de los que aceptan a Dios como Padre. Al tiempo que comparten con Jesús el sufrimiento y la pena por los que no se atreven a dejarlo todo por el Reino.

    De la mano de nuestra Madre del Camino, vamos seguros, porque nos irá recordando que "hagamos lo que Él nos diga".

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