sábado, 21 de mayo de 2016

21 mayo: La Unción de los enfermos

Liturgia
          Uno de los Sacramentos que no encuentra apoyo claro en la Palabra escrita es el de la Unción de los enfermos. Algunas unciones que aparecen en los evangelios no parecen hacer referencia a ello. El texto que más se acerca a hablar de la institución sacramental de la Unción es éste de Santiago 5, 13-20, en la que el apóstol invita a llevar al enfermo a los presbíteros de la Iglesia, que recen sobre él después de ungirlo con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo; el Señor lo curará y si ha cometido algún pecado, lo perdonará. Es realmente un texto que presenta todas las características de una acción sacramental.
          De hecho la praxis de la Iglesia avala la realidad divina de este sacramento, que quedó fijado en el canon de los 7 sacramentos de la Iglesia.
          Durante mucho tiempo se le llamó “extremaunción”, por aquello de que se administraba en circunstancias extremas  del enfermo, prácticamente moribundo. Y eso le ha creado una “leyenda negra” que provoca el rechazo, unas veces de parte del propio enfermo (que se cree que darle la Unción es antesala de la muerte) y otras de la familia que teme que se puede asustar…, y entonces deja para tan última hora la administración del sacramento que se pierde uno de sus posibles efectos: LA SANACIÓN DEL ENFERMO: la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo curará.
          El Concilio Vaticano II utilizó ya la expresión de Unción de los enfermos, y se aconsejó su administración no sólo al final de la vida sino en circunstancias particulares: ante una operación quirúrgica, ante la llegada a los años de vejez, en determinadas fechas litúrgicas, ante un viaje de cierto riesgo. De esa manera se le quita esa connotación de “miedo” a recibirlo porque se ha familiarizado uno a ello en estadios normales de vida y habiendo salido fortalecido de esos trances.
          No obstante la “leyenda negra” sigue vigente y el temor instintivo de las familias priva muchas veces al enfermo cristiano de lo que para él sería un consuelo en su enfermedad.
          El evangelio (Mc 10, 13-16) es corto y presenta a las madres que traen a sus hijos pequeños a que Jesús los toque. Pero los discípulos creen aliviar el trabajo de Jesús impidiéndoles a los niños  que se acerquen. Jesús reacciona diciendo a sus apóstoles que no se lo impidan; de los que son como ellos es el reino de los cielos.
          No es lo monos que son los nenes, ni su ternura ni sus caricias lo que está poniendo Jesús de manifiesto en esa defensa de que se acerquen los niños a él. Lo que Jesús admira en ellos es la espontaneidad y la inocencia, la ausencia de malicia y de resabios. De ahí que lo que les dice a sus apóstoles a continuación es que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Se trata de esa lozanía con la que hay que acercarse al reino de Dios, sin los prejuicios o las justificaciones de los mayores, de los colmillos retorcidos, de los autoengaños con los que uno interpreta la religión a su manera y conveniencia. Jesús expone el reino con toda franqueza y quiere que la respuesta vaya en la misma línea. Respuesta de frente y acogiendo al reino como es y como lo expone Jesús, y no bajo los velos de camuflaje con que es fácil encontrarnos con los dedos cogidos por nuestras conveniencias y temores.

MARÍA
          En una canción se dice que una flor es el comienzo de un capítulo de amor. Una flor es una parte de un conjunto y de un sentido mucho mayor que la flor en sí. La flor es simbólica. El amor que hay detrás de esa flor es el que tiene importancia. Sin que hubiera ese amor, la flor sería huera, inútil y casi sarcástica. Pero lo normal es que el que obsequia con flores, quiere expresar una riqueza de sentimientos que nacen más en lo profundo de la persona. Es el comienzo de un capítulo de AMOR.

          Acudamos hoy a María con una nueva flor que vuelve a abrir un nuevo capítulo de cercanía y delicadeza, de amor y de detalles que van al fondo del corazón de la persona. Y que el amor se exprese en el mismo lenguaje de María, la dichosa porque escuchó la palabra de Dios y la vivió. Ella ofreció a Dios sus mejores flores desde el comienzo de su vida consciente y eso fue constituyendo un capítulo de fidelidades que llevó hasta el extremo. Ella amó con el más puro amor que puede ofrecer una criatura.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad8:38 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    SÉPTIMO MANDAMIENTO:"NO ROBARÁS"

    "QUIEN AMA EL DINERO NUNCA SE SACIA" (Ecl 5)

    ¿SE PUEDEN EMPLEAR TRUCOS EN EL PAGO DE IMPUESTOS?.-La inventiva en relación con sistemas complejos de impuestos no se puede objetar moralmente. Es inmoral el engaño y el fraude fiscal, es decir, falsificar, silenciar o tapar hechos para impedir una evaluación fiscal correcta.
    Mediante el pago de impuestos, los ciudadanos contribuyen , según su capacidad, a que el Estado pueda llevar a cabo su misión. Por eso el fraude fiscal no es un delito de poca importancia. Los impuestos deben ser justos y proporcionados y deben ser cobrados por via legal.

    ¿PUEDE UN CRISTIANO ESPECULAR EN LA BOLSA O EN INTERNET:-Un cristiano puede especular en bolsa o en internet mientras se mantenga en los límites de las costumbres de una negociación hábil con dinero propio o ajeno y no incurra en faltas contra otros preceptos morales.
    La especulación en bolsa se vuelve inmoral cuando se emplean medios deshonestos (como por ejemplo, información privilegiada);cuando el negocio pone en peligro los medios de vida propios o ajenos, en lugar de asegurarlos, cuando la especulación, como en el juego, adquiere caracteres de adición.

    Continuará

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  2. Presentar los niños a Jesús indica confianza en Dios, deseo de que estos pequeños conozcan al Señor y que aprendan a contar con Él y a necesitar su compañía. Sería deseable que los padres los llevaran al templo cuando ellos van a cumplir con su precepto dominical. Los niños son niños y no pueden entretenerse con un misalito; pero pueden llevar un juguete que no les impida ver cómo oran sus padres; se ponen depie, se arrodillan en los momentos fuertes de la Eucaristía; se dan el beso de la paz; acompañan a los papás a tomar la comunión; ellos no comulgan todavía pero el Celebrante les da una palmadita...salen, hablan con la Comunidad, se saludan todos como hermanos y los padres aprovechan para hacer su catequesis y el niño crece ya en un ambiente apostólico, empieza a unirse a Jesús.

    Los Apóstoles regañaban a los niños porque les parecía que estorbaban a Jesús; creían que tenía que estar libre para atender las cosas "importantes". Con sus palabras y gestos, Jesús, reivindica la gratuidad, la ternura, la espontaneidad como valores esenciales del Reino. El Hijo de Dios, envuelto en pañales, nos decía a gritos que necesitaba nuestra ternura.¡Qué pena da el ver a tantos niños privados del amor de la familia y de todo lo que necesitan para crecer y llegar a su pleno desarrollo..!

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