martes, 17 de mayo de 2016

17 mayo: La sinceridad por delante

Liturgia
          Santiago (4, 1-10) sigue bajando a la arena y pisando realidad. Aparte de que el texto debe ser leído en sí mismo para comprender toda su profundidad, el valor del mismo está en la denuncia clara que hace de esas formas de vida que quieren aparentar una fe en Cristo y sin embargo están encendiendo una vela al diablo. No abiertamente (porque sonaría mal) pero sí en la insinceridad de esas espiritualidades que se quedan en la belleza de una frases o de unos hechos luminosos y pierden el sentido de la verdad que hay en el interior.
          La pregunta de Santiago no es teórica. Se encuentran con comunidades cristianas donde hay riñas y peleas. Y mete el dedo en la llaga: ¿De dónde proceden? –De vuestras pasiones Por eso no alcanzáis el fruto; no alcanzáis lo que pedía porque pedís mal, para satisfacer vuestras pasiones. Y se dirige a esos cristianos con el nombre genérico de “adúlteros”, que no es que vivan en adulterio formal sino que viven amando al mundo, que es una forma de odiar a Dios. ¡Cómo he pensado en esta etapa de la historia en la que se ha generalizado el recurso a la pornografía a través del Internet, y eso en personas que quieren continuar siendo fieles, pero que están metidas gravemente en esa pasión! ¿Qué les diría Santiago? –Pues exactamente lo que está diciendo. Y seguro que gustaría más que les sacáramos a flote el himno de la caridad…, pero estaríamos engañando con esos paños calientes. [Aparte de que el himno de la caridad está diciendo lo mismo pero de otra manera. E igualmente cierto que las personas entendemos mejor cuando se nos pone negro sobre blanco, como está haciendo Santiago].
          El final de esta perícopa es una llamada directa: Pecadores, lavaos las manos; indecisos, sed sinceros; llorad, haced duelo… Que vuestra alegría mundana se convierta en tristeza. Jesucristo lo dice igualmente drástico: Si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Y no es que Jesús nos quiera tuertos sino drásticos en las soluciones.
          El evangelio de Mc 9, 29-36 no lleva un argumento muy diferente. Porque Jesús va exponiendo a sus discípulo lo que le espera, porque el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres… Y la reacción de sus apóstoles es prescindir de esa enseñanza y ponerse a discutir quién de ellos es el más importante. Una huida hacia adelante. Un hacer oídos sordos a la verdad que les expone el Maestro, y un refugiarse en sus pensamientos que les resultan más gustosos que el tema de la cruz. Y Jesús tiene que volver a sentarse por enésima vez y a tomar la catequesis por el principio. Y lo hace con el símbolo de un niño, que es capaz de aceptar lo que se le dice sin huirlo ni tergiversarlo. El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí. Y no digo sólo que a mí, porque acoge al que me envió.
          Tenemos el mismísimo mensaje de Santiago, enfocado desde otra luz. Pero se está tocando el tema de la sinceridad frente a la falsía, el engaño… La verdad siempre es más dura que la amalgama con la que pretendemos huir de lo que cuesta. Pero hemos de ser veraces en medio de un mundo como el de hoy en el que vivimos tan metidos en el engaño. Y no me refiero al mundo opuesto a Dios por principio, sino a ese otro mundo al que he hecho referencia antes, y a todo ese mundo que está pretendiendo vivir la fe pero encendiendo una vela a Dios y otra al diablo. Y ese “mundo” no está tan lejos que no hayamos de cuestionarlo en nosotros mismos, precisamente para no dejarnos enredar en sus planteamientos tan llenos de medias verdades y de ambiguas actitudes.
 
MARÍA
          En María hallamos a la mujer verdadera, plena de sinceridad, que no se bascula entre medias verdades, entre pasiones que alejan de la verdad sincera. María va adelante con su frente muy alta, siempre teniendo en su norte la voluntad de Dios, y enfrentando la parte dolorosa con toda honestidad. Por eso dio su SÍ a Dios en el primer instante, y por eso estuvo al pie de la cruz al final. Porque María no entendió de soluciones a medias, de verdades a medias, de fe que carece de fuerza para vivir limpiamente de cara a Dios.

          Por eso, vayamos a Ella con flores a porfía, a ver quién da más y mejor…, quién puede ofrecer la flor más bella y más lozana, el alma más sincera y la verdad más limpia.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:04 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    SEXTO MANDAMIENTO:"NO COMETERÁS ACTOS IMPUROS2

    "El más poderoso hechizo para ser amado es amar"

    ¿QUÉ TIENE LA IGLESIA EN CONTRA DEL "MATRIMONIO SIN PAPELES"?.-Para los cristianos no existe matrimonio sin la celebración del sacramento.Emmmmmmn él Cristo entra en la alianza entre el varón y la mujer y concede abundancia de gracias y dones a los esposos.
    A veces hay personas mayores que aconsejan a los jóvenes que dejen de casarse "para siempre y de blanco". Que el matrimonio es algo así como una unión fusión de patrimonio, perspectivas y buenas intenciones, a lvez que se hacen en público promesas que no se pueden mantener. Pero un matrimonio cristiano no es una estafa, sino el mayor regalo que Dios ha pensado pars dos personas que se aman. Dios mismo los une de un modo tan profundo que no lo pueden lograr los hombres.Jesucristo, quie dijo"Sin mó no podéis hacer nada"(Jn 15,5), está presente de forma permanente en el SACRAMENTO del Matrimonio.¨Él es el amor en el amor de los esposos. Es su poder el que se hace presente cuando se agotan aparentemente las fuerzas de los que se qieren. Por eso el sacramento del Matrimonio es algo muy diferente a un pedazo de papel. Es como un vehículo ya dispuesto al que pueden subir los esposos, un vehículo del que el esposo y la esposa saben que contiene suficiente combustible para llegar , con la ayuda de Dios a la meta de sus deseos, Cuando, en la actualidad muchas personas dicen que no tiene importancia tener relaciones sexuales sin compromiso antes o después del matrimonio, la Iglesia invita a resistir con determinación y energía a esta presión social.

    Continuará con el séptimo manadamiento.

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  2. Jesús sabía que tenía que sufrir mucho; los apóstoles no lo querían entender y se entretenían en averiguaciones frívolas que les privaban de la Presencia del Señor. También ellos andaban preocupados sobre quién era el más importante.La conversión que necesitaban aquellos discípulos, la necesitamos nosotros y toda la Iglesia porque nos cuesta vivir el seguimiento de Jesús como un servicio gozoso y desinteresado a los más pobres y menos importantes.Nos cuesta renunciar a nuestras comodidades para ser servidores de los hermanos.

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