jueves, 7 de abril de 2016

7 abril: Aparición a Tomás

Liturgia
          Continúa en la 1ª lectura (Hech 5, 27-33) el tema de ayer: los sacerdotes pretenden silenciar a los apóstoles, y les acusan de faltar a la prohibición que les han impuesto de enseñar en nombre de ése. El nombre de Jesús, ni nombrarlo…, pretenden los sacerdotes y ancianos que constituyen el tribunal. Los apóstoles responden con toda firmeza: hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús al que vosotros matasteis colgándolo de un madero.
          La respuesta les exasperó más aún y con el extremismo de sus ideas, decidieron acabar con ellos.
          El Evangelio de hoy (Jn 3, 31-36) continúa la respuesta de Jesús a Nicodemo. Tiene poco que poder explicar porque no cabe sino irla siguiendo en el texto mismo. El que es de la tierra habla cosas terrenas; el que es del Cielo habla cosas celestiales. El que Dios envió habla palabras de Dios. Más aún, no solo habla palabras de Dios sino que él mismo es PALABRA DE DIOS. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna.

VIDA GLORIOSA
          Ha pasado una semana desde que Jesús vino a sus apóstoles; una semana difícil en la convivencia de Tomás con el grupo. Pero una semana son muchos días y muchas horas y es un tiempo suficiente para suavizar situaciones. Y Tomás y los compañeros han encontrado sus puntos afines, y hasta han podido hablar de Jesús resucitado sin que Tomás se exalte. De hecho Tomás está más que arrepentido de su bravata del domingo, de su respuesta tan drástica, de sus exigencias tan desproporcionadas.
          Por otra parte está anhelando poder ver él a Jesús. Si lo han visto los otros, él necesita verlo también. Y no ya como exigencia para creer sino como consuelo para su alma…, como alegría por el amigo que ha salido de la muerte. Y ocho días sin noticia son muchos días. Y eso mismo le ha ido amainando su temperamento porque se hace consciente de que Jesús puede estarle pidiendo una actitud renovada que no sea la respuesta exigente de aquella tarde. Y Tomás está ya ciertamente en otra tesitura. Y no va a pedir aquello que pidió. Ahora sólo quiere verlo, por cariño y gozo hacia su Maestro.
          Y estaban todos en el Cenáculo, con las puertas cerradas, como de costumbre, cuando de pronto aparece Jesús en medio de ellos, y se presenta con su típico saludo: PAZ A VOSOTROS. Tomás había pensado hablarle y pedirle perdón pero Jesús no dio lugar a ello. Puso sus ojos en Tomás y le dijo: Mete tu dedo aquí y mira mis manos. Trae tu mano y métela en mi costado… Tomás se había echado a los pies de Jesús, y humillaba su frente ante él. Estaba avergonzado y no hubiera querido tener que hacer aquello. Pero Jesús quiere que lo haga porque va a ser útil para la posteridad. Tomás pronunció su gran acto de fe, en el que ya no se quedaba en reconocer a Jesús como su maestro resucitado sino como su Dios y su Señor. Verdaderamente Tomás hablaba ahora no como lo que le dice la carne y la sangre, lo que toca y lo que palpa, sino que se le ha revelado por dentro una visión absolutamente nueva y profunda: quien tiene delante es Señor mío y Dios mío, traspasando todo lo visible.
Jesús tomó al discípulo por los hombros y lo levantó. Y le dijo: Tomás, porque me has visto has creído. Dichosos los que creen sin haber visto. Ni que decir tiene que Jesús nos estaba viendo a nosotros…, a ese inmenso ejército de creyentes que creemos en él y en su resurrección sin haber visto con los ojos de la cara… A todos los que pronunciamos esa misma palabra: Señor mío y Dios mío cuando miramos el Pan y el Vino consagrados y sabemos con una profundidad que trasciende lo visible, que estamos viendo a Jesús resucitado y sacramentado.

No nos dice el evangelista lo que ocurrió después. Podemos imaginarlo: Jesús desaparece. Tomás queda anonadado y a la vez, feliz. Los compañeros, gozosos. Ya todos han visto al Señor. Ya todos son testigos de una misma realidad, incluido Tomás que había sido quien tuvo sus resistencias. Ya ha quedado en la historia todo lo anterior y en tanto sirve en cuanto que nos ayuda a los demás a ser muy respetuosos con los que no creen…, o con los que creen…, o con los que tienen sus formas diversas de creer… Y sentirnos muy dichosos de tener el don de la fe, y poder sentir como algo substancial en nuestra vida que Jesús, el crucificado (el dolor, la contrariedad, la enfermedad…) ha resucitado y le ha dado sentido a todas las experiencias dolorosas de la vida. Porque detrás de cada persona y de cada suceso, ¡ES EL SEÑOR!, el Señor mío y Dios mío.

2 comentarios:

  1. Santo Tomás es un apóstol que me cae especialmente bien. Siempre me ha fascinado su humanidad. Comprendo perfectamente sus resistencias iniciales.

    Después de la venida del Espíritu Santo, San Tomás comisionó a Tadeo para que bautizara e instruyese a Abgar, rey de Edessa. Según Eusebio este rey escribió a Jesús invitándolo a visitar su reino y ser curado de una enfermedad que le afligía. Cristo en respuesta le dijo que debía cumplir con la tarea para la que fue enviado y después regresar a Aquel que lo había enviado , pero que después de su ascensión el enviaría a uno de sus discípulos a sanarlo y dar vida a el y su familia. Esta promesa de nuestro Señor fue cumplida por Santo Tomás, quien envió a Tadeo, no solamente a sanar a este rey sino también para plantar la semilla de la fe en esta nación.

    Se sabe que en su labor apostólica, Santo Tomás, predicó en Persia y sus alrededores, se menciona también India y Etiopía.

    Se cree que Santo Tomás sufrió el martirio en la costa de Coromandel, India, donde su cuerpo fue descubierto, con ciertas marcas de que fue muerto con lanzas y ese tipo de muerte es tradición en los países del Este. Se sabe que su cuerpo fue trasladado a Edessa, donde fue enterrado en los grandes sepulcros donde también se hallaban San Pedro, San Pablo y San Juan.

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  2. Ana Ciudad12:17 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÒLICA (Continuación)

    TERCER MANDAMIENTO:"SANTIFICARÂS LAS FIESTAS"

    "Recuerda el dìa del sábado para santificarlo....No haràs trabajo alguno, nin tú , ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava,ni tu ganado,ni el emigrante que reside en tus ciudades"(Ex 20, 8 ,10).

    ¿POR QUÊ SE CELEBRA EL SÂBADO EN ISRAEL?.-El SÀBADO es para el pueblo de Israel el gran signo que le recuerda a Dios, el Creador y el liberador.
    El SÂBADO recuerda, por un lado, el séptimo dìa de la Creación en el que se dice que Dios "descansò y tomò respiro" (Ex 31,17),en cierto modo como autorización a todos los hombres para in terrumpir el trabajo y recobrar el aliento. incluso a los siervos se les debe permitir celebrar el sábado. Esto recuerda el otro gran memorial, la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto: "Recuerda que fuiste esclavo en la tierra de Egipto"(Dt 5,15). El sábado es por tanto una fiesta de liberación humana, el sábado se puede tomar respiro,en èl se suspende la división del mundo en señores y siervos. En el judaísmo este dìa de la libertad y del descanso es considerado también como una especie de anticipo del mundo futuro.

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