viernes, 29 de abril de 2016

29 abril: Pescadores de hombres

Liturgia
          Del “Concilio de Jerusalén” han salido unas decisiones, que son acordes con el pensamiento de Pablo y Bernabé. A la iglesia de Antioquía han de llegar esas conclusiones, pero es conveniente que no sean ellos mismos quienes lo comuniquen, porque podría parecer que vienen diciendo: “es lo que nosotros decíamos”. Por eso envían desde Jerusalén a tres miembros eminentes de la iglesia: Judas, Barsabá y Silas, (Hech. 15, 22-31) para que sean ellos los que lleven una carta de comunicación de lo que ha quedado decidido bajo la acción del Espíritu Santo. Y así –dice la carta de parte de los apóstoles- hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de la idolatría, de la fornicación (uniones ilegítimas) y de comer sangre ni animales estrangulados. Lo cual fue de gran alegría para aquella comunidad de fieles antioquenos.
          Es de subrayar esa afirmación que deja patente la asistencia del Espíritu Santo en las decisiones esenciales de la Iglesia cuando la Iglesia actúa magisterialmente en “concilio” y con conciencia de fijar unas conclusiones con una autoridad que no es sólo la humana sino de la asistencia de Dios para el bien de esa Iglesia y de sus fieles.
          San Juan (15, 12-17) nos deja una de las páginas más ricas en un breve párrafo. Partiendo del mandamiento esencial: que os améis unos a otros como Yo os he amado, Jesús reafirma su grado de amor en aquella afirmación: Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por el amigo. Vosotros sois mis amigos… No os llamo siervos sino amigos porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre. Y no os llamo “siervos” porque yo os he elegido y os he destinado para que deis mucho fruto, y fruto duradero. Y todo redunda en que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Para cerrarse todo el párrafo de la misma manera que empezó: esto es mando: que os améis unos a otros.

          Hoy he orado sobre la llamada de Jesús a los primeros discípulos, en el evangelio de Lucas (cp. 5). Y en mi afán por tantear caminos el evangelio he planteado el tema de la forma más simple que pudiera haber sucedido. ¿Sabía Jesús que aquella barca a la que se sube era la barca de Andrés y Simón, aquellos primeros hombres que conoció un día junto al Jordán? [Andrés, uno de los dos discípulos del Bautista que se interesaron por el personaje Jesús; Simón el hermano de Andrés, que fue conducido hasta Jesús por su hermano]. ¿Realmente supo Jesús, que viene por la playa rodeado de gentes, que aquella barca que tiene a mano para predicar desde ella, era la de Andrés y Simón?
          Pudo ser una “casualidad” providencial que viniera  a serlo. De ello se entera cuando al acabar de hablar, se le vienen aquellos dos hombres que estaban en la playa remendando sus redes, y se dan a conocer, muy ufanos de que su barca haya servido de púlpito improvisado al predicador. Lo que ciertamente ellos no sabían era que aquella “casualidad” iba a suponer la consolidación de aquel primer encuentro. Sobre todo se le había quedado muy grabado a Simón aquel saludo de entonces cuando Jesús dio un paso tan fuerte como el de cambiarle el nombre: Tú eres Simón; tú serás Pedro. Porque eso en un judío eran palabras mayores y representaban una acción muy directa de Dios. Lo que pasa es que aquello se quedó en la promesa y luego no se habían vuelto a encontrar.
          Ahora este nuevo encuentro creaba un gusanillo en aquellos dos hombres. Jesús les comprometió a una pesca que para ellos era un intento inútil tras una noche de fracaso sin pesca alguna. Pero bajo tu palabra echaré la red…, y el resultado fue que “esa palabra” era tan eficaz que hubo pesca abundante y tuvieron que pedir ayuda a los compañeros de fatigas de la otra barca –de Santiago y Juan- para poder sacar el abundante pescado. Luego vino la labor de recogerlo, de distribuirlo en sus capachos…, y allí se enfangaron y se les pasó la idea de más compromiso. Simón había pedido que se apartara de él porque era un pecador, y de momento parece que se aparta.

          Yo imagino a Jesús que sigue playa arriba caminando mientras ellos trabajan, aunque en su corazón ya tiene decidido… Y cuando los 4 se han metido en lo suyo, y lavan las redes y se despreocupan, Jesús regresa de su “paseo” y se planta ante ellos y les hace una llamada directa: venid conmigo; en adelante lo que pescaréis son hombres. Y ellos se sienten cogidos por dentro y sin titubear, dejan redes, compañeros jornaleros y al mismo padre Zebedeo, y siguen a Jesús. Ha comenzado para ellos una nueva vida. 

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:58 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    QUINTO MANDAMIENTO:"NO MATARÄS"

    "El desarrollo es el nuevo de la paz"

    ¿CÓMO AYUDAN LOS CRISTIANOS A UN MORIBUNDO?.-Los cristianos no dejan solo a un moribundo.Le ayudan a que, con confianza creyente, puedan morir con dignidad y en paz. Oran con él y se preocupan de que le sean administrados a su debido tiempo los SACRAMENTOS.

    ¿CÖMO TRATAN LOS CRISTIANOS EL CUERPO DE UN DIFUNTO?.-Los cristinos tratan con caridad y respeto el cuerpo de un difunto, conscientes de que Dios lo ha destinad a la resurrección de los cuerpos.
    Pertenece a la cultura cristiana de la muerte el enterrar dignamente a un difunto bajo tierra y adornar y cuidar su tumba. Hoy la Iglesia acepta también otras formas de enterramiento (por ejemplo la incineración), mientras no se interpreten como una muestra contra la fe en la resurrección de los muertos.

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  2. Hoy celebramos la festividad de Santa Catalina de Siena, una dominica inteligente y audaz que trabajó muchísimo por la paz en Italia y emprendió la reforma de la Iglesia que estaba dividida por el cisma del antipapa Clemente VII y corrompida por la simonía y el despilfarro. Ella dirigia sus plegarias al Señor para pedirle que salvara a su Esposa, la Iglesia y para que le abriera los ojos a su Vicario en la tierra. Por la profundidad de sus escritos, el Papa Pablo VI, año 1970, la proclamó Doctora de la Iglesia.

    Las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy y están condicionadas por la incredulidad de varias ciudades. Jesús insiste en que el camino para llegar a la luz de Dios es acoger de corazón a Jesús como el que nos da a conocer al Padre. Jesús está empeñado en que lo conozcamos todos; pero no siempre aceptamos el camino de servicio, sencillez y humildad que Él vive: éste es el yugo que se nos ofrece para vivir en comunión con el Padre y Jesús.

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