miércoles, 20 de abril de 2016

20 abril: Ascensión

Liturgia
          Hay una vocación peculiar en la 1ª lectura (Hech.12, 24-13, 5). Saulo y Bernabé han regresado a Jerusalén. Y un día en que los apóstoles ayunaban y daban culto al Señor, reciben una inspiración del Espíritu Santo para que aparten a Bernabé y Saulo para una misión a la que Dios les llama. Volvieron a ayunar y los despidieron.
          Tiene su importancia esa doble referencia al ayuno, porque es una preparación especial para recibir la comunicación de Dios. No es fácil de entender en nuestro actual modo de pensar, pero ha sido una constante en la vida de la Iglesia en la búsqueda de la voluntad de Dios.
          Ya se preparaba esa situación de carencia en aquel pueblo hebreo que hubo de pasar muchos años en el desierto, con grandes privaciones, antes de entrar en la Tierra Prometida. Pues ese ayuno y privación voluntaria ha tenido en la ascética cristiana un valor muy fuerte para obtener el favor de Dios, las luces necesarias para saber discernir de acuerdo con Dios.
          Y es que la persona que está llena de todo, que no le falta nada, que no sabe privarse…, está en peores condiciones para descubrir la voluntad de Dios, y para seguirla.
          El Evangelio (Jn 12, 44-50) nos da varias afirmaciones de mucha envergadura: escuchar a Jesús es más que escuchar al hombre Jesús; es escuchar a Dios. Ver a Jesús con ojos penetrantes es pasar más allá de lo físico de Jesús: es estar viendo al Padre.
          De ahí que el que oye la palabra de Jesús y no la cumple, se está juzgando a sí mismo. La palabra le juzga porque la oye y no le hace caso. [Lo que no podemos mirar como un discurso de Jesús sino ayudarnos a pensar sobre nuestra ida a la Palabra, nuestra acogida, nuestro dejarnos “tocar” por esa Palabra que nos llega (o que nos debe llegar). Esa Palabra hace de juez en nosotros porque somos capaces de oírla y dejarla pasar como un mero “sermón” y no como una llamada de vida]. Lo que Jesús habla, lo habla como le ha encargado el Padre.

VIDA GLORIOSA
          Mt. 16-19: El Señor Jesús, después de conversar con ellos, fue arrebatado al cielo, y se sentó a la derecha de Dios.
          Lc 24, 50-51: Los sacó hacia Betania. Alzó sus manos y los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al Cielo.
          Así de escuetos son los evangelios para decirnos un momento tan crucial como el de la despedida de Jesús de esta nuestra tierra para ya no volver a ella hasta el fin de los tiempos.
          Sin embargo es el propio Lucas quien explicita más en el libro de los Hechos. Había dado Jesús las últimas instrucciones a sus discípulos, y les había prometido la fuerza del Espíritu Santo que vendría sobre los apóstoles. Les había designado como sus testigos en Jerusalén, Samaria y hasta el extremo de la tierra. Había preparado Jesús el terreno y dado los últimos retoques. Y entonces –sacados hacia Betania, en el Monte de los Olivos- Jesús eleva sus manos y –viéndolo todos- sube al Cielo. Un movimiento ascendente que obliga a mirar hacia arriba y no hacia la tierra. Aunque en este caso una nube oculta la ascensión de Jesús, y unos varones vestidos de blanco vienen a sacarlos de su éxtasis, con un mensaje muy realista: Hombres de Galilea, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este Jesús que os ha sido arrebatado al cielo, vendrá de la misma manera que le habéis visto irse.
          Es el momento de volver los ojos a la tierra, porque aquellos discípulos se quedan en la tierra y han de dar cuenta de sí en la tierra. Y es mensaje directo para nosotros, no sea que nos subamos espiritualmente al séptimo cielo y olvidemos que nuestra vida, nuestra labor, nuestro mundo está ahora mismo aquí abajo. Y Jesús, con haberse ido, no se ha alejado de la tierra sino que ha tomado la distancia necesaria para estar más cerca de todos y no sólo de un grupo de discípulos en Palestina.

          Se ha ido pero permanece. Se ha ido Jesús pero queda en cada uno de los hombres y mujeres de este mundo. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Lo que nos dice hoy este mensaje de los varones resplandecientes es que tenemos que descubrirlo y que servirlo ahí donde se presenta una persona. Y siguiendo la mística del evangelio (que es la preferencia de Jesús), ahí está en el pobre y el indigente, en el pecador y en el enfermo, en el desechado de la sociedad. Lo descubramos o no, es el mismo Jesús que vimos subir al cielo.

3 comentarios:

  1. Continuación y final del Egoismo. Oración
    https://youtu.be/c_tQBoZwIfk

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  2. Ana Ciudad9:31 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    QUINTO MANADAMIENTO: "NO MATARÄS"

    "Habéis oído que se dijo a los antiguos:"No matarás" y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo:todo el que se deje llevar de la cólera contra su hermano será procesado"(Mt 5,21,22).

    ¿POR QUÉ NO SE PUEDE DISPONER DE LA PROPIA VIDA NI DE LA DE LOS DEMÁS?.-Sólo Dios es el señor de la vida y de la muerte. Excepto en caso de legítima defensa o de auxilio necesario, nadie puede matar a otra persona.
    Atentar contra la vida es un crimen ante Dios. La vida humana es "sagrada", es decir , pertenece a Dios, es su propidad. Incluso nuestra propia vida nos está "confiada". Dios mismo nos ha dado la vida; sólo él puede tomarla. En el libro del Éxodo se dice literalmente: "No matarás"(Ex 20, 13).

    ¿QUË ACCIONES ESTÁN PROHIBIDAS POR EL PRECEPTO DE NO MATAR?.-Están prohibidos el asesinato y la cooperación en el mismo. Está `prohibido el asesinato en la guerra. Está prohibidol el aborto de un ser humano desde su concepción. Están prohibidos el suicidio,la automutilación y la autodestrucción. También está prohibida la eutanasia, es decir, poner fin a la vida de personas disminuídas, enfermas o moribundas.

    Continuará

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  3. Como a los de Antioquía, el Espíritu nos llama a través del Papa y de sus Ministros para que nos pongamos al servicio de los hermanos necesitados: de los emigrantes o refugiados o cualquier servicio que esté en nuestras manos, que sea continuación de la Presencia salvadora de Cristo en el mundo. Y, al mismo tiempo, debemos tratar con todas las personas con las que nos encontremos: agradables o desagradables...Como si cada una fuera el mismo Cristo. Esto es lo que el Padre nos manda comunicar.

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