viernes, 4 de diciembre de 2015

4 diciembre: La duda de Zacarías

No tardará en cambiar la cabecera del blog,
pero el blog es el mismo en sus contenidos.
Liturgia
          Adviento nos va poniendo acento en los cambios que va a suponer la entrada en el mundo del Mesías anunciado. Y hoy se hace hincapié en la nueva visión con la que hay que ver, cuando ese Mesías de Dios entra en nuestra vida. Protagonismo, pues, en las lecturas para la vista que van a volver a tener los ciegos. Ciegos no ya de la visión física, sino necesidad de otra manera de ver la vida y de enfocar la vida personal.

          ZACARÍAS
ha quedado abrumado con el anuncio tan detallado y maravillosos que le ha hecho el ángel. No sólo le ha anunciado ese hecho esencial de un hijo en su vejez, y tal hijo cuyo nombre –ya señalado por Dios- expresa MISERICORDIA (porque ha llegado la hora de la misericordia de Dios a su pueblo), sino que le ha explicitado tantas cosas que va a traer consigo ese hijo. Por supuesto para Zacarías (gozo y alegría), pero también para muchos (que se gozarán en su nacimiento). Grande a los ojos de Dios, consagrado (no beberá vino ni sidra), y será lleno del Espíritu Santo ya en el seno de su madre. Con poco que  Zacarías pueda acoger en medio de su aturdimiento, es evidente que el anuncio que está recibiendo es un anuncio divino. Más aún: mesiánico, porque ese niño convertirá a muchos…, y preparará al Señor un pueblo bien dispuesto, precediendo al Mesías con el poder de Elías.
          Ciertamente Zacarías se ha embotado con todo ese anuncio y –en una hora tonta de las que nadie está exento- se le ocurre hablar y pedir una garantía de que todo eso será verdad: ¿En qué conoceré yo…? El ángel se pone serio, se identifica como ángel que asiste al mismo trono de Dios. Y le da la señal que pide para garantía. Esa señal va a ser no poder hablar desde este momento y durante el tiempo del embarazo de ese niño. Y Zacarías quiere ahora hablar, quizás pretendería disculparse de su desliz imprudente, pero ni él puede ya hablar, ni el ángel Gabriel permanece ya allí junto a él.
          Los fieles que, en el exterior, asistían a esa ofrenda de la tarde están más que extrañados de la tardanza del sacerdote que no acaba de salir del Santuario, que era –seguramente- un momento en el que los sacerdotes se dirigían al pueblo con algunas palabras de exhortación. Pero cuando sale Zacarías, aparte de su rostro que manifiesta algo que no es su estado normal, no puede dirigir ninguna palabra a los fieles. Lo que les lleva a pensar que Zacarías ha tenido una visión durante el oficio sagrado.  Zacarías trató de comunicarse por señas e hizo lo que pudo. No cabían muchas explicaciones.
          Las sensaciones de Zacarías en este momento eran muy encontradas. De una parte, su mudez…, y cómo presentarse ante los otros sacerdotes…, o ante Isabel, su esposa, cuando regrese a la montaña. De otra, el gozo desmedido de toda la ancha promesa que ha recibido. Y no es difícil pensar que ganaba en su alma esta gozosa sensación de alegría… ¡Ya se lo había anunciado el ángel!
          Zacarías se desvistió de sus ornamentos litúrgicos y se dirigió a donde estaban sus compañeros. Si imaginamos a otros sacerdotes en la que podríamos llamar “sala capitular”, reciben a Zacarías sin saber lo que ha ocurrido. Zacarías puede allí, ya con más sosiego, expresarse por signos y comunicar –cuanto es posible- lo que ha vivido. Por supuesto no puede traducir a signos el anuncio recibido, pero sí el fondo de la cuestión.
          Los compañeros le suplirán en otras funciones que podrían corresponderle, pero lo que ahora tiene que hacer –le dicen cordialmente- es marchar a su casa, y que la bendición de Dios le acompañe. Zacarías, pues, salió hacia Ain Karim, con esa doble sensación que llevaba dentro y que ahora tocaría hacérsela llegar a Isabel… Nadie le puede evitar a ella el primer susto, pero todo irá teniendo su momento… Y así realizó aquel camino con el alma llena de alegría y el corazón puesto en este momento de la historia de Dios con su pueblo, que ahora pasa por Zacarías e Isabel. Y eso será algo que atempere en ella el disgusto por la mudez de su marido.
          Pero dejemos ese momento, que aun no ha llegado, y unamos nuestros sentimientos a los de Zacarías en su camino de regreso.


HOY ES PRIMER VIERNES DE MES

1 comentario:

  1. Ana Ciudad10:03 a. m.

    SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÒN (continuación)

    El pecado es una ofensa a Dios, una ruptura de la comunión con Èl. Al mismo tiempo ,atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la "conversión" implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia que es lo que expresa y realiza litúrgicamente elsacramento de la Penitencia y Reconciliación.
    Sòlo Dios perdona los pecados.Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sî mismo :" El hijo de Dios tiene poder de perdonar los pecados en la tierra (Mc2,10) y ejerce ese poder divino "Tus pecados te son perdonados".Mas , en virtud de su autoridad divina,CONFIERE ese poder a los hombres para que lo ejerzan en el mundo. Esta dimensión eclesial se expresa en las palabras solemnes de Cristo a Simòn Pedro "A ti te darè las llaves del Reino de los cielos ,y todo lo que ates en la tierra, quedarà atado en la cielos; y lo que desates en la tierra quedarà desatado en los cielos.
    Las palabras "atar" y "desatar" significan :aquel a quien excluyáis de vuestra cominiòn, será excluìdo de la comunión con Dios y a quien recibáis de nuevo en vuesta comunión, Dios lo acogerà también en la suya. La reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios.

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