martes, 15 de diciembre de 2015

15.: Adviento que interroga

Liturgia
          Sofonías esta tomado hoy en dos partes muy definidas: la primera es 3, 1-2 en la que hay una acusación al pueblo de Dios, “ciudad rebelde, manchada y opresora” que no obedecía la voz de Dios… Y en consecuencia una apertura del mensaje salvador a pueblos de labios puros de más allá de los ríos de Etiopía, que traerán ofrendas al Señor. Y una segunda parte (9-13) en la que Dios se vuelca sobre el resto del pueblo suyo, pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor, y que no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera. También ese resto encontrará a Dios.
          En el Evangelio (Mt. 21, 28-32) la realidad del pueblo de Dios que dice , pero no acude a la llamada de Dios; y los pecadores que han dicho NO con su vida desgarrada, pero sin embargo acuden a la llamada de la salvación. Pregunta que queda abierta en nuestro adviento: ¿resto capaz de entrar por el camino de Dios…, de decirle a Dios que aunque vengamos de un no anterior)?

RELATOS DE ADVIENTO
          María llegó a Ain Karin. Preparado el viaje por su padre y por José, encomendada a alguien que tomaba la responsabilidad de la jovencita, María se presentó en casa de Zacarías e Isabel. Como una explosión de gozo, Isabel escuchó la voz de María, salió al portal de la casa y prorrumpió a gritos en una alabanza profética, como si ella hubiera estado presente en toda la historia anterior: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. En cuanto llegó tu palabra a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi vientre. En efecto: aquel encuentro –aun enclaustrado- de Jesús y Juan, produce en el hijo de Isabel un efecto prodigioso: que un feto de seis meses brinque en el seno materno. Pero es que no sólo es algo físico sino que ese niño ha sido invadido por el Espíritu Santo que ha santificado a Juan, de manera que –al nacer- ya no llevará la carga del pecado original, pues ha sido purificado por la presencia del Salvador.
          Isabel no paraba, y en el colmo de su frenesí, sigue a voces diciendo: ¿De dónde a mí tanto bien que venga a visitarme la madre de mi Señor? Dichosa tú que has creído. Zacarías ha salido al zaguán extrañado de las voces de su esposa, y está contemplando absorto aquella escena. No sé si él conocía a María, ni Isabel está ahora mismo en condiciones de hacer una presentación. Habrá de sosegarse Isabel para dirigirse a su marido y presentarle a su pariente y comentarle las maravillas que Dios está haciendo en este momento. Y fue comentado ahora, con más serenidad, todo lo acontecido, y la dicha que suponía tener con ellos a María, a la que pone por todo lo alto, y vuelve a llamarla: bendita entre las mujeres.
          María esa hora la que entra en oración de alabanza, reconocimiento y humildad, creando –al modo hebreo- un canto al Señor. María no puede negar nada de lo que ha dicho Isabel. Todo eso es verdad. Pero hay una verdad mucho más alta, que ella siente en lo más hondo de su alma: que todo aquello le hace proclamar la grandeza de Dios, porque Dios se ha fijado en la pequeñez de su sierva. Es verdad todo lo que ha dicho Isabel, pero Dios es quien hizo esas maravillas, y a Dios se debe volcar toda la alabanza. Es un hecho que me van a llamar BENDITA todas las generaciones, pero quien ha hecho tales maravillas es el Señor, cuyo poder es infinito y cuyo  nombre y realidad es que es SANTO, tres veces Santo, Dios Altísimo.
          Y como buena conocedora de los Salmos, toma de aquí y de allá esas realidades impensables por los poderosos de este mundo: que a los pobres les colma de bienes (y yo soy una Pobre de Yavé) y a los ricos los despido vacíos…; que auxilia a Abrahán y bendice a su pueblo, y que su misericordia va de generaciones en generaciones para los que le aman. María estaba haciendo una oración muy personal, muy sentida, en la que volcaba su alma que estaba tan llena en esos momentos tan efusivos…
          Entraron en la casa. Isabel tomó el hatillo de María. La hizo sentar y como María echaba de ver la situación de Zacarías, que no podía hablar, y la puso al corriente de todo lo que ellos llevaban vivido en aquellos meses…, de cómo Zacarías había tenido una visión de un ángel…, y todo lo que Isabel pudo explicar. Ahora María entendía más todos los engranajes de aquella cadena…
          Isabel dejó a María con Zacarías y María también explicó a Zacarías cómo ella también había recibido la visita del ángel de Dios, quien le comunicó el estado de Isabel. Isabel iba y venía para enterarse de todo pero se había retirado para preparar un aposento que sería el lugar de María durante su estancia en aquel lugar. María, después, se levantó para ayudarle a Isabel. Que tiempo tendrían para comentar todas aquellas cosas que les llenaban el corazón.


2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:33 a. m.

    EL SACRAMENTO DE LA UNCIÒN DE LOS ENFERMOS (Ccontinuaciòn)

    La administración de este sacramento de la Unciòn de los enfermos està reservada a los obispos y presbíteros.Cristo es quìen actùa a través de ellos en virtud del Orden sacramental.
    Como todos los sacramentos la Unciòn de enfermos se celebra de forma litúrgica y comunitaria, que tiene lugar en familia, o en el hospital o en la Iglesia, para un sòlo enfermo o para un grupo de enfermos.Palabra y sacramento forman un todo inseparable.La liturgia de la Palabra,precedida de un acto de penitencia abre la celebración que comprende estos elementos: "los presbíteros de la Iglesia" imponen,en silencio las manos a los enfermos; oran por losb enfermos en la fe de la Iglesia; es la epìclesis ( invocación Sobre)propia de este sacramento; luego ungen al enfermo con òleo bendecido, si es posible, por el obispo
    Estas acciones litùrgicas indican la gracia que este sacramento confiere al enfermo.

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  2. El Padre siempre nos abre la puerta cuando regresamos a casa.Tal vez le hemos prometido muchas cosas; quizá le dijimos que sí a todo lo que nos ha pedido; pero, a la hora de la verdad, cuando vimos que había que trabajar duro, hemos abandonado...Ahora estamos desconcertados,no hemos hecho nada, hemos desobedecido a Dios que nos ama con un amor infinito; nos acercamos a Él y, ni siquiera podemos pedirle perdón...No hace falta, porque ya ha visto nuestra tristeza y sabe que queremos cambiar de actitud, queremos ir a trabajar en la viña y hacer su voluntad; le pedimos ayuda y partimos sin poner excusas.

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