miércoles, 30 de diciembre de 2015

30 dic.:Un día en Belén

Liturgia
          Ana es la mujer del Templo que hoy saca San Lucas en su costumbre de ir siempre compensando en su evangelio un hombre y una mujer (2, 36-40). Reúne una serie de valores que llaman la atención: muy anciana, viuda muchísimos años, no se apartaba del Templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Se acerca en aquel momento y da gracias a Dios y habla del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.
          En la 1ª lectura San Juan (1ª, 2, 12-17) exhorta a todos sus fieles –“hijos míos”- y por separado a padres, a jóvenes…, porque ellos han conocido a Dios y son fuertes por la Palabra de Dios, todo tan al contrario del mundo que se asienta sobre el dinero, el placer y el dominio…, codicias y arrogancias, pasiones que se oponen a la voluntad de Dios. El que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre-
RELATOS DE NAVIDAD
          No me resigno a no vivir siquiera un día en aquella casa de Belén, y observar allí, en mi rincón, en espíritu de oración la vida de aquel matrimonio en su desenvolvimiento habitual.
          Era muy temprano. María, que dormía con su hijo muy cerquita, se ha despertado ya. Llama a José. Y tras los primeros pasos propios de un despertar, los dos se ponen juntos –de pie y en la dirección de Jerusalén- a hacer sus oraciones matutinas, mientras el Niño duerme todavía. Rezan bajito para no despertar al Niño, pero su rezo no es rutinario. Tienen unción. No simplemente “rezan”. En su pronunciar los Salmos hay una auténtica oración a Dios.
          Luego calienta María alguna jarrita de leche y entonan el cuerpo en esas horas del alba. María prepara una cesta con las viandas que había preparado el día anterior para José.
El niño empieza a gemir: es la hora de dedicarle el tiempo a él: tomarlo en los brazos, asearlo, darle el pecho... José aprovecha el momento para salir por el agua y dejarle preparado a María lo que va a necesitar. Y sale después hacia la plaza para estar allí temprano para conseguir algún trabajo. El niño se ha vuelto a quedar dormido. María va a mullirle un poquito el colchón (o lo que hace de colchón) y vuelve a acostarlo. Y comienza sus labores domésticas.
Ahora está sola. Vive con gozo su silencio. Puede dejar de hacer algo y quedarse contemplando al Niño. Y casi que siente escalofríos al pensar el misterio que se les ha encomendado. Con un mínimo de retrospectiva, ¡cuántos pasos misteriosos ha dado ella hasta aquí! Primero los dio sola. Luego, con José, compañero tan valioso de aquellas maravillas y sufrimientos, gozos y alegrías. Y mira al Niño, su niño, su hijo…, su –otra vez hay que decirlo- su misterioso hijo…, que ella concibió sin poder saber ni cómo…, y en el que hoy, allí en su silencio, puede contemplar como Hijo del Dios Altísimo…, Dios de Dios. Es para perder el juicio. Ella tiene allí bajo su techo ¡a Dios!, ella lo está mirando, ella lo cuida, ella es su madre… María ha dejado lo que tenía en las manos y se ha quedado mirando de hito en hito… Es algo inconmensurable… Se le va el alma. Vuelve a elevar al Cielo su Magníficat, porque se siente anonadada, emocionada, alegre que no cabe dentro de sí… Y allí se hubiera quedado viendo a aquel “angelito” dormir… ¡Pero es que es mucho más que un “angelito”! El que allí duerme es el Hijo de David, cuyo reinado no tendrá fin… (así se lo anunció el ángel), si bien es verdad que hoy son unos pobres forasteros en una casita pobre de Belén.
Tenía que seguir su labor: amasar el pan, cocerlo, limpiar la casa, preparar la comida de hoy y la de mañana para José. Y alternar con nuevas tomas del Niño y nuevos cuidados… Lo que hace cualquier madre de familia con un niñito de pocos días.
José había encontrado trabajo un poco lejos. En cuanto dé de mano y cobre su jornal emprenderá ilusionado el regreso a casa. Y su llegada es una alegría para él y para María. Un aseo para estar presentable tras la jornada de trabajo, oraciones de la tarde para agradecer a Dios todo lo bueno de ese día… Y luego hablar entre ellos, contarse cómo fue el día, las cosas vividas junto al Niño… ¡Gustaban tanto de conversar juntos! ¡Y tenían tantas realidades profundas que compartir…! Porque el día por fuera era la materialidad de las horas, los trabajos…, pero para ellos había una médula interna que era el verdadero sentido de las cosas.

Entre rato y rato de ellos, venía el que “reclamaba” para sí el infante…, momentos que José disfrutaba de lo lindo porque era verlo fuera del sueño y del jergoncito… Era verle los ojos, mirarle la boquita, deleitarse con sus facciones… Era otra vez encontrarse ante lo sublime que quiere estar dependiendo de los cuidados de unos padres. Y eso les lleva a meditar más aún que con los Salmos que han rezado, pues ahí delante, con ellos, cuidado por ellos, ¡tienen al Dios de los Salmos! Y aquella pareja, aquellos padres, se quedan entonces en silencio: no caben palabras. Lo único que queda es adorar.

Los próximos días saldrá un poquito más tarde la reflexión del blog. Pero intentaré estar fielmente con los seguidores del mismo.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad2:50 p. m.

    EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO (Continuación)

    Puede parecer difícil, incluso imposible, unirse para toda la vida a un ser humano. Por ello es tanto màs importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un amor definitivo e irrevocable,de que los esposos participan de este amor, que les conforta y les mantiene y que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios.
    Existien sin embargo situaciones en que la convivencia matrimonial se hace prácticamente imposible por razones muy diversas .En teles casos, la Iglesia admite "la separación" física de los esposos y el fin de la cohabitación.Los esposos no dejan de ser marido y mujer delante de Dios; ni son libres para c ontraer nueva unión.En esta situación difícil lo mejor sería la reconciliación si es posible.La comunidad cristiana està llamada a ayudar a estas personas a vivir cristianamente su situación en la fidelidad al vìnculo de su matrimonio que permanece indisoluble.
    Hoy son numerosos los que acuden al "divorcio" según las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia mantiene por fidelidad a las palabras de Jesucristo " Quien repudia a su mujer y se case con otra ,comete "adulterio" contra aquella, y si ella repudia a su marido y se casa co otro, comete "adulterio" (Mc 10, 11, 12).Si los divorciados se vcuelven a casar civilmente, se ponen en una situación que contradice la Ley de Dios.Por lo cual no pueden acceder a la comunión eucarística mientrs persista esa situación y por la misma razón no pueden ejercer ciertas responsabilidades eclesiles.La reconciliación mediante el sacramento de la Penitenci no puede ser concedida màs que a aquellos quebse arrepienten de haber violado el signo de la Alianza y de la fideliadad a Cristo y se comprometen a vivir en total continencia.

    Continuarà

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  2. La anciana Ana habla del Niño Jesús desde la humilda y la sencillez, lo anuncia, ha reconocido que las promesas de Dios ya se están cumpliendo y da gracias a Dios por habernos enviado a su Hijo. Ella es una mujer que ha vivido toda su vida leyendo e interpretando la Sagrada Escritura; su vida tiene sentido porque vive en Él y comunica a los demás la esperanza que nace del Evangelio. Tiene una fe muy arraigada que le ha permitido captar la Presencia del Señor en aquel Niño. ¿Cómo es nuestra mirada? ¿Qué mensaje comunicamos?.

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  3. Amadísimo Padre; no me ha sido posible ir a saludarlo personalmente, pero no quiero que acabe el año sin al menos expresarle mi gratitud y mi estima personal; usted es una persona que me transmite de la feicidad imnata que tiene; a mí me hace mucha falta para no zozobrar en medio de mis tribulaciones. Nuestro Niño, ya tiene ocho días; viene cargado de todo lo que nos hace falta: mucha PAZ Y MUCHA TERNURA.Le deseo a usted un feliz Año 2016, en compañía de su familia y de su Comunidad. Un fuerte abrazo. MªJosé Bermúdez.

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