miércoles, 16 de diciembre de 2015

16 diciembre: Lo diario de Aim Karim

Liturgia
          La vuelta de Isaías a la 1º lectura (45, 6-8. 18. 21-26) nos deja esas buenas sensaciones que expresan tan al vivo el Adviento. Lo vivió tanto el profeta, que lo trasmite al vivo, poniendo las palabras en la boca de Dios: Yo soy el Señor y no hay otro, artífice de la luz y autor de la paz. Lo digo y lo hago: Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad la victoria; ábrase la tierra y brote LA SALVACIÓN (al Salvador). Preciosa oración de adviento y de esperanza. No hay otro Dios fuera de mí; volveos a mí para salvaros.
          Lc 7, 19-23 nos trasmite una situación muy especial que ha tenido dos interpretaciones. Una, la de Juan (en la cárcel) que quiere que sus discípulos descubran de primera mano a Jesús Mesías, y por eso los envía a preguntarle. Otra, la de Juan que está encarcelado por su fidelidad a la verdad mesiánica (que ha creído él como llegada  fuerte de un mesías que él ha creído belicoso, y al que encuentra tan abierto al perdón y la misericordia). Y necesita cerciorarse si Jesús es el Mesías o hay que esperar a otro. Jesús no da respuesta de palabra sino que retiene junto a sí a aquellos discípulos de Juan, y ante ellos hace todas las obras mesiánicas. Ahora no tienen más que ir a Juan y contarle lo que ellos han  visto y oído por sí mismos.
          RELATOS DE ADVIENTO
La vida diaria es más prosaica que lo que son grandes momentos. El encuentro de María e Isabel fue una explosión, y tuvo ese clímax de emociones, descubrimientos, hechos sobrenaturales (como el feto de 6 meses que salta en el seno materno, porque el Espíritu Santo ha actuado…). Todo, en realidad, especial, prodigioso, y como un presagio de nuevas grandes situaciones que han de vivirse en estos momentos culminantes de la Historia de la salvación.
          Pero la vida de cada día no es así. Y –pasados aquellos instantes- la vida de la casa de Zacarías entró en lo cotidiano, cuando los días son unas veces más luminosos y otros menos. Isabel empezaba a sentirse más cansada; Zacarías permanecía en su silencio, que le facilitaba mucho la observación y la vida interior. María, con su grácil juventud, saliendo al quite de muchas ocupaciones de una vida de familia.
          Había ratos de conversación muy sentida entre Isabel y María, a la que algunas veces se sumaba como oyente el mudo Zacarías. Comentaban todo lo que estaba por llegar…, ese momento de Dios que va a hacer su obra en aquel Pueblo santo, tal como el ángel le dijo a Zacarías, y tal como María sabía que tenía que ser el Hijo que llevaba en su seno.
          Se contaban cosas de la familia, después de mucho tiempo sin haber tenido noticias unos de otros, y se pasaban así aquellas tardes de descanso a la puerta de la casa. Y María comentaba que –a su regreso- celebraría su boda con un muchacho excelente que se llamaba José. Eran conversaciones muy agradables, que compartían con otras vecinas que se venían a pasar esos ratos de descanso.
          El cansancio de Isabel se iba haciendo mayor al paso de los meses. María asumía entonces más trabajo, casi como quien no hace la cosa, pero procurando que Isabel pudiera descansar. Alguna vez venían familiares y amigos que se referían al futuro nacimiento de Ben Zacarías (el hijo de Zacarías). E Isabel intervenía con firmeza para corregir el error, porque el niño se va a llamar Juan. No se explicaban –ni aceptaban buenamente- ese nombre que no estaba en nadie de la familia, y se dirigían al padre para que dijese cómo se iba a llamar el niño. Zacarías pidió una tablilla y escribió: JUAN ES SU NOMBRE. Ni siquiera dijo que “iba a llamarse Juan”, sino que JUAN es el nombre  que define a la criatura. Todo ello contribuyó a esa pregunta que se hacían las gentes: ¿Qué va a ser de este niño? Porque era evidente que allí se estaba desarrollando un hecho más que humano.
          Y no digamos cuando de pronto se abre la boca de Zacarías y empieza a hablar y bendice a Dios con toda su alma. Dice el texto que se espantaron todos los que vivían en la vecindad. Y con ese típico énfasis de los grandes relatos evangélicos, se magnifica el coro de admiración, diciendo que en toda la montaña de Judea se divulgaban estas cosas, y todos los que las oían las guardaban en su corazón… Pues la verdad era que la mano del Señor estaba sobre este Niño.

          Yo quiero meterme en el sentir de María, porque ella era un arca inmensa que guardaba en su corazón aun los pequeños detalles. ¿Cómo viviría ella estos episodios y ese hacerse lenguas las gentes ante el niño Juan, que todavía no había nacido? Ella, que estaba tan en medio de esta historia, debía estar emocionada internamente, sabiendo que Juan iba a ir un día delante de Jesús para prepararle los caminos… Estaba asistiendo a momentos muy interesantes.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad9:39 a. m.

    EL SACRAMENTO DE LA UNCIÒN DE LOS ENFERMOS (Continuación)

    EFECTOS De ESTE SACRAMENTO.-
    -La unión de enfermo a la apasiòn de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia.
    -El consueli, la paz y el ànimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la enfermedad y de la vejez.
    -El perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia .
    -El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual.
    -Preparación para el paso a la vida eterna.
    Muchos enfermos tienen miedo ante este Sacramento y lo retrasan hasta el último momento porpue piensan que es una especie de condena de muerte. Pero en realidad es al revés: la Unciòn de los enfermos es una especie de seguro de vida.Quien acompaña como cristiano a un enfermo debería quitarle todo falso miedo.La mayoría de los que están seriamente en peligro de muerte, presienten de forma intuitiva que en ese momento no hay para ellos nada màs importante que arrimarse e incondicionalmente a aquel que superò la muerte y es la misma vida:JSESÛS,el SALVADOR.
    EL VIÂTICO.-A los que van a dejar la vida, la Iglesia ofrece además de la Unciòn de enfermos,la EUCARISTÎA como viàtico.Recibida en este momento del paso hacia el Padre, tiene una significacuòn e importancia especiales.Es semilla de vida eterna según las palabras de Cristo "El que come mi Cuerpo y bebe mis Sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitarè en el último dìa".
    La EUCARISTÎA debería ser siempre el ùltmo sacramento de la pergrinaciòn terrenal el "viàtico"para el paso a la vida eterna.

    .

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!