miércoles, 23 de diciembre de 2015

23 dic.: Ya muy cercano Enmanuel

Liturgia
          Así dice el Señor Dios: “Yo envío mi mensajero para que prepare el camino ante mí”. Malaquías (3, 1-4; 4, 5-6) está anunciando al precursor, un personaje que viene destinado a purificar el ambiente, y que ha de ser como lejía de lavandero y como fuego de fundidor…, todo un revulsivo para que aquel pueblo se vuelva hacia su Dios. Una repetición de Elías, el gran profeta de Israel, que convertirá el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia sus padres (palabras que el ángel anunció a Zacarías en su aparición junto al altar de las ofrendas.
          En Lc 1, 57-66, a Isabel le han llegado los días del parto y da a luz un niño, al que 8 días después va a circuncidar Zacarías. Los familiares y amigos llaman ya al niño con el nombre de su padre, pero Isabel corrige: No, que se va a llamar Juan. No dan crédito porque nadie de la familia se ha llamado así, y porque no es válido el testimonio de una mujer. Y preguntan a Zacarías, quien pide una tablilla y escribe: JUAN ES SU NOMBRE. No dice que le van a poner “Juan” como podían ponerle "Zacarías”. Dice tajantemente que JUAN es su nombre; que ya lo trae puesto. Y como eso no puede ser más que una intervención de Dios, todos se admiran. Y Zacarías rompe a hablar, lo que confirma mucho más  a las claras que allí ha habido una obra clara de Dios. Por eso la pregunta que se suscita: ¿Qué va a ser este niño?
          No puedo menos que hacer una alusión que siempre me subyuga: ¿Y cuál es MI NOMBRE? Porque ese se va componiendo a lo largo de la vida, para conformarse finalmente con el NOMBRE que me tiene puesto Dios, y que me ha de llevar a vivir cada momento más acorde con su voluntad.

RELATOS DE ADVIENTO
          Solemos siempre imaginar piadosamente que aquella misma noche de la llegada a Belén y de instalarse (si eso puede decirse) en aquel establo, el Niño vino a nacer…
          Hoy voy a imaginar que no fue así tan de pronto, y que aquel matrimonio pasó aquella noche de espera en aquel lugar tan poco acogedor pero que, en definitiva, les acogía…, les defendía de la intemperie mal que bien. No estaban acostumbrados a una situación así y la noche, arrebujados en sendas mantas, y sobre la dureza del suelo, amén de la incertidumbre de estar casi a la vera del camino, no fue precisamente una noche muy descansada. José permanecía en un duermevela vigilante, mientras María reposaba mejor sabiéndose protegida y porque se sentía mucho más cansada. No pasó nadie por aquel camino en toda la noche, y no tuvieron ningún sobresalto.
          Con el alba, José se puso en pie, dio una vuelta alrededor del lugar. Todo estaba en calma. Maria dormía. La claridad del horizonte parecía aportar también algunas luces de esperanza, y José volvió a pensar que aun podía haber remedio a aquella situación.
          Cuando María despertó y cruzaron sus primeras palabras y rezaron juntos sus Salmos mañaneros, José le preguntó a María cómo se encontraba y si podría él ir a Belén y hacer nuevos tanteos de posibilidades para tener un lugar de acogida más decoroso. Además habría que comprar alguna cosa para comer, y él podía ofrecer sus servicios para alguna chapuza que les dejara unas monedas.
          Estaba bien…, aunque María parecía esbozar la sonrisa amable de quien tiene asumido que Dios lleva las cosas de otra manera. Pero es una forma prudente poner los medios que están al alcance humano, porque al final es Dios quien hace las cosas a su manera.
          José marchó al pueblo y ciudad de David, se empadronó (que para eso habían venido) y dio sus vueltas por unos y otros corrillos de la plaza intentando conversar, darse a conocer como descendiente de familia de aquella ciudad, exponer su situación y solicitar las posibles ayudas, que podían venir en forma de alguna chapuza que se le encomendara. Y es posible que alguna cosa pudo hacer y que ganó unas perras con las que llevar algún alimento a María.

          Cuando regresó al establo, María permanecía sentada o recostada, muy serena, muy gozosamente unida a ese Dios que llevaba en sus entrañas… Se levantó para salir al encuentro de José y se intereso cómo le había ido. Había detalles mejores y realidades que poco variaban el panorama. Quizás puedan irse pronto a una casita –casi en las afueras- de que le han hablado, pero de momento están donde están y se enfrentan a una noche como la anterior. Salvo que María siente los síntomas de un parto cercano y que José no sabe si debe volverse rápido a Belén para solicitar la venida de alguna partera que pueda asistir a María.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad2:14 p. m.

    EL SACRAMENTO DEL ORDEN (CONTINUACIÒN)

    lA CELABRACIÒN DE ESTE SACRAMENTO.-la celebración de la ordenación den un obispo,de presbíteros o de diáconos, dada su importancia en la vida eclesial, exige el mayor concurso posible de fieles. Tendrá lugar preferentemente el domingo y en la catedral, con una solemnidad adaptada a las circunstancias. Tanto la ordenacio de obispo,presbìteros o diàcono, tienen el mismo dinamismo.
    El lugar propio de la celebración es dentro de la Eucaristía.
    El rito esencial para los tres grados, es la "imposición de manos" del obispo sobre la cabeza de cada uno de los ordenandos, así como por una oración consecratoria especìfica que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado.
    ¿QUIEN PUEDE RECIBIR ESTE SACRAMENTO ?.-Sòlo el varòn bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación. Jesús eligió a hombres para formar el colegio de los doce Apòstoles y nlos Apòstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores que les sucederìan en sus tareas. Esta es la razón por las que las mujeres no reciben la oredenaciòn.
    Nadie tiene derecho a recibir este sacramento de Orden. Nadie se arroga para sìn mismo este oficio.Al sacramento se es llamado por Dios.

    Continuarà

    ResponderEliminar
  2. Zacarías, acepta el plan de Dios, acepta que su hijo se llame Juan y recupera el habla al tiempo que recupera la fe; y empieza a bendecir al Señor por el hijo que le ha dado. El Señor está allí, con el niño, con Isabel y con Zacarías, de la misma manera que está con todos nosotros. Dios todos los días nos habla y espera nuestra respuesta de fe en Él, espera que escuchemos su Voz y que establezcamos un diálogo filial con Él, que le prestemos mucha atención para no perdernos lo que nos quiere revelar y que , como Zacarías abramos nuestros labios para cantar alabanzas y para dar gracias a Dios por todo lo que dispone, confiando en que será para nuestro bien.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!