sábado, 27 de septiembre de 2014

27 sep.: SORPRENDIÉNDONOS

EL PREDICADOR SIGUE SORPRENDIENDO
          El libro del Eclesiastés rompe y rasga. Pero debajo de la “cáscara” encierra verdades muy interesantes que llevan a reflexionar. Hoy nos sorprende con lo que pensaríamos que es una “manga ancha” peligrosa. Su consejo a los jóvenes nos haría pensar en unas consecuencias fatales y un mundo disoluto: 11, 9-12, 8 dice: Disfruta mientras eres muchacho y pásalo bien…; déjate llevar del corazón. El pensamiento inmediato es: ¡adónde nos lleva eso!
          Resulta que San Pablo dice también: Probadlo todo y quedaos con lo bueno. Lo que encierra la misma idea, que no sólo se dirige a los jóvenes.
          Lo que no podemos es cortar la lectura de esas afirmaciones como si cada frase se encerrase en sí misma. El propio libro del Eclesiastés concluye esa idea con una advertencia esencial: Pero sabe que Dios te llevará a juicio. Es decir: disfruta y pásalo bien…, pero bajo la mirada de Dios. El “juicio de Dios” no está como un “post” que juzga ya cuando los hechos se han consumado, sino como un faro de puerto que indica posición y ayuda a que las cosas vayan bien. Pensando que Dios ve y que Dios sabe lo que es bueno, disfruta y déjate llevar del corazón bajo la mirada de Dios.
          Es la idea de Pablo: otea todo, “prueba” todo…, pero quédate con lo bueno. Y la piedra de toque para saber con qué te quedas es que todas las coas son vuestras y vosotros sois de Cristo y Cristo hace lo que agrada a Dios.
          Más claro no puede ser. Y es lo que recoge San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios: Todas las cosas son buenas porque son hechas por Dios. Pero el uso de ellas ha de depender de cada persona, en orden a que les conduzca al bien…, les conduzcan a Dios. El azúcar es bueno para la persona. Pero un diabético en tanto puede usar en cuanto le ayude y en tanto prescindir cuanto le dañe. “La cosa” en sí es buena, pero no en toda ocasión y para toda persona. “Prueba todo; se queda con lo que le es bueno a tal persona”.
          El Mesías de Dios es bueno. Pero a los apóstoles no les va el mesianismo que anuncia Jesús. (Lc. 9,44-45). Ellos proclamen y quieren un mesías. Pero se han cerrado a una idea humana. Y Jesús quiere que “prueben todo”, y que se queden con lo verdadero. Y por eso no los deja en la inopia de sus ideas mesiánicas, y les presenta un panorama absolutamente distinto. No es el más gustoso. Pero es el de Dios…, es el camino de Dios.
          Ellos no entendían ese lenguaje. Y Jesús tendrá que repetirlo muchas veces. Ellos quieren quedarse con lo placentero, lo triunfalista, la idea que traen arrastrada… Y Jesús no da un paso atrás. Ellos no quieren ni preguntar (como si con eso evitaran enfrentarse a la verdad). Jesús volverá a repetirlo cuantas veces sea necesario. Habrán de quedarse con lo bueno… Pero eso lleva su tiempo. Y el propio tiempo les acabará metiendo en la realidad, aunque les escandalice hasta última hora. “No entendían” y les costará mucho llegar a entender… Tendrán que suceder los “desastres” y que, todavía, tenga que venir el Resucitado a enseñarles que así tenía que padecer el Mesías para entrar en su Gloria…, y tendrá que abrirles el entendimiento para entender las Escrituras… Lo demás es vacío…, vaciedad.

          Aunque me haga repetitivo, esto fue –por parte de Cristo y de la experiencia de la primera comunidad- su  evangelización. Trabajo cuesta…, pero ese es el camino. Y ese camino será indispensable para aceptar la nueva evangelización en nuestros momentos actuales.

1 comentario:

  1. El ámbito de esta doctrina no es el del culto ni el del cumplimiento de los mandamientos, sino el de la reflexión y la experiencia. Ya de aquí se pasa a una intimidad con Dios y al encuentro con uno mismo y al ámbito de las relaciones sociales y humanas.

    La Saviesa presupone la apertura del hombre a la reflexión. Exige un autodominio que se adquiere a lo largo de la vida a través de la disciplina en los múltiples campos de la vida: comer y beber, instintos sexuales; control de la lengua; un arte de comportarse en la vida...La Saviesa hace que el hombre sabio sea una persona individual, un hombre alegre, con buen humos, diligente, trabajador, magnánimo, valiente y prudente; en relación con el prójimo, la Saviesa exige amabilidad,en palabras y actitudes, que sea sincero y leal e imparcial en los juicios; bien sensible frente a la opresión de los débiles.En la familia, se responsabilizará de unas buenas relaciones familiares: mucho amor y fidelidad entre los esposos, educación de los hijos, cuidar a los padres y preocuparse por el bienestar de sus sirvientes.

    La doctrina de la Saviesa pretende asegurar la felicidad de esta vida. En cambio, la necedad es camino de la perdición. El término "Savio"va unido a" justo" y "piadoso"; mientras que "necio" "impío"va unido a infeliz.

    A partir de aquí, el sabio, tiene un gran temor de Dios que es la fuente de su "saviesa" y rechaza todo lo que le desagrada a Dios.La Saviesa es un Don de Dios. En Cohélet se considera positiva pero insuficiente porque no da respuesta a los problemas del hombre.Después de la Revelación ya todo es distinto: Dios es una Palabra siempre abierta. La Palabra es Jesucristo, siempre presente en cada situación nueva que nos toca vivir...

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